Marea Editorial

Victoria Montenegro: "Qué nunca se destruya el puente generacional"

Revista Random conversó con Victoria Montenegro, legisladora de la Ciudad de Buenos Aires por el Frente de Todos y activista por los Derechos Humanos. Se llama Victoria, pero se llamaba María Sol, fue reconstruyendo su historia con retazos de sus propios recuerdos y asegura seguir construyéndose todos los días. Transcurridos más de 40 años, Victoria vuelve una y otra a vez a esas “fuentes de la historia” que marcaron la suya, eso que Pierre Bourdieu llamaría hexis corporal, lo social -lo histórico- hecho carne, impreso en el cuerpo: los revolucionarios y revolucionarias, sus padres, nuestras madres y abuelas, el peronismo bombardeado, proscripto y desaparecido. En definitiva, esa lucha que una generación toma de las anteriores para mantenerlas vivas, para que no vivan solamente en la memoria sino también en la justicia y en el destino común. El amor frente al odio y el desprecio.

León Rozitchner escribía en 1982: “¿Recuerdan cuándo Marx nos repetía: le mort saisit le vif? Los muertos se agarran a los vivos porque no quieren morir definitivamente sino volverse a animar, cobrar vida, en quienes los quieren olvidar. Pero no son los muertos quienes así se agarran: ellos, ya lo sabemos, no pueden hacer nada más. Son los muertos insepultos, los que en nosotros no pueden reposar en paz, quienes agitándose nos piden que los prolonguemos, que les volvamos a dar sentido en nuestra vida para que prolonguen la de ellos: que los volvamos a incluir con su significación inconclusa en el tiempo histórico, quiere decir, en el proyecto nacional”. (Malvinas: de guerra sucia a la guerra limpia; León Rozitchner; 1982).

 

Hace poco sacaste un libro que titulaste “Hasta ser Victoria”, en el que relatas tu historia. Si te preguntáramos quién es Victoria Montenegro, ¿qué responderías? 

Es una mujer que, a pesar de tener más de 40 años, se sigue construyendo todos los días. Eso lo podemos llevar al ámbito que quieras; la política, el feminismo, la militancia, los derechos humanos, el aprendizaje o el ejercicio del poder desde un lugar institucional. Una se va construyendo todos los días. En lo personal, y creo le pasó a muchos de mi generación, por la violencia que nos atravesó gran parte de nuestra vida tuvimos que desaprender esos mandatos de violencia naturalizados. Eso una lo puede llevar al feminismo, al rol de la mujeres, la participación política o los derechos sociales, siempre estamos en plena construcción.

 

La última elección del FdT en CABA fue significativamente mejor en los resultados que las anteriores. ¿Qué cambió con respecto a las anteriores? ¿Puede la oposición gobernar la Ciudad en 2023?

Sí, cambió por primera vez en muchos años el contexto de la Argentina. Muchos porteños y porteñas se dieron cuenta que viven dentro de un país que no crecía simplemente por tener una ciudad rica sino que lo hacía porque a la propia Argentina le iba bien. Los últimos 4 años de gobierno de Macri fueron tremendos, en la Ciudad hubo una infinidad de pequeñas y medianas empresas que cerraron. Toda esa situación impactó fuertemente, el relato del macrismo se terminó y pudimos recuperar la Argentina, no así la ciudad, ese es el gran desafío que tenemos. 

Trabajamos todos los días para ganar la Ciudad, tenemos una gran expectativa (más allá del momento actual de pandemia) y esperanza porque Alberto es porteño y puede contemplar algunas particularidades de nuestra Ciudad y eso nos permite también que la política en la CABA pueda potenciarse con la nacional. Tenemos la absoluta convicción de que nosotros/as en algún momento vamos a gobernar la ciudad. Queremos gobernar la ciudad porque queremos a los porteños y las porteñas, queremos que todos podamos vivir con dignidad y entendemos que nuestra ciudad está minada de injusticias. Tal vez éste escenario, que es el peor que nos toca atravesar, deja en evidencia qué es lo que realmente pasa con determinados sectores, con los adultos mayores y los barrios vulnerables, que es lo que está pasando ahora en la 31, en la 1-11-14, en muchos lugares donde lamentablemente la política del Estado no llegó. No llega con la decisión de transformar, no hay una definición profunda en ese sentido. 

