Marea Editorial

Que sea respetuosa

Un fragmento de "Puertas adentro", el libro que acaba de publicar Marea Editorial, sobre el trabajo doméstico en la región. Testimonios, estadísticas e historias personales recolectadas por cuatro redactoras especializadas en periodismo narrativo.


Pedidos
Que sea francesa, que sea española, que sea paraguaya, que sea peruana, que sea venezolana, que tenga buena presencia, que tenga entre 10 y 12 años, que tenga entre 18 y 22, que tenga entre 25 y 40, que tenga entre 40 y 50, que tenga 60, que tenga dos años de experiencia, que tenga cinco, que tenga tres referencias con cama adentro, que sea señora, que sea señorita, que sepa de cocina argentina, que sepa planchar, que sepa lavar, que sepa coser, que conozca los productos de aseo, que acompañe a una jubilada, que viva en zona norte, que viva en zona oeste, que viva cerca de Banfield, que viva en Capital, que no sea de la villa, que no sea peruana, que no sea de Santiago del Estero, que no sea de Tucumán, que no sea de Corrientes, que no sea morocha, que sea respetuosa, que sea honesta, que sea flaca, que sea robusta, que sea sana, que los animales no le den miedo, que sea cariñosa con los niños, que no tenga hijos, que no tenga familia, que no ponga condiciones.
Ofrecidos
Sirvienta con cama. Sirvienta se ofrece para todo sin cama. Muchacho de 12 años recién llegado sin pretensiones. Mucama fina italiana para comedor o niñera con muy buenas referencias. Mucama española para el servicio de adentro. Señora honesta, trabajadora y confiable se ofrece para limpieza por hora. Señorita grande, seria y honesta busca empleo 3 o 4 veces por semana como doméstica en San Miguel de Tucumán. Tengo experiencia, soy muy responsable y tengo habilidades de limpieza y planchado. Soy de Ituzaingó, excelentes referencias, el pago se puede hablar. Limpio, lavo, plancho, cocino, también cuido personas enfermas y adultos mayores, amplia disponibilidad horaria. Hola, mi nombre es Rosana, tengo 47 años, soy cumplidora, respetuosa, honesta, ojalá me den la oportunidad de una entrevista. Arminda, sé hacer de todo un poco. Hola, tengo certificado de antecedentes penales, soy de Santiago del Estero. Soy paraguaya, ya cuento con DNI argentino, no tengo hijos, tengo 19 años, no fumo ni tomo, sé planchar muy bien, lo que no sé lo aprendo rápido. Soy venezolana, 43 años, profesional en Educación Inicial, me adapto a las exigencias, mi WhatsApp es...
Así se pidió y se pide, se ofreció y se ofrece trabajo doméstico en la Argentina en los últimos 120 años, a través de avisos clasificados, hotel de los inmigrantes, oficinas de empleo, bolsas de trabajo, redes sociales, grupos de WhatsApp, volantes, orfanatos, iglesias, instituciones de caridad, recomendaciones de amigos y familiares, páginas web y agencias.
Están las agencias
La Agencia Enrique queda en un piso 13 de la avenida Corrientes en el barrio porteño de Once. En la puerta de entrada que es de vidrio está pegado el logo: un círculo con el dibujo de una mujer que sostiene un trapo en la mano. 55 Son las tres de la tarde del martes 28 de agosto de 2018. Adentro el espacio es estrecho y varias mujeres esperan sentadas como en un consultorio. Al fondo hay dos escritorios y tres empleados que tienen un carnet con su nombre en la remera. A la derecha hay otra sala más pequeña y oscura donde aguardan otras seis mujeres. Por último, en el que sería el dormitorio de este departamento de dos ambientes, la oficina del dueño y fundador de la agencia.

Enrique Barrios Chousal acaba de cumplir 70 años y lleva una camisa azul eléctrico y jeans. Su oficina tiene un ventanal enorme con una vista imponente al cielo, pero es austera. Solo hay un escritorio y una planta en un rincón. Enrique saluda con un beso y apenas empieza la entrevista cuenta que algunos de sus clientes son Adrián Suar, Wanda Nara, Mariana Nannis, la familia Macri, la familia Menem, la familia Mitre. Que todo el mundo lo conoce. Que tiene una sucursal en Punta del Este.
–Yo soy la cuarta generación. Tengo tres agencias. Esta, otra que se llama Ramiro, donde trabaja mi hijo, y la de mi hermana, que está en Belgrano.
