Seguramente muchos de los fanáticos del rock argentino que lleguen a este libro, esperando un libro más del rock argentino, vayan a enojarse. ¿Cómo se atreve a hablar en lenguaje inclusivo? ¿cómo se atreve a cuestionar a vacas sagradas como Charly García, los rockeros jipis de los '70, o el rock barrial que combatió al menemismo? ¿y cómo se atreve a poner en la contratapa al álbum donde Andrea Álvarez sale desnuda?
Y ahí es donde te das cuenta que el libro funciona. Porque el rock es incomodar, cuestionar, revolver el avispero (cierta vez en Reddit me borraron un post de rock argentino donde ponía a la hiper-contestataria Miss Bolivia... y ahí me di cuenta que estaba haciendo las cosas bien. Porque si no incomoda ni revuelve el avispero, no es rock). Y este no es un libro más del rock argentino. Es el punto de vista de las mujeres en la historia del rock argentino.
Por eso yo les pido a esos lectores que abran su corazón y no se queden en el rechazo o la intolerancia. Pregúntense ¿y qué tal si mi mamá o mi hermana vivieron estas cosas, y nunca me lo dijeron? Y ¿me enojaría tanto si fuera un hombre el que hiciera esta crítica?
Este es un tip de autoayuda que se me ocurrió reflexionando mientras leía el libro... es algo que escapa a este libro en particular y que funciona para todos los aspectos de la vida:
Cerrá los ojos... y mirá el ser humano detrás de las palabras. No te dejes llevar por los preconceptos acerca de "qué es lo que una mujer puede o no puede decir", "qué es lo que un hombre puede o no puede hacer"... no te cierres, abrí tu corazón, escuchá lo que las mujeres tienen para decir. Detrás de sus palabras hay un mundo de angustia, decepción y sed de justicia, un mundo que los hombres no podemos ni imaginar.
Visto el panorama archigastado del periodismo del rock argentino, con sus mitos de La Balsa, sus vacas sagradas y sus dogmas de fe, Zanellato es un soplo de aire fresco en los libros de rock argentino. Se anima a cuestionar la historia oficial del rock argentino escrita desde 1967 por "el clan La Balsa" (Grinberg, Kreimer, Lernoud, Marchi, etc.) No le rinde obediencia ciega a los jipis ni a Charly García, como hace todo el resto de los historiadores, y los critica cuando hacen algo que le parece reprobable, como el caso Peperina.
A propósito, mientras iba leyendo me fui dando cuenta que ya había leído a Zanellato en mi voraz consumo de notas sobre el rock argentino. Tiempo atrás ya había leído su nota sobre Peperina, que había quedado grabada en mi memoria porque hacía una lectura feminista del caso y se animaba a tildar a una vaca sagrada como Charly García de machista despechado. También, ya había leído su nota a Celsa Mel Gowland sobre su epopeya con la ley del cupo femenino en festivales argentinos.
Pero la mejor característica de Zanellato es que es tolerante y comprensiva, no levanta el dedo acusador contra tal artista por tal decisión que tomó, ni menosprecia tal género musical. Esto es un total contraste con "el clan La Balsa", que desde sus inicios levantó el dedo acusador y declaró que había una "música verdadera" y una "música pasatista".
Así pues, Zanellato felicita a Patricia Sosa por haberse convertido en una super exitosa cantante pop. Le levanta un altar a las Viuda e Hijas de Roque Enroll por hacer música divertida y bailable que enfureció a la revista Pelo (enemigos de la danza y de la diversión, amigos de las letras "para pensar y escuchar sentados"). Respeta la decisión de María Rosa Yorio de preferir la monogamia en vez del poliamor jipi. Declara que todas son estrategias válidas para que una música triunfe: masculinizar su imagen (Pato Sosa en La Torre), usar la sexualidad a su favor (Érica García), vestirse hiper-femeninas (María Gabriela Epumer). Inclusive, en una nota en internet, celebra a Violeta Rivas, por haberse convertido en una exitosa cantante en tiempos como los '60 donde era muy difícil para una mujer estar en la pantalla, jamás hace críticas por ser de la nueva ola o del Club del Clan.