El pentecostalismo comenzó entre los pobres de Los Ángeles en 1906, y se expandió rápidamente por el sur y el suroeste del país. Durante el siglo XX, la Convención Bautista del Sur se mantuvo como una institución conservadora clave en la representación de estos grupos, especialmente hasta la Segunda Guerra Mundial.
Las corrientes evangélicas fundamentalistas norteamericanas consideran la palabra de la Biblia verdadera literalmente, y suscriben a la idea de que la civilización se encuentra en un decaimiento, esperando una gran batalla del Armagedón en la cual Cristo volverá a restaurar su reino en Jerusalén.
Durante el siglo XX, en una sociedad con un pasado esclavista, se manifestaba la segregación especialmente en el sur del país, donde había florecido el movimiento racista Ku Klux Klan y las leyes Jim Crow denegaban a los afroamericanos los derechos civiles y establecían su apartamiento en los espacios públicos. A partir de 1950, comenzó un proceso de resistencia de la población afroamericana a las políticas de segregación, para reclamar una igualdad de condiciones en su trato y presencia en la sociedad. Se destacaron en este proceso luchadores por la igualdad como los pastores Malcolm X y Martin Luther King.
Este movimiento llevó a que en 1964 se produjera la aprobación del Acta de Derechos Civiles, que habilitó el voto a los afroamericanos y combatió la discriminación racial en escuelas y lugares públicos. Pero, como resultado, los estadounidenses blancos del sur, que hasta entonces habían manifestado afinidad por el Partido Demócrata, comenzaron a identificarse con el Partido Republicano en rechazo a la nueva legislación. Después de que el presidente Lyndon Johnson firmó la Ley de Derechos Civiles en 1964, dijo “Creo que acabamos de entregar por mucho tiempo el sur al Partido Republicano”.
Desde entonces, los republicanos buscaron el voto de los blancos sobre la base de la oposición a la integración de los afroamericanos en las escuelas y los barrios. Los evangélicos blancos habían formado sus propias escuelas, consideradas como escuelas de segregación para “protegerse”.
En la medida en que los estados del sur se hicieron más conservadores y republicanos, esto fue acompañado por el aumento de la influencia de los evangélicos en la política. El fortalecimiento del movimiento conservador estadounidense está asociado a la experiencia que derivó de la candidatura de Barry Goldwater en 1964 a la presidencia por parte del Partido Republicano, quien votó en contra de la Ley de Derechos Civiles e intentó movilizar a los blancos conservadores en oposición a la misma para su campaña, aunque perdió. Sin embargo, la candidatura del senador Goldwater a la presidencia, que contó con el apoyo de líderes del Ku Klux Klan, plantó la semilla del movimiento conservador.
Desde entonces, el clivaje racial se mantuvo como el más fuerte y estable de la política norteamericana. Luego, el impulso del movimiento conservador republicano residió en la candidatura presidencial de Richard Nixon, quien llegó a la Casa Blanca en 1969 en defensa de la “mayoría silenciosa” conservadora. Sin embargo, renunció tras la salida a la luz del escándalo Watergate en 1974, que involucraba el espionaje a miembros del Partido Demócrata y hechos de corrupción.
Durante su presidencia, Nixon estableció vínculos con el reverendo Billy Graham, que se caracterizaba por una prédica popular y de gran influencia en los 50. En el marco de la Guerra Fría, Graham se convirtió en promotor de un Estados Unidos identificado con la cristiandad, el anticomunismo y el capitalismo de libre mercado. Sin embargo, su figura como líder político evangélico se eclipsó luego del escándalo Watergate. Graham exhibió una notable capacidad para combinar su carisma con los medios de comunicación, desde la televisión hasta internet, lo que permitió una expansión global de su prédica en distintos idiomas. Tuvo la capacidad de llevar a los evangélicos fuera del fundamentalismo, hacia una predicación mundana y en conexión con las masas.
En 1956, el sociólogo crítico Charles Wright Mills escribía que “Estados Unidos es un país conservador sin una ideología conservadora”. Para este intelectual estadounidense, el poder de las corporaciones, la tecnología, el liberalismo vacío y la cultura de las celebridades reemplazaban la ausencia de una ideología que legitimara el dominio de las elites. Sin embargo, quince años después, nacería un movimiento que dotaría de una profunda influencia ideológica a la derecha norteamericana.
