Luisa Valenzuela (Cuentos de Hades) creó un «diario de la peste» donde el lenguaje se convierte en la bisagra entre dos enfermedades: por un lado, la autora incluye las notas que escribió en 2010 tras recuperarse del virus que le causó una meningoencefalitis; y por otro, presenta un conjunto de textos donde registró su experiencia de la cuarentena del 2020, el primer año de la pandemia por coronavirus. En ambos casos, Valenzuela nos muestra el reverso de su escritura a partir de la escritura misma, y consigue plantear, a través de la sátira y una prosa de expresividad lúdica, la fuerza expansiva de una poética preocupada por los confines de la vida y el lenguaje. Así, la autora se pregunta constantemente por qué habría que escribir y encuentra respuestas en su mirada interior: los últimos recuerdos antes de caer en coma hace doce años; el relato de cómo, durante los peores días del primer virus, se encontró ante una oscuridad dúctil que la convenció de volver a este lado de la conciencia; su búsqueda ontológica en el ejercicio de narrar; conversaciones con amigos; una interpretación sobre por qué cada país representa distinto al COVID-19; la revisión de teorías conspirativas en la red; observaciones sobre artículos científicos con temática ambientalista; y un collage de géneros donde se confunden la memoria, el cuento y la crónica. Con Los tiempos detenidos, Valenzuela nos entrega una obra de carácter especular, que imita y desdobla su forma con lucidez y nos devuelve más de una cara de su autora.