"Los discursos de odio hace mucho que vienen causando estragos en la población. En plena pandemia escribí un libro que acaba de editar Marea: "Los tiempos detenidos, encierros y escritura". Ya entonces me alteró la gente que despotricaba y violentaba las normas sin discernimiento alguno. El miedo como móvil suele ser muy enceguecedor. Me alteraban y alteran sobre todo esas mujeres grandes, sacadas de quicio, reclamando la muerte de la vicepresidenta con los peores improperios. Ya vemos a dónde nos condujo… Muerto el perro (la perra) se acabó la rabia, parecerían pensar quienes despotrican de la peor manera, sin darse cuenta de que la rabia no está en el objeto que tienen en la mira sino en elles mismes (mal que les pese el lenguaje inclusivo), y esa rabia si bien disidente solo se aplaca con sensatez, criterio y respeto. Lo que me lleva a reflexionar sobre el tema de género en la zoología: el perro es el leal amigo del hombre, la perra en cambio… Y ni hablemos del caballo, ese noble equino que cuando es hembra… En fin. Mejor no repetir vocablos que llevan al desastre".