En 1973 se produjo por parte de la Corte Suprema de Estados Unidos el fallo Roe vs. Wade, que permitió el acceso de las mujeres al aborto, basado en el “derecho a la privacidad” de la Decimocuarta Enmienda a la Constitución. Esta situación, entendida por los evangélicos como una amenaza, los llevó hacia una entrada en la política. Uno de los articuladores de este movimiento conservador, el pastor Jerry Falwell, señaló al respecto: “La decisión del Tribunal Supremo de legalizar el aborto por demanda hizo más para destruir nuestra nación que cualquier otra decisión que haya tomado”. Roe vs. Wade sirvió como factor unificador que hizo dejar de lado las diferencias en pos de una unión de la derecha religiosa.
En 1976, el demócrata Jimmy Carter asumió como el primer presidente evangélico, representando una visión que unía su filiación religiosa con una denuncia de las injusticias sociales. En oposición a sus políticas progresistas, un nuevo movimiento evangélico, blanco y conservador se fortaleció a lo largo de su presidencia. En las elecciones de 1980 Carter perdió la continuidad en la Casa Blanca con Ronald Reagan, quien contaba con el apoyo de dos tercios de los votantes blancos y evangélicos. La derrota de Carter significó la caída del evangelismo progresista en la escena nacional. Al igual que Donald Trump, Reagan trazaba en sus discursos una diferenciación entre el pueblo estadounidense, al cual reivindicaba, en oposición a una “pequeña elite intelectual” de Washington.
Un aspecto clave que galvanizó a la nueva derecha cristiana fue la intención de Carter por poner en riesgo la existencia de las escuelas cristianas, lo que fomentó la movilización de los evangélicos conservadores en defensa de la segregación. Carter había obtenido 56% del voto bautista de los blancos, pero luego terminó siendo identificado con los liberales del norte y las feministas.
Patrick Buchanan, el escritor de los discursos de Nixon, había pedido al entonces presidente una contraparte conservadora frente a la influencia que ejercía el think tank liberal de izquierda Brookings Institution en Washington. Como respuesta a este pedido, Paul Weyrich, pastor de la iglesia ultraconservadora Melkite Greek, quien mezclaba política y religión en la lucha contra “el comunismo”, participó de la fundación del think tank conservador Heritage Foundation. Además, desarrolló estrategias clave para la aproximación entre evangélicos y republicanos en oposición al aborto y los derechos para las minorías sexuales.
Durante la presidencia de Ronald Reagan, actor de Hollywood y ex gobernador de California, quien estableció las bases del programa neoliberal y galvanizó a los republicanos, se definieron las líneas del actual sistema político de Estados Unidos, cruzado por las luchas de los conservadores contra el aborto y las feministas a favor del fallo de Roe vs. Wade.
En 1979 se produjo la formación de la llamada Mayoría Moral, donde Jerry Falwell, un predicador conservador de una pequeña iglesia en Virginia, se asoció con Paul Weyrich. Este último entendió el potencial de movilizar a los evangélicos y decidió en 1978 convocarlos en rechazo al aborto. Una semana después de su primer servicio, Falwell comenzó a predicar en un programa de radio local los domingos, para pronto hacerlo en la televisión. Usó el medio televisivo para evangelizar, comprando tiempo de TV en distintos canales. Según el periodista Cal Thomas, que fue vicepresidente entre 1980 y 1985 de la Mayoría Moral, se buscaba que católicos, judíos, mormones y protestantes conservadores formaran un bloque conjunto. Falwell escribió que “la familia es el bloque de construcción fundamental y la unidad básica de nuestra sociedad, y su salud continua es un requisito previo para una nación saludable y próspera. Ninguna nación ha sido nunca más fuerte que las familias que la componen”. Ese discurso en defensa de “la familia” les permitió ampliar su influencia a círculos que excedían grupos religiosos, entre aquellos que tenían una visión conservadora sobre el orden social.
Falwell se oponía a toda asistencia estatal y predicaba el libre mercado. Unió este frente en defensa de “la familia”, destacando que “la idea de que política y religión no se juntan fue inventada por el diablo para evitar que los cristianos dirijan su propio país”. Sostenía que era el deber de un evangélico actuar en política de forma colectiva, saliendo del individualismo, al considerar que el destino de Dios también rige sobre las naciones. Logró crear un movimiento fundamentalista con extensión nacional, opuesto a la revolución social de ampliación de derechos para las minorías que había caracterizado los 60.
