Marea Editorial

"Los argentinos tenemos muy baja tolerancia a la verdad"

Por eso el Gobierno oculta la realidad, afirma el periodista Miguel Wiñazki

Por Laura Di Marco 
Para LA NACION

El mayor capital social que puede tener un país es su capacidad para aceptar y resistir la verdad. En el caso de la Argentina, ese umbral de tolerancia es muy bajo, dice el periodista y escritor Miguel Wiñazki. “El mito de la superioridad argentina encubre esta debilidad: la inevitable percepción de que las cosas no son como nos gustaría”, explica.

Wiñazki es director del Máster de Periodismo del diario Clarín. Sostiene: “Los periodistas tenemos pocos momentos periodísticos reales, porque, en general, uno se somete, insensiblemente, a la tensión de la noticia deseada y no contradice lo que, intuye, su público quiere escuchar”. La misma lógica estaría escondida en el renovado interés por la historia argentina. Porque este interés, según Wiñazki, no sería por la historia tal como ocurrió, sino por su versión deliberadamente “mejorada”, con héroes de photoshop . "Hay una necesidad de volver a la historia para ajustarla a nuestras posiciones ideológicas actuales", afirma en la entrevista con LA NACION.

"Existe un romance inevitable entre un gobierno y sus electores, que pospone el desgaste. Pero la realidad no se puede adulterar eternamente. El ciclo de la noticia deseada termina inexorablemente y la información brota, como un volcán, por su propia potencia. Es entonces cuando el lado oscuro de un gobierno se deja ver", expresa sobre la tormentosa relación entre el gobierno de Néstor Kirchner y los medios de prensa.

Estudioso de lo que llama "comportamiento físico de la información", Wiñazki decidió zambullirse en la historia y, más precisamente, en la genealogía del periodismo, resumida en la figura de Mariano Moreno, tema de su reciente libro, Moreno: el fuego que inventó la patria , de Editorial Marea.

-Es paradójico: por un lado, el Gobierno se obsesiona con los medios y la imagen, al punto de que no duda en adulterar estadísticas y encuestas para "editar" su propia realidad, y por otro, mantiene una relación tortuosa con el periodismo...

-Sí, es una paradoja interesante. Es que los actores de la noticia deseada son, por un lado, el público, que desea confirmar sus prejuicios antes que informarse, y por otra parte los gobiernos, que quieren propagar las supuestas virtudes de sus políticas. Los gobiernos son medios de comunicación en sí mismos y propagan noticias deseadas. La tradición de un gobierno como medio de comunicación, especialmente en la Argentina, empieza con su fundación. Porque Moreno, en realidad, no es el fundador del periodismo.

-¿Cómo que no? Ahora, díganos que Belgrano no es el creador de la Bandera y terminará de perturbarnos completamente...

-El periodismo antecede a Moreno. Hay una larga lista de medios anteriores a la Gazeta , con ensayos de independencia; incluso Belgrano, ya que lo cita, escribió en medios con ascendencia sobre la población bastante antes del 25 de mayo de 1810. Resulta muy curioso, entonces, que el Día del Periodista sea el 7 de junio, fecha fundacional de la Gazeta de Buenos Aries , un medio de propaganda del gobierno revolucionario, del que Moreno era secretario.

-¿Hay una necesidad de consumir una historia reeditada, algo así como la generación de héroes pasados por el photoshop ?

-Toda nación necesita una historia, y hay una construcción de la noticia, como la hay de la historia. También hay una historia deseada, que se reajusta a las posiciones ideológicas actuales. Por ejemplo, se suele soslayar el papel de los ingleses en los orígenes de la Argentina y la cercanía del propio Moreno a Gran Bretaña. Sería difícil de digerir que un fundador de la patria haya sido aliado de los ingleses, como realmente lo era. Entonces, recortamos el dato, lo minimizamos. Está, pero no lo vemos.

-Que es otra forma de distorsionar la realidad...

