La reencarnación de entradas de blogs en producciones editoriales impresas es una tendencia de los últimos años que entrega certezas de que, una vez aplicado el tamiz que nos libra de cierta maleza web, hay contenido digital que tiene la calidad suficiente para trascender el soporte.
Es el caso de la bitácora Generación Y (creada en 2007, 14 millones de entradas por mes, censurada y traducida a 14 idiomas), el refugio digital de Yoani Sánchez, la estudiante cubana -seleccionada por la revista Time como una de las cien personas más influyentes del mundo - que encontró en su blog respuestas a ciertos interrogantes que se despliegan en un nuevo libro titulado Cuba Libre : ¿cómo expresar libremente sus opiniones divergentes al gobierno de Fidel Castro y su hermano Raúl? ¿con qué registro comunicar la experiencia de su generación a una audiencia global? ¿cómo utilizar la tecnología como aliada para saltar la valla de la censura?
En días en los que Google decidió retirar su operación en China y el gigante oriental clausura accesos a sitios con los que no acuerda , el libro de Yoani recuerda cuál fue el motivador de su génesis: "Fue una terapia personal para espantar el miedo, para sacudirme el temor escribiendo -precisamente- sobre aquello que más me paralizaba. Y reconoce que sin la ayuda de la tecnología, este ejercicio personal hubiese sido irrealizable. "Mi vieja laptop, que un balsero necesitado de un motor Chevrolet me había vendido, fue la base material de la que surgió Generación Y.
Sánchez describe en su nuevo libro una nueva categoría de usuarios vinculados a la web y las nuevas tecnologías: el internauta indocumentado. "A pesar de la flexibilización promovida por Raúl Castro, nuestras incursiones en el terreno de Internet están marcadas por la ilegalidad. Las transgresiones ocurren cuando alguien compra una contraseña en le mercado negro para conectarse, o usa una conexión oficial para entrar en determinada información restringida", revela la bloguera.
En paralelo a los momentos que ella distingue como de "franca diversión" está el costo personal de contarle al mundo su experiencia: "Hasta el Comandante -agazapado- me lanzaría su primera arañazo... El cartelito de enemiga del gobierno cubano no hay quien me lo quite, aunque yo ratifico que sólo me siento una ciudadana". Una ciudadana conectada.