Falwell consiguió establecer la unión entre republicanos y evangélicos sobre temas comunes. Desarrolló el uso de la radio y la televisión debido a su rapidez y utilidad para atraer nuevos miembros. La iglesia de Falwell era un modelo que ofrecía distintas instituciones de contención social a grupos perjudicados. En 1971, Falwell estableció la Liberty University, una universidad para cristianos evangélicos: “Si se pudiera poner tanto esfuerzo en ganar personas para Jesús a través de la tierra como se está ejerciendo en el actual movimiento por los derechos civiles, Estados Unidos se daría vuelta hacia Dios”.
Falwell, Pat Robertson y los Bautistas del Sur lideraron la cruzada contra el “humanismo secular” y la agenda progresista en materia de género, los derechos para las minorías sexuales y el aborto. Formaron la Mayoría Moral, la Voz Cristiana y la Mesa Redonda Religiosa. Falwell se opuso a la rebelión cultural de los 60 en todas sus manifestaciones, impulsando a los cristianos a ingresar en política para evitar “la destrucción de la nación”.
Durante la década del 70, los evangélicos fueron accediendo a más canales de radio y televisión, lo que incrementó su influencia en la política de Estados Unidos. Estos grupos recibieron el apoyo de la red de medios Christian Broadcast Network, que tiene como dueño y operador a Pat Robertson, pastor religioso que fue candidato en las elecciones primarias del Partido Republicano en 1988. Robertson ha usado los medios para unificar y movilizar a la base cristiana evangélica conservadora. Robertson aparecía en un show semanal llamado El Club 700. En 1980 organizaron la marcha “Washington para Jesús”, a la que asistieron alrededor de quinientos mil cristianos conservadores.
Ralph Reed y Pat Robertson continuaron la tarea de Falwell, armando la Coalición Cristiana. Reed acercó votantes “profamilia” al Partido Republicano. Ya en los años de Bill Clinton, 75% del voto blanco evangélico iba para el Partido Republicano. Clinton fue el último presidente demócrata que tenía conexión con el electorado blanco y evangélico, en parte por ser miembro de la Convención Bautista del Sur. Robertson y los cristianos evangélicos establecieron una sólida vinculación con George W. Bush, quien había tenido una conversión religiosa evangélica, hablaba su lenguaje y los hacía parte del Gobierno, como con los pastores James Dobson y Richard Land.
Mientras que Obama consiguió el apoyo de una pequeña parte del electorado evangélico para su candidatura, Hillary Clinton, la contendiente de Trump en 2016, tuvo un desempeño más bajo en este segmento del electorado.
Trump: el lobby evangélico y republicano en el poder
Si bien la unidad histórica y cultural de la derecha cristiana entró en crisis por el crecimiento de los latinos y los millenials desde 2014, muchos de los cuales se sienten más cercanos a los candidatos demócratas, lo cierto es que durante la presidencia de Trump se produjo un inédito acceso a los puestos de poder por parte de los pastores evangélicos.
Con Trump se reforzó una forma de gobierno polarizada que debate sobre el significado de ser estadounidense, creando divisiones en torno a la identidad. Esta polarización de las identidades políticas ha llevado a una tendencia donde en Estados Unidos actualmente ser blanco y cristiano protestante es casi equivalente a asumir una identidad política republicana. La religión es entre los blancos estadounidenses el predictor más estable e importante respecto de la identificación partidaria.
En 2004, en su libro Piensa como multimillonario, Trump explicó el modo en que unifica su visión de negocios con la religión, lo que viene a representar una afinidad con aquello que los pastores predican como la teología de la prosperidad:
-Si Dios alguna vez quisiera un departamento en la Trump Tower, inmediatamente le ofrecería mi mejor suite de lujo a un precio muy especial. Creo que Dios está en todos lados y en todos nosotros, y quiero que cada decisión que tomo se refleje bien en mí cuando sea hora de que vaya a esa gran sala del directorio en el cielo.
En 2012, Trump fue recibido en Liberty University por Jerry Falwell Jr., el hijo del pastor fundador de la Mayoría Moral. En esta universidad evangélica, Trump pronunció entonces una conferencia y se manifestó como “un verdadero cristiano”. En 2015, desde la tribuna de esta universidad, Jerry Falwell Jr. instó a los jóvenes a armarse para prevenir masacres y se pronunció para evitar el control y regulación sobre la posesión de armas, ofreciendo un curso universitario para obtener y manejar armas.
