Sibila conoce bien la provincia. La ha recorrido extensamente en la producción de sus anteriores libros sobre ese territorio, después de «El sheriff. Vida y leyenda del Malevo Ferreyra» (2009) y «La red. La trama oculta del caso Marita Verón» (2013). Es autora, también de «Así se hace periodismo. Manual práctico del periodista gráfico» (1996, con Luis Pazos); y «Periodismo sobre desastres» (2018), textos muy empleados por los estudiantes de periodismo, entre varias otras producciones.
El título del libro, «Tucumantes«, participio presente de un verbo ficticio, con el que la periodista buscó expresar la persistencia de los efectos del terrorismo de Estado, cómo continúan hasta el día de hoy esas huellas. Las y los “tucumantes” son los personajes-personas de su libro, pero también los miles y miles de tucumanos y tucumanas que aún no lograron vencer al silencio y a la negación. La investigación toma al «Perro» Clemente como hilvanador de historias que se van enhebrando en situaciones donde a menudo esos personajes-personas se entrecruzan en espacios compartidos y casi nunca elegidos por las víctimas.
La dictadura que arrasó el país entre 1976 y 1983 tuvo, si es posible definirlo de esta manera, un «globo de ensayo». Una provincia entera fue elegida para implementar el terror, ya durante el gobierno democrático de María Estela Martínez de Perón: esa provincia fue Tucumán, donde el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) había creado un foco guerrillero en pleno monte y se convirtió, entonces, en una excusa ideal. Los militares, autorizados por el tristemente célebre decreto del 5 de febrero de 1975, en el que se decía que «el comando general del Ejército procederá a ejecutar las operaciones que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de elementos subversivos«, dieron inicio al llamado (sin ironía) «Operativo Independencia». Fue el comienzo real de la dictadura.
El libro surgió en junio de 2010, cuando se conoció en Argentina la entrega de dos carpetas con documentación sobre el centro clandestino de detención que funcionó en la Jefatura de Policía de Tucumán. Esas 259 fojas con sellos, membretes y firmas eran las primeras constancias oficiales que emergían de los casi nueve años de Estado terrorista en todo el país. La primera lista de desaparecidos elaborada por los propios genocidas que se conoció en toda la Argentina. Esos papeles eran de suma importancia, pero lo que más le impactó a la periodista fue la historia del testigo que presentó esos documentos, cuando ya estaba por concluir el primer megajuicio por delitos de lesa humanidad realizado en esa provincia.
El «Perro» Clemente, Ex oficial montonero, había sido capturado, paseado por varios centros clandestinos y torturado en todos hasta quebrarlo, al punto de que varios sobrevivientes lo consideraban un traidor. Ya en libertad vigilada fue incorporado por la fuerza a la Policía provincial como administrativo; se atrevió a renunciar recién en marzo de 1984. Mucho antes, a fines de 1977, cuando los represores desmantelaban el centro clandestino, este hombre comenzó a llevarse documentación a la casa paterna, donde iba a pasar la noche. Las preguntas que apresan a la periodista son angustiantes: ¿Cómo había hecho para vivir treinta y tres años durmiendo sobre los cadáveres? ¿Habrá pasado algún día sin tener presente lo que tenía escondido? Esas inquietudes fueron el motor que alimentó la búsqueda de historias inconclusas o no contadas para la periodista.
A partir de charlas con amigos fueron surgiendo otros relatos de una provincia que hacia fines de los 80, entrados los 90, parecía vivir aún en la posdictadura aunque ya se encontraba avanzada la democracia. Si hasta en el lenguaje quedaban huellas, recuerda. Una provincia que llegó a ser un campo de concentración a cielo abierto en la que el terrorismo de estado ha dejado cicatrices que todavía persisten.
Quien se enfrenta al libro, encuentra el ramilletes de historias que ella fue hallando mientras la recorría minuciosamente. Relatos del presente y de un pasado muy reciente, hilvanados siempre por la figura del «Perro» Clemente, en su camino de oficial montonero a administrativo de la policía provincial retratado desde distintos ángulos, diferentes puntos de vista a partir del testimonio de diversas personas.
Sibila recuerda que llegó hasta la provincia interesada originalmente en este caso y la recorrió entonces haciendo entrevistas, pero cuando estaba por comenzar a escribir, surgió la fecha del juicio por Marita Verón. Como ese era un caso que ella conocía muy bien porque había seguido los temas de trata sexual, no solamente en Tucumán sino también en otras partes del país, interrumpió ese trabajo para cubrir el juicio, y a la segunda audiencia se dio cuenta que ahí había un libro que enlazaba otros casos que había investigado. Cuando declaró Daniela Milhein, comenzó a describir un mundo que la periodista conocía de sobra: El Malevo Ferreyra y sus torturas, «la Chancha» Ale, el comando Atila, el enfrentamiento entre Ales y Gardelitos, el homicidio del oficial Salinas. Entonces la autora pensó: «Acá hay un trasfondo mucho más grande que vale la pena contarlo«. Pero algo más tarde surgió el libro sobre el «Malevo» Ferreyra, otro caso que reflejaba el alma de la provincia y cuya tarea de investigación y escritura estableció otra postergación de «Tucumantes», que en realidad era el único libro que ella quería hacer sobre la provincia. Sucedió que los otros dos se adelantaron porque implicaban historias urgentes de contar. Sin embargo, los relatos de esa provincia sellada por el silencio tuvieron paciencia y finalmente vieron la luz.
Presentación del libro «Tucumantes» en la Feria del Libro de Tandil junto a Héctor Lacovara y Lucas Bilbao (solo audio)
Con una fuerte base de investigación periodística, la estructura y el estilo del libro sobrevuela la no ficción, lo que implica para quien lo recorre encontrar relatos que van del presente y vuelven al pasado muy reciente, que muestran la persistencia de los efectos de terror. El texto tiene una gran base de investigación detrás, pero el resultado no es periodismo de investigación de una manera convencional, sino que está más cerca de lo que llamaríamos «No Ficción». A través de muchos de los relatos hilvanados por la figura del «Perro» Clemente.
Actualmente la autora se encuentra presentando el libro por diversas ciudades de la Argentina, mientras espera poder retomar a la brevedad un proyecto comenzado varias veces: Un manual sobre técnicas de la entrevista periodística como herramienta de búsqueda de información.
Sibila Camps nació en la ciudad de Buenos Aires, en 1951. Egresó de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, como profesora para la enseñanza secundaria y especializada en Literatura y Lenguas Modernas. En 1977 inició su carrera periodística en el diario La Opinión, donde trabajó hasta su cierre, en 1981, en Espectáculos y en el suplemento cultural. En 1983 ingresó al diario Clarín, donde trabajó hasta 2013 como redactora en la sección Información General. Ganó premios de Adepa y de la SIP.
También colaboró con numerosas revistas, periódicos y agencias de noticias. Se especializó en la cobertura de desastres y emergencias, salud, ambiente, pueblos originarios, género, problemática social y cultura. Tucumantes es su tercer libro sobre la provincia de Tucumán, después de El sheriff. Vida y leyenda del Malevo Ferreyra (2009) y La red. La trama oculta del caso Marita Verón (2013). Es autora, además, de Así se hace periodismo. Manual práctico del periodista gráfico(1996, con Luis Pazos); y Periodismo sobre desastres(2018), entre otros.
Sibila Camps es periodista de alma. Ha recorrido el país de arriba abajo bordando con sus textos desde que comenzó con el noble oficio de la palabra andante. «Tucumantes» confirma no solamente la calidad de su búsqueda y su escritura sino también la calidad humana que la reviste.