Esa es la gran discusión de fondo que tenemos con el gobierno de Larreta o Macri: las formas. Caminas por la ciudad y ves como si todo estuviera mejor pero por dentro de la fachada o los jardines que son preciosos (y no lo discuto), hay una cuestión de ausencia. No hay un Estado presente que piensa y entienda al otro como un sujeto de derechos. Cuando vamos a un barrio y hablamos con las ciudadanas y ciudadanos que tienen determinadas problemáticas, creemos que hay que escucharlos para poder transformar. No se puede pensar el ideal de un barrio (por ejemplo, la villa 31) desde la oficina, sin entender qué es lo que realmente pasa ahí. Si no existe esa claridad no se entiende cuál es la función de gobernar, si no existe la decisión de transformar pasan estas cosas. Y hoy lo estamos viendo.

 

El jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires viene trabajando par a par con el Presidente desde el inicio de la pandemia, es el mayor “referente” -podríamos decir- del ala más dialoguista de Cambiemos. ¿Es más incómodo ser oposición en este momento?

Primero hay algo para celebrar dentro de este contexto y es el hecho de que esté Alberto enfrentando esta crisis, habiendo tomado entre las primeras definiciones la de recuperar el Ministerio de Salud. Digo, ¿qué estaría pasando hoy con la Argentina de no tener la conducción de Alberto y la responsabilidad del Jefe de Gobierno que es el único que logró conservar los votos de su espacio político, el único que hoy tiene gestión? Larreta desde esa responsabilidad que tiene como Jefe de Gobierno viene trabajando para estar cerca de la gente y proteger la vida, ahí hay una responsabilidad de gestión. Nosotros tenemos nuestra responsabilidad política dentro de un espacio que tiene su propia identidad. Por ejemplo, la semana pasada no acompañamos la Ley de Emergencia Económica que presentó el Jefe de Gobierno; y no lo hicimos porque no podemos acompañar medidas que le dan absoluta discrecionalidad al ejecutivo, donde no sabemos qué va a pasar con los recursos de los y las porteñas o cuáles serán las prioridades. Hoy en la CABA tenemos hospitales como el Fernández que no tienen termómetro. Nosotros tenemos una responsabilidad en la cual hay límites que tiene que ver con ser coherentes con nuestro proyecto político y donde claramente somos oposición. Ahí nos plantamos y de hecho no acompañamos este proyecto de ley.

Después sí, trabajamos, recorremos los hospitales, los subtes, estamos cerca de los operativos para sumarle a los y las diputadas y también al Poder Ejecutivo las observaciones que creemos necesarias dentro de nuestro espacio. No se desdibuja nuestra identidad política por el gesto de madurez y de conducción del Presidente y también del Jefe de Gobierno. 

 

En la Ciudad existen dos focos críticos en los que el gobierno no puede dominar con éxito el avance del virus: los geriátricos y -sobre todo- los barrios populares. ¿Es casualidad que sean los sectores más vulnerables quienes se encuentran más desprotegidos?

Nada de esto es casualidad, todo es consecuencia. Consecuencia del estado de abandono que sufren los barrios populares y consecuencia de la falta de políticas concretas para los adultos mayores. Si vamos a la cuestión de fondo, algo que es fundamental, tiene que ver con que gran parte de los adultos mayores se contagian por el personal de salud, por los enfermeros y los médicos. ¿Y por qué se contagian? Porque el personal de salud -usualmente lxs enfermerxs- no trabajan solo en el hospital público. Como no están reconocidos como profesionales de la salud, y entonces no cobran como profesionales, tienen que trabajar más horas en otros lugares. En general está el material para que se cuiden, si, pero si vos estás 18 horas trabajando con esos niveles de estrés, de contactos con los pacientes, es lógico que haya  un momento el que te descuides un poco. Son seres humanos y con tantas horas de exposición puede que algo falle en ese cuidado y que se contagien. El problema es que luego tienen que ir a sus otros trabajos y es probable que allí contagien a otras personas. Eso es consecuencia de una cuestión de fondo: el no reconocimiento de los enfermeros y enfermeras como profesionales de la salud, del vaciamiento de recursos en los hospitales. Sin ir más lejos, el año pasado había un proyecto del Jefe de Gobierno en el que quería juntar cinco hospitales en uno. Imaginen que hubiera pasado en este momento si eso se hubiera concretado.