En enero de 2016, año de las elecciones en Estados Unidos, Trump volvió al auditorio principal de esta universidad como candidato presidencial para impartir otra conferencia: “Dios llamó al rey David, un hombre según el corazón de Dios, a pesar de que era un adúltero y un asesino” destacó Jerry Falwell Jr. en apoyo a Trump.
Durante la elección de 2016, la base cristiana y evangélica mantenía una fuerte desconfianza hacia la clase política de Washington, lo que aumentó la atracción que sintió por la figura de Trump. La derecha religiosa fue convocada por el discurso racista y nacionalista representado por el magnate de Nueva York, quien obtuvo el 81% del voto evangélico, superando en este aspecto a los anteriores candidatos republicanos, Mitt Romney (2012) y John McCain (2008). Trump obtuvo un importante apoyo de las comunidades rurales religiosas lejanas a las grandes ciudades.
La obtención de la nominación republicana a la presidencia por parte de Trump ocurrió gracias a su capacidad para retener una parte importante del voto evangélico, y esto fue clave para que pudiera llegar a la Casa Blanca. Distintos estudios señalan que a medida que aumenta el sentimiento y las creencias religiosas de las personas, aumenta también la intención de voto por Trump entre los blancos evangélicos. El 61% de los pastores evangélicos de Estados Unidos manifestó su intención de votar por Trump en la elección de 2016.
Actualmente, los evangélicos, que representan al 20% de la población norteamericana, han abrazado la agenda de Trump por el apoyo a Israel y una Corte Suprema conservadora con el nombramiento de Brett Kavanaugh y Neil Gorsuch, dos jueces que se oponen al aborto. Anthony Kennedy, el juez de la Corte Suprema de Estados Unidos retirado en 2018, era afín a la defensa del derecho a la interrupción del embarazo. Con la designación de Kavanaugh por parte del presidente, corre riesgo la vigencia del fallo Roe vs. Wade que garantiza el acceso a la interrupción del embarazo, especialmente en los estados republicanos. Se encuentra así en riesgo la aplicación de la interrupción del embarazo en estados como Alabama, Georgia y Iowa, donde las legislaturas locales son controladas por los republicanos y, aun con oposiciones, la legislación antiaborto podría entrar pronto en vigor.
Trump ha brindado a la Christian Broadcast Network entrevistas exclusivas, y lo mismo han hecho sus asesores. En este canal, Pat Robertson ha entrevistado a Steve Strang, autor del libro God and Trump, quien sostiene que Dios tuvo una influencia decisiva para la elección del presidente estadounidense y la derrota de Hillary Clinton. Rick Perry, un devoto evangélico, ex gobernador de Texas y secretario de Energía de Trump, brindó una entrevista a la cadena de derecha conservadora Fox News –señal televisiva que mantiene el vínculo mediático con las bases republicanas– en la que comentó que dijo al presidente “tú no estarías aquí sino fuera por la bendición de Dios […] Tú estás aquí en este tiempo elegido porque Dios lo ha ordenado”.
Los predicadores evangélicos relacionan a Trump con las figuras bíblicas del Rey David y el Rey Ciro para explicar su ausencia de encaje con los valores puritanos. El pastor evangélico A. J. Dudek de Wisconsin señaló: “Si Donald Trump ayuda a salvar un par de millones de bebés [al facilitar la prohibición del aborto], eso es algo bueno. Mi voto tiene que alinearse con mi punto de vista de la palabra de Dios: debo cuidar al bebé en el útero”.
A su vez, Trump ha colocado políticos afines a los evangélicos en puestos clave de su administración y ha promovido la exención impositiva de las iglesias.
Mike Pence, el vicepresidente de Trump, busca fidelizar para el presidente al electorado evangélico. “Mike Pence es el modelo de oro de 24 quilates de lo que queremos en un político evangélico”, ha dicho Richard Land, el presidente del Seminario Evangélico del Sur y uno de los miembros del Consejo Asesor de Fe de Trump. Pence entendió hace años el vínculo clave entre religión y política para impulsar su ascenso político, cuando realizó su tesis en el Haanover College de Indiana sobre el modo en que Abraham Lincoln usó la religión para su proyección política. Católico conservador y antiaborto, comenzó con un programa de radio, El Show de Mike Pence, para llegar a una audiencia religiosa, tras perder en su candidatura al Congreso dos veces. Luego se convirtió en gobernador de Indiana. Cree que el matrimonio debe ser solo entre hombres y mujeres. Luego del triunfo en 2016, Pence apareció en público junto a David Hughes, el pastor de una megaiglesia en el sur de Florida.
