"Las mujeres del pasado no eran silenciosas y su accionar repercutía directamente en los acontecimientos de la época; pero fueron más bien silenciadas, porque ellas no habían sido parte de las preocupaciones de quienes indagaron sobre el pasado", afirma la historiadora marplatense Romina Coronello.
En diálogo con Télam, esta becaria del Conicet y doctora explicó que se trata de "un proceso que viene desde la creación del relato oficial de las guerras independencia, que se construyó a partir de la obra fundacional de Mitre (a fines del siglo XIX) y se mantuvo hasta la revisión historiográfica" iniciada en los años '70 y '80 del siglo pasado.
La no inclusión de las mujeres en los relatos construidos en este período "tiene que ver con el momento de donde parte" esta historiografía fundacional.
"Hay que pensar que Mitre escribe en 1887, en plena consolidación del estado nacional, donde el lugar de las mujeres era la casa y la familia, lo que se impone con el código civil que entra en vigencia 1871", explicó.
Ese silencio historiográfico lo experimentó la escritora Elsa Drucaroff cuando investigaba sobre la red de mujeres espías en la Salta de Güemes para su novela histórica "La patria de las mujeres".
"Me encontré con que no había nada más que notas al pie, frases pequeñas o una enumeración de nombres sin ninguna explicación. Fue muy difícil en ese sentido la investigación porque era por un lado mirar con lupa y por el otro trabajar con indicios", dijo.
Es que "los hombres no solo construyeron la versión oficial de la historia, sino que también construyeron los archivos, silenciando nuevamente la posibilidad de encontrar fuentes que remitan a la participación femenina", explicó Coronello.
Además, cuando las mujeres aparecen, lo hacen en calidad de asistentes de los verdaderos protagonistas –todos masculinos- y realizando actividades consagradas como femeninas por los estereotipos de género.
Y en los pocos casos de mujeres que hacen la guerra, tareas de espionaje, conspiración o tienen una participación activa en la vida política –escribiendo análisis políticos, participando en tertulias, ideando-, son tratadas como heroínas, seres excepcionales.
"El desafío de hoy es recuperar a las sin nombre en relación a los hombres y al proceso en general, porque lo que hacemos al recuperar sólo a las heroínas es lo mismo que hacía Mitre con Belgrano, ignorando a los sectores subalternos", explicó Coronello.
Otras veces, una disciplina histórica sin perspectiva de género, según Drucaroff, termina "neutralizado sus historias", como en el caso de Mariquita Sánchez de Thompson.
"Ella fue transformada por la historiografía en una señora fina que ponía su casa para una tertulia y cantó el himno por primera vez, pero ella sí que rompió los moldes de su época al negarse a casarse con el tipo que decía su padre", dijo.
Para Coronello este proceso de invisibilización de las mujeres en los procesos históricos está comenzando a ser revertido a partir de los "cuestionamientos de los estudios de género, que recuperan la experiencia de las mujeres en todos los períodos históricos".
Un relato histórico que cuente también a las mujeres es, para Drucaroff, muy importante porque "no contar nuestra historia es privarnos de un linaje, y sin una tradición nuestra no podemos pensarnos ni saber quiénes somos ahora".