“Una cronología es interminable”, plantea Andrew Graham-Yooll desde el prólogo de Los días contados, su libro póstumo que Editorial Marea acaba de publicar, con comentarios del editor Daniel Divinsky y de Víctor O. García Costa.
La obra propone un didáctico recorrido por la Argentina del siglo XIX, pero desde una mirada revisada de la historia oficial: la visión de un autor que volvió a elegir el país a pesar de ser expulsado al exilio y que recorrió en sus investigaciones cada momento de nuestra frenética vida como Nación.
Dirigida a historiadores, periodistas, sociólogos, docentes y a todo aquel interesado en la conformación de la Argentina como país independiente, Andrew Graham-Yooll no solo ofrece una minuciosa guía histórica, sino que aporta un necesario telón de fondo con todo lo que ocurría en aquella época en el continente y en el mundo. El libro se completa con tres apéndices que incluyen la primera mitad del siglo XX, finalizando con el golpe de Estado que derrocó a Juan Domingo Perón.
Andrew Graham-Yooll (Buenos Aires, 1944-2019) fue periodista, escritor, traductor y poeta. En Argentina, comenzó su carrera periodística en el Buenos Aires Herald en 1966 hasta que la Dictadura militar lo obligó a exiliarse en 1976. Residió en Londres, donde trabajó en The Daily Telegraphy, The Guardian y la BBC.
Además fue director de la revista Index on Censorship. Regresó al país para volver a trabajar en el Buenos Aires Herald (fue director del medio desde 1994 hasta el 2007) y colaboró en Perfil, La Nación y Página/12. Ha publicado más de cuarenta obras tanto en inglés como en castellano, entre ellas Memoria del miedo (1999), La colonia olvidada (2000), Tiempo de Tragedias y Esperanzas (2006), Buenos Aires, otoño 1982. La guerra de Malvinas según las crónicas de un corresponsal inglés (Marea, 2007) y El Inglés. Rosas visto por los británicos (Marea, 2017). Tradujo al inglés obras de la serie Teatro x la Identidad, de las Abuelas de Plaza de Mayo y publicó antologías bilingües de numerosos autores británicos y argentinos.
A manera de presentación de este nuevo libro de la Colección Pasado Imperfecto, de Editorial Marea, Contraeditorial adelanta el prólogo de Daniel Divinsky y del propio autor.
Algunas cosas sobre Andrew y su obra
Muy y distinto sería este falso prólogo (el verdadero es el sesudo estudio de Víctor García Costa sobre las cronologías y sus obras semejantes), si no hubiera mediado entre el momento en que me lo propuso el autor y este de su escritura, la dolorosa y sorpresiva muerte de Andrew Graham-Yooll.
Me comprenden respecto de él las generales de la ley que me impedirán ser objetivo: fui su amigo durante más de 40 años y publiqué con el sello de Ediciones de la Flor varios de sus libros de los más variados géneros: Tiempo de tragedia: Cronología de la Revolución Argentina (seguramente el primer paso del largo camino que corona el trabajo que se presenta ahora), Se habla Spanglés (un poemario de bilingüismo entrecruzado) y Goodbye Buenos Aires (un texto de autoficción alrededor de la vida de su padre). Fue, además, el traductor eficiente y obsesivo al inglés de varios volúmenes de la Mafalda de Quino.
Pero esto último fue luego de los respectivos exilios: en el mío, en Caracas, dirigí las páginas de Cultura de El Diario de Caracas y una colección de pequeños libros dominicales que reemplazaron a las seguramente más costosas revistas dominicales. Andrew, por entonces periodista en Inglaterra en el Manchester Guardian, recopiló y tradujo para varios de esos volú- menes las crónicas que su periódico había dedicado al sitio de La Guaira, el principal puerto venezolano, por la flota inglesa en un intento de forzar el pago de la deuda que mantenía el país lati- noamericano: un acto ilegal desembozado de lo que después se hizo con fórmulas menos visiblemente violentas.