Otro influyente intermediario entre el mundo evangélico y el Partido Republicano es Ted Cruz, hijo del pastor Rafael Cruz, Senador por Texas desde 2013. En 2016, Cruz desarrolló su campaña como candidato del Partido Republicano a las primarias a partir de la Liberty University de Falwell, pero perdió con Trump. Con la derrota de Cruz en la primaria republicana, varios de sus votantes se volcaron hacia Trump, considerado a partir de entonces como la opción más procristiana evangélica.
Mike Pompeo, quien se ha desempeñado como secretario de Estado de Trump, es muy creyente desde su formación. Lee la Biblia e identifica las cruzadas bíblicas con sus propios desafíos como secretario de Estado. Tuvo participación en la política de Kansas, financiado por los hermanos Koch, que dominan el Partido Republicano y financiaron el Tea Party. Asesor de política exterior de Mike Pence, pasó luego a la CIA y después al Departamento de Estado. Su virtud consiste en formalizar y darle coherencia a la visión que busca Trump para el mundo. En un reciente encuentro de la Asociación Americana de Consejeros Cristianos, Pompeo dijo: “Estoy agradecido de que mi llamado como cristiano para proteger la dignidad humana se entremezcle con el compromiso centenario de Estados Unidos con la misma misión en nuestra política exterior en todo el mundo”. De este modo, se hace visible cómo el lenguaje religioso cumple una función importante en la legitimación de las políticas de la administración de Trump, entendidas así como encarnadas tanto en principios bíblicos, como en la tradición del destino excepcional de Estados Unidos.
Durante la presidencia de Trump, se fundó la Oficina de la Fe y la Oportunidad de la Casa Blanca, que apunta a dar más influencia a los grupos religiosos en las políticas de lucha contra la pobreza y por la “libertad religiosa”. El pastor Ralph Drollinger lidera los estudios bíblicos en la Casa Blanca desde que el vicepresidente Pence lo invitó a instalarse allí, al comienzo de la administración. Las reuniones de estudios de la Biblia del pastor se realizan todos los miércoles y cuentan con la presencia de importantes miembros del gabinete como Pence, Pompeo, el ex secretario de Energía Rick Perry, el secretario de Vivienda Ben Carson, la secretaria de Educación Betsy Devos y el secretario de Agricultura Sonny Perdue. Drollinger promueve a través de su ministerio religioso indicaciones para una conducta sexual “disciplinada” con las enseñanzas de la Biblia dirigidas a políticos que, según considera, podrían verse estimulados a tener relaciones extramatrimoniales por el carácter “afrodisíaco” del poder y el ambiente liberal de Washington.
Pompeo, Pence y Jared Kushner han participado activamente en el Ministerio para Promover la Libertad Religiosa en Washington. Kushner, el yerno de Trump y marido de su hija Ivanka, es asesor principal del presidente y fue designado como encargado de Trump para la cuestión del conflicto palestino israelí. Kushner ha mantenido encuentros con los Cristianos Unidos por Israel, un grupo evangélico de fuerte apoyo a Trump e Israel. En 2019, la conferencia anual de este grupo contó con la exposición de cinco asesores de Trump, incluidos Pence, Bolton y Pompeo. También con la presencia de los halcones republicanos Ted Cruz y Marco Rubio.
Los líderes cristianos evangélicos cercanos a Trump han impulsado la orden ejecutiva que “prohíbe” manifestaciones contrarias a la política del Estado de Israel en los campus universitarios de Estados Unidos bajo el rótulo de “antisemitismo” y avala el reconocimiento de la construcción de asentamientos por parte de Israel en territorio palestino. Estas medidas fueron apoyadas por el pastor televisivo John Hagee de Texas, fundador de Cristianos Unidos por Israel.
La oposición a la Planned Parenthood, clínicas que habilitan las prácticas abortivas, también forma parte de la plataforma de los evangélicos conservadores.
En las elecciones de medio término de 2018, tres cuartos de los blancos evangélicos votaron a candidatos republicanos.