por Osvaldo Gallone
Si no fuera una generalización (y, por lo tanto, expuesta al error) se podría plantear el argumentum theologicum bajo la forma de una premisa lógica: la inexistencia de Dioses directamente proporcional y análoga a la agobiante existencia de la jerarquía eclesiástica. La figura, entre otros, de Von Wernich, capellán de la policía de la provincia de Buenos Aires durante la última dictadura militar, da pábulo, justificación y entidad a la premisa.
Hernán Brienza organiza una inmejorable labor investigativa que da cuenta de la actuación de la Iglesia durante los años de la represión ilegal. Von Wernich se ocupaba de visitar, en su calidad de sacerdote, los centros clandestinos de detención para, en palabras de un testigo, infligir “el más fino de los suplicios: el de la esperanza”. Se podría decir más: lograr –por medio de la piedad, la asunción de la culpa, el terror disimulado bajo una máscara evangélica– lo que no había logrado la picana; una confesión en regla, una delación en toda la línea.
Los libros de periodismo –género que parece corresponder a la avidez editorial en la misma medida que al interés público– suelen alentar un prejuicio generalizado: creer que basta el puro acopio de la información.
Maldito tú eres comporta un valor agregado que el lector espera y agradece: está bien escrito y hasta se permite emplear procedimientos del más puro cuño literario, como el contrapunto de la III parte del capítulo octavo en el que describe simultáneamente la marcha de silencio que se está llevando a cabo en Bragado y la misa que está oficiando Von Wernich.