El contexto histórico sobre el que surgieron los cimientos del rock fue la sociedad estadounidense de la década del 50 sacudida por la posguerra que colocó a la mujer en un rol de jefa de familia, al tiempo que las empujó a ocupar lugares en el ámbito laboral, donde fueron discriminadas salarialmente y en cargos de responsabilidad. Esto sentó un fuerte precedente en el cambio de conciencia que desarrollarían a partir de entonces, sin vuelta atrás, y que años mas tarde explotaría en el movimiento feminista.
El rock tenía entonces una enorme carga sexual en torno de lo masculino, mientras ellas eran consideradas y representadas como un objeto, una “fuente de inspiración”, de inhibición, de lo relacionado con el ámbito doméstico para una música cuyo escenario se traducía en acción, rebeldía y expresión.
No obstante, la llegada del rock como manifestación artística supuso un recorrido en la construcción de la identidad femenina para las artistas de esta disciplina.
“Pensar en las mujeres que nos abrieron el camino, y en las que en ese momento ocupábamos espacios hasta entonces blindados para el hombre exclusivamente, o ser parte de un line up en un festival, ya era un acto de rebeldía y de consolidación de lugares ganados que hoy por suerte se multiplican”, precisó a Vertientes del Sur, Mavi Díaz, cantante y compositora de rock y folclore argentino.
Por su parte, Lula Bertoldi, referente de la escena actual, compositora y líder de Eruca Sativa, expresó a este portal la importancia de analizar los orígenes y el rol de la mujer en el rock “poniendo un foco sobre el género. Siempre me parece que tiene más de justicia histórica el hecho de tratar de darle importancia a las mujeres que abrieron el camino para nosotras hoy".
“Sentimos que muchas mujeres que vinieron antes que nosotras no tuvieron la relevancia que merecían, ni quedaron en ningún libro de la historia de la música de Argentina, y es injusto porque han hecho muchísimo para que, no sólo nosotras estemos hoy acá, sino para que el rock sea distinto”.
Díaz planteó que “el feminismo no se vivía en los años 80 de la misma manera que se vive ahora, ni se militaba de la misma manera”.
“Me acuerdo -continuó- que a veces nos preguntaban ¿son feministas? Y nosotras decíamos ‘somos femeninas’ porque en ese momento ser mujer, en un ambiente exclusivamente habitado por hombres, ya era una declaración de principios.”
Destacó que en ese momento “no se manifestaba abiertamente como se manifiesta ahora, porque la lucha era otra. El espacio había que cuidarlo día a día; había que demostrar el doble todo el tiempo, y sobre todo en el mundo de la mujer instrumentista, porque cantantes había más”.
Romina Zanellato, periodista neuquina especializada en música, feminista y autora del libro “Brilla la luz para ellas” donde narra la historia y la participación de las mujeres en el rock argentino desde los años 60 hasta hoy, ubicó la vinculación de los feminismos con el rock en los 80.
“Los feminismos se empezaron a mezclar con el rock en los 80. Celeste y Sandra fueron las primeras, después las punks, como She Devils, que se acercaron directamente a los feminismos. Después, en los 90 o 2000, muchas mujeres en el rock actuaban como feministas pero no se expresaban en esos términos o no se acercaban a grupos feministas, eso cambia en la última década”, expresó durante una entrevista con Vertientes del Sur.
De este modo se refirió a Sandra Mihanovich y Celeste Carballo, la dupla de rock melódico de finales de los ´80, si bien Celeste ya venía cantando con el grupo “Alter Ego” y “Taxi” en la segunda mitad de la década del 70, para grabar en 1982 el super exitoso “Me vuelvo cada día más loca”, y llegar a 1988 con Sandra a producir “Somos mucho más que dos” y “Mujer Contra Mujer” en 1990.