Después, hay algo que en el bloque estamos reclamando hace mucho: la necesidad de un protocolo de actuación para los barrios populares. Hoy la Ciudad de Buenos Aires no cuenta con un protocolo. ¿Cómo funciona la cuarentena en los barrios populares y asentamientos? ¿Qué pasa en una casa donde se comparte el baño con muchas personas? Seguramente todos tengan un riesgo mayor de ser contagiados. Y ahí vemos al Gobierno de la Ciudad proponiendo un “voluntariado” de asistencia. Me parece muy bien, nosotros lo llamamos militancia, pero ponele que alguien no quiera identificarse como militante y prefiera llamarse “voluntario”, eso está bien, pero nada puede suplantar el rol del Estado. No hay protocolo y seguimos dando vueltas con situaciones que cada vez se ponen peores y lamentablemente sigue creciendo el número de personas contagiadas. La realidad es mucho más compleja aún si nos ponemos a ver qué pasa con las personas internadas en los hospitales de salud mental, o con las personas que pierden a sus seres queridos y no tienen los recursos para poder trasladarlos. Ahí es más fácil darte cuenta de la importancia del rol del Estado.

 

En un principio, todo indicaba que la renegociación de la deuda iba a ser el hito fundacional del gobierno de Alberto Fernández, pero finalmente fue la batalla contra el coronavirus la que fundó su conducción. ¿Podríamos decir que habrá tal cosa como el “albertismo”?

Creo que Alberto viene llevando este proceso con una conducción notable, con una capacidad de hacernos sentir seguros a todos los argentinos y argentinas. Inclusive, muchas personas que no eligieron el proyecto político de Alberto y de Cristina, cuando lo escuchan sienten seguridad. Eso por supuesto que tiene que ver con la figura del Presidente pero también con todo un equipo de trabajo. ¿Néstor decía que “nos dicen kirchneristas porque nos quieren bajar el precio”, no? Bueno, esto tiene que ver con la unidad del Peronismo, eso nunca tenemos que perderlo de vista. Si recuperamos la Argentina y le arrebatamos a la derecha más reaccionaria -con la maquinaria más perfecta de poderes unificados y blindaje mediático- el gobierno después 4 años, lo hicimos gracias a la unidad del peronismo. Hay que poner en valor todo el tiempo lo que significa esa unidad, porque es la que le está permitiendo al pueblo vivir con seguridad estos tiempos de pandemia y la que seguramente, cuando esto termine, le de la posibilidad de sacar a la Argentina adelante. Eso es el peronismo. 

 

Imaginamos que es un tanto complejo el trabajo en la legislatura de CABA teniendo en cuenta que Juntos x el Cambio tiene mayoría en la cámara con casi 10 legisladores más que el Frente De Todxs. Sabemos que tenés mucho trabajo en la Comisión de Derechos Humanos, en los últimos 4 años de “macrismo” ¿Qué rol asumió la legislatura en materia de DDHH?

Este es mi tercer año de legisladora y desde que asumí presido la comisión de Derechos Humanos de la Legislatura. Es bastante complejo el asunto en la Ciudad de Buenos Aires, porque hay símbolos muy fuertes (la ex ESMA, los espacios de memoria) que están en la Ciudad pero dependen del Estado Nacional. Lo cierto es que no hay una voluntad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de trabajar los derechos humanos ni lo relacionado a la memoria, la verdad y la justicia; o lo que tiene que ver con los derechos sociales; o los derechos de las personas con discapacidad. Les pongo ese ejemplo, aproximadamente el 10% de la población de la ciudad tiene algún tipo de discapacidad. Cuando asumí estaba todo el tema de la reforma del código urbanístico y no teníamos -presentamos un proyecto y logramos que se cree- una comisión de discapacidad. La temática de discapacidad estaba dentro de las políticas sociales de adultos mayores pero no tenía un tratamiento específico ni una perspectiva dentro del proyecto de ciudad. Tenemos unas plazas que son preciosas pero a las que no puede acceder un chiquito o chiquita con silla de ruedas, y eso es una cuestión de inclusión y de derechos, de que esta Ciudad debe funcionar entendiendo que tiene que contener a todas y todos. No es la persona con discapacidad la que tiene que adaptarse a los que no tenemos discapacidad, tiene que haber una ciudad realmente inclusiva, donde haya derechos plenos, sin barreras. 

