por Joel Vargas
En tiempos donde el periodismo haiku, notas de ínfimas líneas y poquitos caracteres son moneda corriente, Los Atrevidos es un bálsamo, un refugio en la intemperie. Este libro viene a romper con dos mitos. El primero: la muerte del periodismo. El segundo: la crónica es un género pasado de moda. Julián Gorodischer es el padre de la criatura, y la génesis de este proyecto está en su tesis de Doctorado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires: Nueva crónica argentina. Intimidad y vida cotidiana en el periodismo narrativo (2000-2015). En el prólogo Gorodischer teoriza sobre cómo el periodismo narrativo de nuestro país ensanchó los límites de su objeto y su método, y puso la bala en los intersticios de la cotidianidad y la intimidad. Ejemplos en Los Atrevidos hay de sobra, pero con tan solo leer la crónica de Alejandro Seselovsky sobre cómo es sentirte un deportado, un paria en otro país, alcanza. Gorodischer muestra que al calor del Argentinazo nació una nueva era dorada de la palabra y la acción en el periodismo vernáculo. Hay crónicas de todo tipo: minuciosas, descriptivas, juguetonas, comprometidas. También hay perlitas como el texto firmado por Martín Rejtman (donde el escritor, devenido en cineasta, hace gala de su ritmo narrativo). Los Atrevidos es un dream team. Hay pesos pesados del género: Leila Guerriero, María Moreno, Martín Caparros, Cristian Alarcón, Javier Sinay, Mariana Enríquez, Cicco y siguen las firmas.