Me emociona mucho que Marea haya reeditado este libro porque es como una historia de ida y vuelta, de exilios y migraciones, que me une con el querido Carlos Ulanovsky.
Julio Cortázar, tantas veces criticado por radicar en Francia, contó alguna vez el dolor que le produjo la prohibición de sus libros y su presencia en su país durante la dictadura. No venir a, o no vivir en Argentina, ya no era una decisión suya.
En el derecho de cada persona a elegir en dónde vivir está la clave y vigencia del libro de Carlos. Aquí cuenta su exilio en México, mi país, con una honestidad que conmueve. No hay un héroe ni un mito ni justificaciones ideológicas, sino un hombre que parte de Argentina a México con su esposa Marta y sus hijas Julieta e Inés, obligado por el miedo, con vergüenza y culpa asumidas.
La minuciosa descripción de su nostalgia, tristeza y melancolía, sentimientos universales, nos permite reconocernos en otro, acompañarlo en sus dudas y temores.
Hay un aprendizaje sobre el exilio, esa palabra terrible que implica el abandono del país propio a la fuerza pero que, al mismo tiempo, permite el descubrimiento de fortalezas y debilidades personales identificadas por Carlos a veces con ironía, a veces con sorpresa.
Al igual que lo hacen los países y las personas, este libro mutó con el transcurrir de los años. Lo que no cambió nunca es el agradecimiento de Carlos a México. Lo bautiza “el otro país nuestro” y lo define “un obsequio inesperado” y “una clínica de recuperación” emocional.
Imposible ser mexicana y no sentir orgullo por la solidaridad de mi gente rescatada en estas páginas. Es una noble tradición. La gratitud va de vuelta, Carlos, por recordarnos que siempre es posible empezar de nuevo. Y que podemos ser felices mientras estemos aquí.
<3