Dios dice: ‘Yo’. ¿Cómo podría el hombre, después de Él, decir ‘Yo’ para hablar de sí mismo? Cometeré ese atrevimiento y diré: yo tenía 15 años. Todos los tuvimos. Eran los bailes de carnaval y la posibilidad del encuentro amoroso. También era Onganía (1969) y su policía, pero para mí era la magia de bailar hasta el amanecer y abrazar a una piba con los lentos finales. Sin dinero, ni siquiera para viajar al Centro Lucense de Olivos o Mi club de Banfield, investigué la manera de colarme en el baile más cercano a mi casa: Talleres de Remedios de Escalada.