-Así es. Y la clave de la popularidad de muchos de los que escriben sobre historia -no de todos, por supuesto, porque hay historiadores excelentes- es conceder a las mayorías la visión de héroes reeditados. Lo mismo pasa, a veces, con el periodismo: hay periodistas que tienen un altísimo nivel de reconocimiento y que no resistirían un control de calidad, porque no dan información, sino que se dedican a reconfortar a su público diciéndole que tiene razón.

-¿Qué pasaría si nos dijeran la verdad cruda? ¿Cuánta verdad podríamos tolerar?

-Parecería que muy poca. De hecho, cualquiera de nosotros sabe la verdad, porque la vive todos los días, pero prefiere no explicitarla. Pero, precisamente, la proyección optimista de una sociedad está vinculada con el grado de verdad que es capaz de tolerar.

-Pero ¿cómo sería la relación entre verdad y desarrollo?

-Los países escandinavos eran muy conscientes, a principios del siglo XX, de su situación de pobreza, y a partir de esa conciencia hubo un crecimiento sostenido. La adulteración, en política, es muy afín al nacionalismo. Hay una manera de producir teorías conspirativas que prende rápidamente en la Argentina. Y Kirchner ha usado muy bien el nacionalismo, con un discurso que es muy difícil de refutar. Da miedo enfrentar a un tipo que habla todo el día defendiendo discursivamente los intereses de la Nación, en nombre del Estado. Da miedo ser considerado un traidor, ser marginado.

-Usted menciona a tres sectores que configuran la noticia deseada: el público, el gobierno y los medios. ¿Cuál de los tres domina en nuestro país?

-Acá está totalmente desbalanceado en favor del Gobierno. Si gobernar es comunicar y comunicar es dar cuenta de las acciones de gobierno, pero vos soslayás a los periodistas, o eventualmente los comprás o los convertís en propagandistas, hay un desbalance grave del sistema democrático.

-Usted dice que la noticia deseada tiene un ciclo y que el romance entre el Gobierno y sus electores siempre termina. Pero ¿es la gente la que empieza a cansarse y los medios lo reflejan, o porque los medios difunden malas noticias pasada la luna de miel la gente empieza a cansarse?

-El fenómeno es complejo. La realidad no puede adulterarse eternamente. ¿Cuánto tiempo se pueden ocultar Skanska, la inflación, las valijas voladoras, la bolsa de Miceli, la tensión en Santa Cruz? En países cerrados, como China, ¿cuánto tiempo se podrá bloquear Internet?

-Supongo que la invisibilidad del lado oscuro de un gobierno dura lo que la luna de miel. Pero ¿cuándo lo negativo se deja ver?

-El ciclo de la noticia deseada termina siempre, y en general ocurre cuando la gente percibe que puede ser perjudicada. En su salario, por ejemplo. Hay un romance inevitable entre el gobierno y sus electores, que posterga el desgaste gubernamental bastante tiempo, hasta que no se puede más. Es en ese momento cuando la información brota como un volcán.

-El hechizo con los Kirchner todavía no parece haberse quebrado.

-Parecería que la gente no percibe que puede ser perjudicada y que el imperio de la imagen todavía sigue funcionando. Kirchner representó todo este tiempo la bronca argentina. Le fue muy bien estando enojado, porque la gente está y estuvo muy enojada. Pero esta relación especular entre Kirchner y la sociedad es funcional hasta que los hechos empiezan a evidenciarse. Y, de pronto, se puede ver que el entorno de Kirchner atropella, pisotea con impunidad. Y lo vio todo el mundo, no se puede negar. Si no hubiera habido alguien que filmara y subiera a Internet el atropello de Varizat, no habría tenido la potencia que tuvo. En ese sentido, lo que llamamos periodismo participativo es fundamental.

-Pero también tiene sus paradojas, porque también hay mucha violencia verbal en los blogs ...

-Sí, la cultura bloggera es asimétrica. Los comentaristas se sienten liberados de la responsabilidad de fundamentar sus opiniones o de enviar datos chequeados. Y por eso están muy tentados de agredir, sin más ni más y con cierta impunidad.

-Usted dice que las cosas dejan de estar ocultas en algún momento. ¿Qué pasa entonces?

-Se abre otro ciclo de distorsión y la historia vuelve a empezar...