¿Cómo se lee el libro de una amiga? Con Bellu nos conocemos hace más de dos décadas, fue mi primera maestra feminista y a lo largo de los años me sorprende cómo insiste en no quedarse quieta. Le escapa a los lugares comunes, a las zonas de confort y sigue pensando, buscando referencias políticas e intelectuales que le ayuden a descifrar los nudos problemáticos de cada época. La aparición de este libro sobre Carolina Muzilli es evidencia de esa búsqueda, de esa disposición inquieta.
Esta reseña cargada de afecto y tránsitos compartidos se divide en tres. En un primer momento, me gustaría contar cómo se enhebró Bellu y la historia de Carolina en un ciclo de charlas sobre mujeres socialistas que organizamos en la Sociedad Luz, en el Profesorado Alfredo L. Palacios el año pasado, del que soy docente desde el 2011. En un segundo momento, me parece interesante detenerme en una reflexión sobre qué implicancias, qué sentidos tiene traer la historia de Carolina en este contexto que estamos transitando, de dolor, de crueldad y de vaciamiento y de una agenda de ultraderecha que busca también disputar el pasado. Voy a terminar con algunas reflexiones acerca de por qué me gusta cómo Bellu decidió contar esta historia.
Durante el año 2023, sabiendo que Bellu estaba trabajando ya en el libro sobre Carolina, la invité a participar de un ciclo de charlas que organizamos en el profesorado en el que trabajo, el profesorado de historia y geografía Alfredo L. Palacios, que queda en el sur de la ciudad, en Barracas y funciona en la Sociedad Luz, un antiguo local del partido socialista. Es un sitio emblemático del barrio, que fue sede de una universidad y biblioteca obrera desde comienzos de siglo XX. En ese ciclo de charlas, la intención fue recuperar y poner en valor trayectorias de mujeres socialistas que intervinieron en el ámbito local, en la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano porteño. En ese momento nos parecía necesario darle una vuelta de tuerca a las conversaciones feministas, al panteón de heroínas que construíamos y entonces Carolina, costurera, Carolina obrera gráfica, Carolina inspectora de condiciones de vida de sus hermanos y hermanas de clase, aparecía como una referencia obvia. Reparábamos al indagar en su trayectoria que Carolina era además una figura bisagra entre distintas luchas, que conectaba de manera peculiar sus anhelos con los de otras mujeres socialistas. En ese ciclo de charlas Carolina aparecía junto con la maestra luchadora, Pascuala Cueto, pionera creadora de dispositivos pedagógicos revolucionarios, emancipadores en Morón. Aparecía cerca también de Fenia Chertkoff, esa mujer judía docente, artista plástica, que se refugió en el país después de sufrir persecución por la policía zarista, creadora de proyectos de bibliotecas y espacios recreativos para niños y niñas obreros. En el ciclo de charlas no la trajimos pero es clave en este rompecabezas la Gabriela Laperrière, mentora, amiga de Carolina que va a terminar rompiendo con el partido y siendo una de las líderes principales del sindicalismo revolucionario en esa segunda
década de 1900. Muzilli formaba parte de esta constelación de mujeres que muy temprano pensaron en feminismo, en derechos políticos y sociales para las mujeres, que pensaron además un feminismo en clave de clase, que crearon sus prensas e intervinieron en las de su partido, que apostaban a la lucha legislativa sin perder de vista el barrio, el territorio.
¿Por qué la traigo a Carolina y a sus compañeras en esta presentación? Porque creo que hay que celebrar este esfuerzo de Mabel por rescatar esta parte de nuestra historia feminista. A veces tenemos más a la mano a Simone de Beauvoir y a Ángela Davis que a nuestras teóricas y militantes locales. No es desde ningún nacionalismo patriotero que digo esto, ante todo soy internacionalista. Pero no deja de ser una picardía que no nos amiguemos un poco más con estas ancestras nuestras.
Y de la mano con eso, mientras releía el libro de Mabel pensaba en los usos que se están haciendo de la historia en este contexto, de la romantización en torno a la Argentina del Centenario, como un país pujante, el granero del mundo, potencia regional, campeona del liberalismo. Me parece importantísimo que invoquemos a Carolina y a sus luchas para sostener la conversación sobre cuál era la precondición para esa supuesta pujanza económica: la falta de derechos laborales, la explotación desmedida en las fábricas y en las cosechas, el trabajo infantil, la educación sólo para ricos, la vivienda como un lujo. Y en especial, la costumbre de que el trabajo femenino fuera siempre el peor pago, el de peores condiciones, el menos valorado socialmente, fuera el rubro que fuera. Me parece fundamental entonces tener este insumo para aportar al debate sobre el pasado, no sólo porque Carolina dedicó su vida a reunir evidencia sobre el malestar social de la clase obrera de su tiempo y pensar iniciativas para otro mundo posible. Si no porque se vuelve un ejemplo de activismo comprometido en un momento de crueldad e injusticia, que rima con el momento que transitamos hoy. Hay algo de eso que estaría bueno que nos trajéramos para este lado de la historia.
Voy a terminar esta parte de la intervención, con una mirada más desde mi propia disciplina, más historiográfica. Pero también de mi conocimiento de los muchos libros que ha editado la Bellu. Mabel elige contar la historia de Carolina Muzili desde distintos ángulos. Es un libro que es muchos libros a la vez. Es una biografía, pero también a través de su figura se cuenta la historia de un momento político y social, se narran también las experiencias históricas de trabajo del mundo gráfico, se hace zoom sobre el trabajo femenino en esa época, se abre la lente para abarcar la experiencia de la Unión Gremial Femenina y luego se puntualiza en la labor periodística socialista en Tribuna Femenina y también en La Vanguardia. Esto me hace pensar en el estilo que Bellu pone a jugar en otros libros porque en Historia de una desobediencia, el libro ya clásico e imprescindible de Mabel sobre la historia del aborto en Argentina, pasaba algo parecido. El aborto se volvía una oportunidad para iluminar distintas historias entrelazadas: la de los activismos feministas, los comprometidos con la liberación sexual, la historia de las traducciones de publicaciones y su circulación, la de los exilios e insilios, la de las figuras resonantes y las de montones de anónimas feministas que fueron sumándose a una lucha enorme. Mabel hace algo más en este libro de Carolina que es volver sobre un tema también clásico de la historia de las mujeres: cómo trabajar con evidencia dispersa, con fuentes fragmentarias, con documentación ausente. Y lo que logra es componer un rompecabezas a partir de lo que existe para dar respuestas a algunas preguntas sobre la vida de Carolina y, seguramente, como ella también dice, para acompañar futuras investigaciones que se ocupen en profundizar en dimensiones que este libro anticipa de alguna manera.