Con el punk se dio una situación similar. Surgió en Argentina a finales de los 70, también impulsado por el apogeo del movimiento punk del mundo anglosajón, pero fue recién a fines de los 80 cuando comenzaron a aparecer bandas punk que ampliaban los límites de género y la crítica de los roles tradicionales de las mujeres.
She Devils, una de las pocas bandas punk argentinas de aquella época, integrada por mujeres, Patricia Pietrafesa (voz y bajo), Pilar Arrese (guitarra) e Inés Laurencena (batería), que desafiaba estereotipos con composiciones que estaban en contra de la violencia, hablaban de género, de roles, de los derechos de los homosexuales, del derecho al aborto, y otros temas como el vegetareanismo y los derechos de los animales.
Durante esa década surgieron mujeres que lograron un espacio en lugares hegemonizados por los hombres, como Fabiana Cantilo, integrante de las Bay BIscuits, que luego se incorporó a los Twist donde fue la primera voz femenina, y siguió como corista con Charly y Fito Paez para lanzarse como solista en 1985.
O como, entre otras, María Rosa Yorio que fue una de las pioneras, recorrió los 80 y siguió su camino como solista, o Hilda Lizarazu, que integró los Twist reemplazando a Cantilo, luego lideró la banda Man Ray y años más tarde se posicionó sola en el escenario del rock nacional.
Patricia Sosa se impuso de una manera particular, como señaló la integrante de Viuda. “Para mí, una de las mujeres que me impactó por su presencia escénica y por el respeto que generaba en un público fogoso, excitado y no siempre bien llevado, fue Patricia Sosa. Convengamos además que el heavy era un ambiente exclusivamente para los hombres y ella sí se ganó un espacio en un ambiente súper hostil”.
“ Recuerdo un festival de La Falda,que compartimos juntas, donde le tiraban choclos a todo el mundo, porque vendían choclos y les tiraban las mazorcas a los artistas, no porque les gustaran o no sino porque los espacios post dictadura de juntada de jóvenes siempre eran campos de batalla o casi siempre.”
“Y cuando salió Patricia todo el mundo quietecito, calladito la boca porque ella imponía un respeto tremendo. Y para mí, eso fue: Guau! Qué fuerte que lo tenga así tan claro y le salga tan natural. Por eso para mí fue como un antes y un después verla a Patricia en el escenario”, enfatizó Díaz.
Viuda e hijas del Rock Enroll, banda formada en 1983 por Mavi Díaz, María Gabriela Epumer, Cluadia Sinesi y Claudia Ruffinatti, luego de disolverse “Rouge”, grupo de rock formado por mujeres, también marcó los inicios de esta eclosión.
Díaz precisó que “en ninguna época y en ningún género musical para las mujeres ha sido fácil. Ni hablar para las diversidades. Con lo cual, en el tango y en el folclore, que también son espacios muy machistas, a la mujer le costó como en el rock. Pero cuando trabajamos con mi compañera Celsa Mel Gowland, mentora de la Ley de Cupo vimos a través de los distintos relevamientos que hicimos, que el rock era el más afectado, menos del diez por ciento de mujeres en las grillas de los principales festivales de todo el país”.
Para la autora de “Brilla la luz para ellas” “el efecto de las primeras rockeras fue de visibilización y de compromiso político. Cuando alguien va a ver una banda o escucha hablar a una música que le gusta y encuentra en su discurso algo que desconocía, cuando la artista acerca dos universos al público, está haciendo un puente, una multiplicación del mensaje. Para los feminismos eso siempre fue muy importante porque no son discursos mainstream, ni siquiera ahora”.
El recorrido de las mujeres en el rock atravesó la lucha del matrimonio igualitario, del Niunamenos, contra los femicidios, la ley del aborto legal, de la marea verde, y en este sentido “el rock es un reflejo de la sociedad, y los cambios que se viven también impactan en el rock. Las luchas de las mujeres y feminidades impacta directamente en los roles asignados. Por suerte hubo un paso al frente de parte de todas las mujeres”, señaló Zanellato.