Enrique nació en Uruguay y empezó a trabajar con su abuelo, Manolo, hijo de Rosalía Dávila, una mujer española que llegó a Montevideo a comienzos del siglo XX y fundó la primera oficina de empleo para trabajadoras domésticas a la que llamó La Corredora. En 1920 Manolo abrió su propia agencia y 50 años después su nieto Enrique abrió otra. Era 1980 y luego de que sus clientes, veraneantes argentinos de Punta del Este, le insistieron para que inaugurara una sucursal en Buenos Aires, decidió probar.
–Vine con personal doméstico desde Uruguay porque acá había mucho trabajo en fábricas y no había tantas empleadas. A la semana de llegar me llama un cliente y me dice: “Enrique, necesito a alguien”. Por mi trabajo los conozco a todos: Susana Giménez, Eduardo Costantini, Bernardo Neustadt, Julio Grondona. A todos. Después, quienes me recomendaron a mucha gente fueron Carlos Menem, Zulemita y Zulema Yoma. Así llegó un momento en el que traje a toda mi familia y me vine para acá.
Hoy vive en Recoleta y de lunes a viernes camina diecisiete cuadras a su oficina. Por sus tres agencias cada día pasan entre 80 y 100 mujeres en busca de trabajo. Cuando llegan, los empleados les toman sus datos y les hacen un examen psicotécnico, se fijan que no tengan antecedentes penales, llaman a los teléfonos de referencia y consultan cuánto tiempo trabajaron en cada casa. Luego Enrique les hace una entrevista personal y les pregunta si saben cocinar, si saben planchar, si les gustan los niños o la gente mayor. Si después de la entrevista Enrique aún tiene dudas, les pide el teléfono de sus vecinos, de algún comerciante de su barrio o manda a un informante a ver con quién y cómo viven.
–Averiguamos tu entorno. Si en tu familia hay droga, ladrones, todo. Yo soy un profesional para sacar informes. Les pregunto cuánto ganaban, de qué trabajaba su patrona y si me dicen que no saben, les digo: “Ah, es tu patrona y no sabés de qué trabaja”. Si son del interior, averiguo en el pueblo, llamo a un kiosquero que viva cerca y le pregunto: “¿Usted conoce a tal familia, a tal persona?”. Llamo a dos o tres.
Cuando pasan todos los filtros “las fichan”: las registran en un Excel donde tienen una base de datos de 14.000 trabajadoras.
Por esa búsqueda y selección Enrique les cobra a sus clientes, los futuros empleadores, un monto del 50% del salario de la trabajadora recomendada por única vez. Y si necesitan a alguien para un trabajo temporal, les cobra 20 o 30% del salario.
–Las mujeres que vienen tienen entre 18 y 70 años. Muchas son del interior de la Argentina y también de Perú, Paraguay, Bolivia, Colombia, República Dominicana y últimamente varias de Venezuela. Por ejemplo, las dominicanas buscan trabajo, pero a la mayoría las trajeron para prostituirlas y son conventilleras. Las colombianas son buenas, pero peligrosas porque andan con una banda atrás que te falsifica todo y las peruanas también, aunque son excelentes empleadas. Las paraguayas son gente buena, muy trabajadoras, algunas mentirosas. Mentiras tontas: “¿Por qué faltaste?”, “Porque murió mi mamá”. Y al otro día la ves paseando por la avenida Corrientes con la madre.
Yo soy de Paraguay, pasando Misiones, en la frontera. Nosotros siempre cruzábamos porque mi hermana mayor tenía un negocio en Posadas y un día vi un cartel que decía: “Se necesita niñera”. Yo tenía once o doce años y se me metió en la cabeza que quería trabajar para tener mi plata. No me gustaba estar sin plata. Fui y le pregunté a la señora: “¿Necesita niñera?”. “Sí, mi amor”, me dijo. Era rusa. “Pero vos sos muy chica. Tiene que venir tu mamá”. Y yo le dije: “Yo quiero trabajar y sé cuidar chicos porque siempre cuidé a mis hermanitos”. El nene se llamaba Alberto y tenía dos años. Jugaba con él, ya no se quería ir con la mamá. Lo cuidé hasta que cumplí catorce. Entonces me vine a Buenos Aires con mi hermana por el afán de trabajar porque siempre me gustó el trabajo. (Elsa)
Yo empecé a los trece y mis otras hermanas también, después de terminar la primaria. Solo quedó la más chica que se casó en el pueblo y se quedó. La mayoría de las chicas del pueblo se van a trabajar a Tucumán ciudad. Y si no, a Buenos Aires. Mis hermanas más grandes trabajaron en Tucumán y después se vinieron acá. Yo vine directo porque ya estaban ellas acá. Somos ocho hermanas y todas trabajamos en casas de familia. Trabajé en una casa cuatro años, con cama. Entré por una agencia. Yo siempre salía a buscar temprano, me levantaba a las cuatro de la mañana y me iba a la plaza, a buscar en los diarios. No me acuerdo cómo se llamaba la agencia, pero estaba por Congreso. La agencia era una señora y yo siempre iba. Ahí me consiguieron. (Graciela)
Enrique dice que la mayoría de las mujeres que se acerca a buscar trabajo vive en asentamientos o en villas de emergencia porque no puede pagar un alquiler en otro lugar.