El año pasado éramos muchas/os legisladores menos, y aún así logramos crear esta comisión. Cuando una comienza a trabajar estos temas por lo menos los fuerza explicar por qué no, ¿por qué no tenemos una comisión de discapacidad? ¿por qué no hay un espacio donde darle una respuesta al 10% de nuestra población? Bueno, finalmente nos acompañaron y se creó ese espacio que hoy funciona, aunque lamentablemente no sea una comisión permanente sino una comisión especial. Cuando uno tiene la vocación de trabajar, de transformar y abrazar los derechos, porque está convencido de que va por buen camino, da la pelea. En eso estamos.

 

Una frase que logra sintetizar la inclaudicable búsqueda de un mundo más justo es “luchamos como abuela”. ¿Cómo ves al movimiento feminista? ¿#AbortoLegal2020? 

La lucha de las madres y las abuelas es un ejemplo para todxs, pero particularmente para las mujeres. Cada vez que pienso en la dictadura cívico-militar, en los operativos de secuestros, en los tormentos, las desapariciones de los cuadros de organizaciones políticas, sociales, sindicales, en todo ese plan macabro y perfecto, pienso que el único cabo suelto que dejaron fueron las mujeres. Porque en su lógica machista, pensaban ¿qué posibilidad había que un grupo de mujeres -amas de casa, la mayoría- pudiera hacerle frente a la dictadura? Ya habían arrasado con todo, ¿qué podían hacer esas mujeres? 

Sin embargo, lo que ellas hicieron fue organizarse y luchar juntas. Venían de lugares completamente diferentes, de distintos barrios y regiones, pero se abrazaron y salieron a luchar. Marcaron un rumbo en la sociedad, pero particularmente en las mujeres. No es casualidad que la consigna de toda una generación, la que llamamos “la revolución de las hijas”, sea un pañuelo también. Es una forma de poder resignificar una lucha que nos abrió un camino con este presente del feminismo. Poder entender el feminismo, discutir la violencia, la crueldad e ir transformando; ser parte de un mismo desafío, de un mismo sueño que tenemos las mujeres que es el de poder decidir sobre nuestros propios cuerpos. Creo que este presente es maravilloso, sinceramente, uno piensa que todo ese dolor, que toda esa lucha, dio frutos. Está acá, firme y latiendo. Que va a ser ley, va a ser ley.

 

Esta sección de perfiles políticos se llama #Herederas por el cántico popular: “somos los herederos de Perón y de Evita”. Vos como heredera de una generación golpeada por el terrorismo de Estado, ¿qué lugar pensás que debe ocupar la juventud en la actualidad? ¿Qué podemos aprender de las juventudes anteriores?

Mi apropiador siempre contaba que a esa generación había que desaparecerla. Yo me acuerdo de él diciendo que esos jóvenes subversivos lo que hacían es contagiar, entonces había que desaparecerlos; había que robarse la generación que venía -los hijos de esos militantes políticos- para que nunca más en nuestro país surgiera una generación de jóvenes convencidos que eran capaces de transformar la historia. Lo que uno ve en esta juventud actual es que están absolutamente convencidos y convencidas de que van a transformar la historia, no de que pueden, sino de que la van a transformar. Nuestras jóvenes están convencidas de que van a derrocar el patriarcado y de que van a generar esa transformación y de que son protagonistas de este presente. Nuestro proyecto político tiene a la juventud como protagonista.

Todos nosotros y nosotras hace muchos años, cuando nuestrxs compañerxs nos dieron responsabilidades institucionales para poder transformar la realidad, también lo hicimos desde esa convicción. Siempre lo más importante que debemos mantener es ese puente, que nunca se destruya el puente generacional. Yo aprendo de las abuelas todos los días, cada martes que voy y las escucho, aprendo. 

