Mientras el sentimiento general sigue siendo el de perplejidad ante el crecimiento de las derechas radicales, pocas personas trabajan en buscar un freno a estas ideas y movimientos que procuran socavar las estructuras democráticas. Ariel es uno de ellos.
Su trabajo riguroso y exhaustivo con el bolsonarismo lo puso en condiciones inmejorables para visualizar las ideas de ultraderecha en todo el mundo y para advertir lo que estaba por suceder en la Argentina. Participé de un grupo de whatsapp organizado por él durante la campaña electoral de 2023, integrado por gente de diversos orígenes ideológicos pero todos ellos supuestamente contrarios a la posibilidad de que una figura como la de Javier Milei llegara a la Rosada. En su afán democrático, Ariel no advirtió que algunas de esas personas, ligadas a la centroderecha liberal, podían recalcular la ruta hacia el poder.
La cuarta ola, el nuevo libro de Ariel, es una mirada profunda y amplia sobre el fenómeno, que recoge ideas de muy buenos pensadores y también episodios poco analizados y fragmentos de entrevistas, además de las entrevistas propias de su investigación. Todo esto arma un mapa de la extrema derecha en Latinoamérica y sus vínculos con pares de Estados Unidos, Europa e Israel y otros estados en los que la derecha más radicalizada hizo pie. Ese mapa contempla redes de relaciones, de acciones conjuntas y de una planificación minuciosa para ganar mayorías y consensos entre aquellos tomados por la frustración provocada por las deudas de la democracia y en contra de las ideas que pueda asociarse a cualquier forma del llamado progresismo. Una verdadera cruzada que incluye la politización de la religión y también el mesianismo.
Dios
Patria
Familia
Valores
y Libertad son términos que forman parte de las consignas de estos grupos y movimientos, aunque no siempre están todos.
Las conspiraciones son componentes básicos del relato ultra. La pedofilia es una obsesión. El feminismo y el movimiento LGBT, otros. El mundo islámico (no solamente el integrismo), otro. El antisemitismo es hoy secundario porque el gobierno que lidera Benjamin Netanyahu comparte muchas de estas banderas y así Marine Le Pen (MARINE LE PEN) lidera las marchas contra el antisemitismo en Francia, aunque cueste creerlo.
El libro de Ariel profundiza los casos de Argentina, Brasil, Israel y Perú pero se interna también en sinuosidades y fanatismos compartidos por otros movimientos cuyas voces se amplifican cada vez con más intensidad y se encienden contra todo lo que implique integración e inclusión, porque otra de las líneas que persigue Ariel en su libro es el apoyo de las grandes corporaciones. De hecho, en el epílogo lo dice con absoluta claridad: Sin corporaciones que apoyen, no hay ultraderecha.
En ese epílogo, además, hace algo importante: sugiere una salida. Después de señalar algo en lo que, personalmente, no había pensado (“La crisis de las ciencias sociales como orientadoras se encuentra en relación con la crisis de las izquierdas”) llama a militar la democracia, no solo a defenderla. Y llama a hacerlo por todos los medios posibles, incluso aquellos que los grandes impulsores de la derecha radical manejan desde temprano y mejor que nadie. (leer fragmento 158). Hace también un llamado a la izquierda a que recupere su ”perspectiva de futuro” (Leer 159)
La cuarta ola es una potente cartografía de la ultraderecha y es, también, el inicio de una hoja de ruta para todo aquel que esté pensando que el tiempo de la perplejidad ya pasó y que es hora de actuar para evitar que los fundamentalismos continúen apropiándose de las voluntades y antes de que la erosión democrática sea insalvable.