–Es muy difícil darle trabajo a una persona de ciertas zonas, debe tener un pedigrí fabuloso.
–¿Qué significa tener un pedigrí fabuloso?
–Tener una hermana, una tía trabajando hace años, que sean empleadas que conocés, que todas sean buenas.
Un trabajo bien hecho es el que dura, dicen Antonio Martínez y Salvador Altamirano, encargados de la Agencia Ramiro, ubicada en un tercer piso de la calle Florida del microcentro porteño y fundada en 2006 por Ramiro Barrios, el sobrino de Enrique.
–Trabajamos para que el vínculo sea durable porque si no, se genera un desgaste del empleador que debe recambiar al personal y un desgaste para nosotros. Pero como otorgamos una garantía, nos vemos en la obligación de reponer. Entonces eso a veces significa hacer un mismo trabajo cinco o seis veces.
En la Agencia Ramiro siguen el método de entrevistas de Enrique. Una vez que conectan a la trabajadora doméstica con el empleador, le recomiendan a su cliente que efectivice la relación laboral.
–Tenemos millones de llamados: “¿Debo ponerla en blanco?”. “Sí, usted tiene la obligación”. Se le explica todo. Nosotros no tercerizamos, hacemos búsqueda y selección.
Existe una amplia variedad de agencias. Algunas son de colocación y otras de intermediación. Las primeras seleccionan y contactan a trabajadoras domésticas con futuros empleadores y les cobran a estos últimos por el servicio. Eso es legal en la Argentina y lo acepta la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Las segundas, en cambio, contratan trabajadoras para proveerlas a otros. Eso es ilegal.
Sin embargo, según el abogado laboral Matías Isequilla, la mayoría de las agencias termina siendo intermediaria.
–Todos los avisos que ves pegados en las paradas de colectivos y en las estaciones de tren son intermediarias. Casi no hay selectoras de personal. Arreglan el precio con el tercero y al trabajador le pagan cualquier cosa.
Dice además que algunas ni siquiera cuentan con un espacio propio, funcionan en boliches o atienden en bares. Hay agencias que consiguen trabajadoras en lugares periféricos o en las fronteras, les ofrecen casa y comida, las envían a limpiar por hora y les pagan un sueldo muy bajo del que, además, descuentan los gastos de vivienda y alimentación. Isequilla, que hace más de veinte años defiende a trabajadoras domésticas, define esa situación como semiesclavitud.
Están los avisos clasificados
En su sección web de clasificados, Clarín, el diario de mayor tirada de la Argentina, incluye la categoría Personal Auxiliar de Casas Particulares, el nombre que reciben las trabajadoras domésticas en la Ley 26.844, sancionada en 2013. Pero ninguno de los 263 avisos de pedido publicados entre el 16 de abril y el 16 de agosto de 2019 se refiere a ellas de esa manera. Tampoco hay uno solo que las llame trabajadoras y al hacerlo las reconozca como tal, según designa la OIT. Aunque algunos avisos se repiten, en 109 de ellos se utiliza la palabra “chica”, en “mucama”, en 13 “señora”, en 11 “empleada”, en 4 “doméstica”, en 1 “señorita” y en 1 “encargada de la limpieza”. En cuanto a las tareas, 33 especifican cocina, 26 cuidado de niños y adultos mayores, 18 limpieza, 11 planchado y 5 lavado. 49 buscan una trabajadora migrante: paraguaya, peruana, boliviana o venezolana. 2 piden una con título o certificado de curso, pero las referencias y la experiencia son obligatorias en 31 de ellos. 10 añaden que la candidata debe tener buena presencia o enviar una foto. 38 son para un trabajo sin retiro y 30 con retiro o por horas. 151 dicen cuánto van a pagar: entre 45000 y 18000 pesos. 138 son para la ciudad de Buenos Aires y 17 están repartidos entre Vicente López, San Martín, Pilar, San Isidro, Pinamar, Ituzaingó, Lomas de Zamora, Tres de Febrero, Tigre y Nordelta. Uno es para ir a Suiza. 2 solicitan hombres: un mayordomo y un mucamo. Apenas un aviso –de 263– aclara que la trabajadora estará en blanco, es decir registrada.