Vil y El Ñoca son dos taxi boys que habitan miserables, la noche porteña, la marginal, la de veinte pesos a cambio de dejarse hacer una felatio por un viejo desdentado arriba de un auto. Aman además a la misma mujer, a Laura, embarazada de uno de ellos. "Ellos son el producto ruín de la era menemista", aseguró Osvaldo Bazán en la presentación de su última novela habitada por estos seres: La canción de los peces que le ladran a la luna (Editorial Marea). Después del 1 a 1, Miami, el shopping y el electrodoméstico en cuotas, lo que quedó se parece bastante a Vil y a el Ñoca, dos sobrevivientes y no tanto. Entonces, que la novela de Bazán sude noche no es casual, sino más bien una necesidad narrativa y un desprendimiento natural de un período que creímos luminoso en la Argentina y que después vinimos a enterarnos que no, que estaba teñido de negro, como La canción de los peces... El periodista y escritor contó que este libro lo escribió con mucho odio, y el lector –que lo sepa de antemano–, recibe una cachetada tras otra desde la primera hasta la última página. Es que Vil, el Ñoca, River, Laura y el resto de los personajes se desangran en una búsqueda del amor, que les es demasiado esquivo, ellos son “los que compartían la sensibilidad de la desesperación, el escalón que sube y baja al mismo tiempo, el peaje a pagar para encontrar algún sentido a la existencia y tampoco así encontrarlo”. Osvaldo Bazán vuelve al amor, un lugar que como escritor le sienta bien, y vuelve porque antes de su libro fundamental, como lo es Historia de la homosexualidad en la Argentina, el periodista –algunas mañanas devenido en payaso junto a Jorge Guinzburg– ya había publicado dos novelas cuyos ejes son las cosas del querer. La primera fue Y un día Nico se fue, en donde narra las desventuras amorosas de un Bazán abandonado justamente por Nico y la segunda La más maravillosa música (editado por Perfil Libros), que se centra en la relación homosexual de dos militantes peronistas. En La canción de los peces... sigue presente la homosexualidad como en las novelas anteriores, sin embargo este comentario podría evitarse, la homosexualidad no es el tema, sino otra vez el amor. Pero el amor desesperado, por imposible, porque los personajes no tienen forma de concretar un solo sentimiento que se le parezca en algo al amor. La de ellos es una búsqueda que no conduce a nada, porque hace tiempo que a ellos todos los caminos se les cerraron. Sin embargo, en esta nueva novela de Osvaldo Bazán, esos desesperados buscan vivir una historia real, en una época, los 90’ donde la mayoría vivía de la mentira. “Yo soy Generación M”, confiesa River, uno de los personajes y amplía: “Generación mierda, nadando en mierda, comiendo mierda, haciendo mierda. Cuando llueve mierda, te llenás de mierda. Cuando te tiran con mierda, sólo podés responder con mierda. Lo dice ahí, no te olvides. –Y señaló el grafitti del paredón de enfrente: Mambrú no se fue a la guerra. Lo mandaron”. A Bazán parece que esta historia se la dictaron en la calle, las voces provienen de los suburbios, él como narrador presente en la novela hizo todo lo que pudo para ayudar a sus desgraciados personajes, no puede salvarlos, nadie puede, quizás sólo pudo entenderlos. Con eso es suficiente. (Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a perfilcom@perfil.com