Durante su niñez, adolescencia y temprana adultez mantuvo un vínculo de mutuo afecto y admiración por su padre. Le llevó 25 años saber que su padre era responsable de secuestros, torturas, asesinatos y otros crímenes catalogados de lesa humanidad durante la última dictadura militar.
En diálogo con Irina Hauser presentó su libro ““Llevaré su nombre. La hija desobediente de un genocida”. “Me di cuenta quien era mi padre a partir de que él queda preso”, expresó.
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