Cuando, por ejemplo, como nos pasó con la ministra Bullrich, escuchás a alguien que habla de que hay personas que merecen vivir y personas que no, o que hay personas que merecen ser baleadas por la espalda si cometieron un delito. Es el lugar de la vida, el respeto por la vida… y el desprecio por la vida. Y ahí volvemos a las fuentes que tiene nuestra historia: los revolucionarios, nuestras madres y abuelas, nuestro proyecto político, el peronismo, bombardeado, fusilado, proscripto, desaparecido, secuestrado… ¡y volvemos siempre! Volvemos, y no le hacemos a los otros el daño que nos hacen a nosotros, ¿por qué? porque lo que nos mueve es el amor. Y del otro lado, es el desprecio por los derechos, es el odio. Y esa eterna lucha, la tendremos que llevar generación tras generación. Esta generación de jóvenes tiene naturalizados un montón de derechos que nuestra generación no tenía, y bienvenido sea, lo que más queremos es que ustedes sean mil veces mejores que nosotrxs, que cuando tengan que asumir esas responsabilidades sepan que lo hacen representando a un conjunto de voluntades pero sobre todo de esperanzas. La esperanza de que vamos a transformar la realidad. 

Hay que tratar de que ese puente siempre esté bien firme, para que nunca más se repitan esas historias, para que las generaciones que vengan nunca más tengan que pasar por ese dolor nuestro. Eso les va a permitir construirse desde un lugar distinto y seguir luchando por eso por lo que luchamos todxs: la justicia social.

 

Ivanna Aguilera (activista trans y presidenta de Devenir Diverse) visibilizó que la violencia para el movimiento LGBTIQ+ no terminó cuando llegó la democracia. Hace siete años que tenemos ley de identidad de género. “Antes íbamos a un hospital y nos llevaban detenidas, por edictos policiales que fueron creados por la dictadura”, dice. Cuando hablamos de derechos humanos, diversidad y “fueron #30400”, ¿qué desafíos propone esa memoria?

La democracia llegó mucho después para el colectivo LGBTIQ+, tenemos muchas deudas. Me acuerdo la época de los edictos policiales, de la violencia de los propios vecinos y de lo que significaba animarse a construir una identidad que iba por afuera del mandato social. No me olvido de un amigo mío que se tuvo que mudar porque lo golpeaban y violentaban de una forma tremenda. A veces la mamá lo ayudaba, él era muy chiquito. Salía, lo agarraban y lo lastimaban, es por eso que se tuvo que ir. En aquellos años estaban los edictos, ni siquiera teníamos la ley de identidad de género y aparte veníamos de la dictadura: había demasiada violencia. 

Dos semanas atrás la policía de la Ciudad detiene a dos chicas trans en Constitución porque estaban paradas en la esquina esperando para comprar. El policía en todo momento hace referencia a una de ellas como un masculino, a pesar de que su compañera decía “es una feminina, hay una ley de identidad de género, no le podes hablar de esta manera” y él, respondía en masculino. Hay una Ley de Identidad de Género pero de todos modos hace falta más políticas de estado y fundamentalmente seguir trabajando lo más importante: la batalla cultural. Deconstruir muchas generaciones que todavía no comprenden o no respetan a otras identidades. También la posibilidad de acceso al trabajo, a la educación, a la vivienda, porque si no hablamos de un colectivo que siempre por un motivo u otro (ya que históricamente estuvo totalmente marginado de cualquier política pública) no tiene las mismas posibilidades. Hay algo básico, las compañeras travas y trans tienen un promedio de vida de entre 35/40 años, hablamos de personas que van a morir muy jóvenes por definir su identidad sexual. 

Tenemos que seguir trabajando el archivo de la memoria trans, eso es un desafío. La cantidad de mujeres trans que se fueron sin que quede registro de ellas. No hay registro de la violencia, los asesinatos y múltiples cosas más. Está todo por hacer. Celebro también que tengamos como subsecretaría en el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad a Alba Rueda, una compañera trans que es de una enorme militancia y recorrido. Es un gran avance tener este ministerio pero de todos modos todavía falta mucho, muchísimo. Es un desafío que tenemos y estamos trabajando todos los días por ello.