He menospreciado el impacto de lo que vivimos en nuestra psiquis
Intentar seguir con una normalidad inexistente. Eso es lo que siento que hacemos, intentamos a menudo hacer como que no pasa lo que pasa.
Ayer estaba en la fila del supermercado y me largué a llorar. Podría haber sido por los precios, pero no. Demasiadas cosas contenidas. Y tanta gente que no entiende. Que no entiende casi nada de lo que pasa. No entiende que este virus no respeta si tenés 25 o 70 años, si sos gordo o flaco, si fumaste o nunca prendiste un pucho en tu vida. Ni siquiera respeta si te diste o no la vacuna, porque vemos con frecuencia pacientes vacunadxs que igual requieren oxígeno extra para poder seguir. Gente que no entiende que no somos héroxs de nada, que muchas veces no nos queda demasiado por hacer, que de este lado el agotamiento puede llegar a ser muy extremo y devastador, con todo lo que eso conlleva.
Y sin embargo hay gente que sigue sin entender. Necesitamos que entiendan. Por ellxs, por nosotrxs, por todxs.
Hoy tuve que ir a una guardia de emergencias en un sanatorio de la zona en la que vivo.
Me quedé en la sala de espera y a mi lado, en una mesita (teníamos una silla vacía de por medio), se sentó una mujer sin barbijo. A los gritos, hablaba por celular y le decía a su interlocutor que llamara a unx abogadx si en su trabajo le decían que debía vacunarse. No, a mí no me dicen nada porque ya saben lo que pienso de estas pelotudeces, le seguía diciendo. Todo esto en la sala de espera de una guardia de emergencias, en una pandemia. Increíble. ( )
Busco refugio. Le mando un mensaje por su cumple a Patricia, una amiga cardióloga. Me responde con un audio, la voz entrecortada descubre una garganta que traga el llanto. Tuvo noticias tristes de gente querida y no hay ánimos de festejo. Igual te quiero ver, aunque sea de lejos. Hay que ponerle vida a la vida, porque un día te morís y cagaste. No ves más a los que querés, me dice. Le contesto que quiero abrazarla y que este virus se vaya a cagar.
Realidades paralelas (Eugenia)
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Salimos a hisopar a escuelas y jardines y nos encontramos con docentes y no docentes bien predispuestos. También me encontré con Daniela, a quien vi crecer en lo personal y lo profesional; hoy es vicedirectora del jardín que nos esperó con los brazos abiertos en épocas de pocos abrazos. La vida me ponía ahí, como médico, cuidando desde donde puedo a Daniela y a su equipo, y a otros equipos, y todos en equipo para que cuiden a nuestros hijos.
Estoy sensible y la mañana transcurre con una jornada fuera del hospital, de esas que recordás porque hace mucho que el territorio está muy delimitado. Las horas de pasillos y gestos de lejos hoy se contrastan con la calidez de un jardín de infantes. Todo transcurría bien hasta que recibo la llamada del laboratorio: uno de los tubos estaba sin el hisopo. No lo dudé, me di cuenta de que, en un movimiento involuntario y erróneo, después de más de un año de hisopar todos los días, tiré el hisopo.
No es algo dramático, pero a mí me avisa que estoy muy cansado, que ya lo automático no es suficiente, o que lo emocional no encuentra refugio en el automatismo de lo cotidiano, sino por el contrario, interfiere en mis movimientos obsesivos y compulsivos. Tiré un hisopo, y ese acto sencillo que se solucionó volviendo a hisopar a la docente, ese acto que tenía fácil remedio, para mí fue una llamada de atención.
Difícil de explicar cómo puede angustiarme eso, un error, algo que puede dejarse pasar, mucho más luego de tantos días difíciles.
Yo siento que he menospreciado el impacto de lo que vivimos en nuestra psiquis. (…)
Estoy viendo a diario situaciones que me muestran las secuelas que no se ven en un consultorio post covid-19, son secuelas silenciosas, de órganos que no se palpan ni se auscultan. ¿Cuántos de nosotros en nuestros días tienen en cuenta que hace cuatrocientos días o más que estamos viviendo situaciones atípicas? Creo que la llamada nueva normalidad nos remite a un lugar donde no tenemos en cuenta el impacto de todo lo que hicimos, todo, desde lo más simple a lo más complicado, en un escenario absolutamente traumático. La muerte estuvo cerca de todos como nunca antes en la historia. Ese hecho, ese solo hecho, ya hace de este momento algo que debemos analizar y diagnosticar para sanar. ( )
Nueva normalidad (José María)
☛ Título Detrás de los barbijos
☛ Autores Celeste del Bianco, Eugenia Traverso Vior y José María Malvido
☛ Editorial Marea