Para caracterizar lo que fue nuestra amistad, iniciada en el mismo momento en que fui a llevarle a la redacción del Herald los primeros libros de la Flor, viene a cuento la referencia que hace Borges en Tlön, Ukbar y Orbis Tertius a la amistad del padre del narrador con un ingeniero inglés, Herbert Ashe: “Mi padre había estrechado con él (el verbo es excesivo) una de esas amistades inglesas que empiezan por excluir la confidencia y que muy pronto omiten el diálogo. Solían ejercitar un intercambio de libros y de periódicos; solían batirse al ajedrez taciturnamente…”.
Cuando Andrew nos propuso a comienzos de 1972 el proyecto de Tiempo de tragedia, yo no tenía muy claro para qué servía una cronología, sobre todo de hechos tan recientes: el período cubierto iba de 1966 a 1971 por lo cual no parecía imprescindible un ayuda memoria. De todos modos, como el libro incluiría dos prólogos para ubicar los hechos en contexto (uno del dirigente sindical Miguel Gazzera, el otro de Rodolfo Terragno, abogado y ensayista en ciernes en la época), decidimos su publicación sin saber que Andrew persistiría –en paralelo con el resto de su obra y con su valiente y denodada tarea periodística— en compilar los acontecimientos de la historia de diversos períodos, hasta culminar en la obra que ahora se presenta.
Adentrarse en la lectura de esta cronología que comienza “con la Patria” (como diría un orador prosopopéyico), provoca una especie de vértigo al sucederse tan rápidamente acontecimientos que el lector tal vez tenga desdibujados o desubicados en la sucesión temporal. No es exagerado decir que puede leerse como una novela, una novela con miles de personajes y sin desenlace.
Graham-Yooll no se detiene en minucias ni incurre en conjeturas: los hechos tal y como ocurrieron, y especialmente cuándo ocurrieron, constituyen este relato.
Laguna profunda y cristalina para que abreven historiadores, periodistas, sociólogos y todos los interesados en el devenir histórico de la Argentina, con el telón de fondo de lo que pasaba simultáneamente en el continente y en el mundo, esta Cronología se convierte en instrumento imprescindible y hace, desde ya, añorar prematuramente a quien pueda continuarla luego de su punto final.
Daniel Divinsky Buenos Aires, octubre de 2019
La cronología, por Andres Graham-Yooll
En tiempos de Google y de otros buscadores en Internet todo está disponible. Esto es un hecho indiscutible. Sucede que hay que poder leer, saber leer, conocer una página de texto… para atar cabos y hallar la conexión entre hechos y personas. Para eso existe una herramienta incompleta como es la cronología, para guiar, no para convencer, tampoco para apoyar a algún grupo. Aquí se acercan detalles de historia y de tiempos vividos.
La cronología no es objetiva. Ninguna opinión, por elevada que sea, es objetiva. Cada una tiene su variante. Hace muchos años, cuando apareció mi primer intento de cronología para superar la falta de información que por entonces era reemplazada por el rumor, por el chisme, dije en La Opinión (26 de febrero de 1974), que la cronología era una forma objetiva de narrar la historia.
¡Qué error!
¡Claro que no es objetiva!
Pido disculpas por aquella ostentación de supuesta objetividad en defensa de la cronología.
Una cronología es interminable. Por esa razón se ha usado a veces la denominación, sin preferirla, de “ayudamemoria”. ¿Qué otro nombre puede llevar un texto en el que cada persona que la consulte puede observar que faltan datos? Toda entrada en el texto ofrece la posibilidad de ser cambiada por otros datos. Lo que es notable para mí puede no tener importancia para un tercero. Sin embargo, la anotación de un hecho puede servir de recordatorio de otra circunstancia para un tercero.
Por ahora, gracias por llegar hasta aquí. Por favor, sigamos.
Andrew Graham-Yooll. Larroque, Entre Ríos, 2016