Pasaron 15 años desde que Drucaroff publicó ésta, su primera novela, y por ese entonces ficcionalizar la historia se había convertido en un boom, temática que todavía convoca y mucho. "Este libro al igual que tantos otros del momento sirvieron para visibilizar a nivel masivo cuestiones que hoy forman parte del sentido común", reflexiona en diálogo con Télam la escritora y doctora en Ciencias Sociales.
Por ejemplo, dice, hoy ya se sabe que "las mujeres aparecían en las acciones públicas desde hace tiempo o las ideas de que los diferentes tenían miradas propias y que no se podía abstraer en una igualdad. Ya no se trata de apropiarse de los gauchos e indios heroicos y olvidar que ellos también tenían sus intereses. Cambió la conciencia de cómo mirar la historia a partir de las distintas posiciones".
Justamente a eso apunta La patria de las mujeres (Marea), a reflejar como en un mosaico las distintas perspectivas de los actores que batallaron contra la corona española, en pos de la independencia del Virreinato del Río de la Plata, pero esta vez con la singular mirada de las mujeres y sin olvidar que el género no iguala y soslaya clase, etnia, tradición cultural.
"Las mujeres no somos ni fuimos todas iguales, por supuesto que hay un aspecto de la opresión de género que recorre a todas pero nos recorre de modos diferentes. Hay cosas de las que no zafamos y esas cosas no estaban completadas para nada en el proyecto de Independencia del Virreinato de La Plata", analiza Drucaroff sobre la trama y las protagonistas de su novela.
A partir de una épica historia de amor entre un mestizo y una jovencita "casadera", de clase dominante, la autora construye un relato minucioso en la época independentista sobre las bomberas, un grupo de mujeres espías en la Salta comandada por Güemes que si bien no cargó las armas, agudizó oídos y se movió con cautela para recaudar información en el combate contra los realistas.
"Las mujeres en 1813-1814 no eran parte de ningún programa patriótico, por eso el título La Patria de las mujeres, ya que la patria de libertad de comercio, la apta para el desarrollo de lo que luego sería la burguesía, la independiente de la colonia española, no era una patria para las mujeres, esa patria es una utopía, ellas no iban a estar mejor ni peor", explica Drucaroff.
Por eso, refuerza, "es un error eso de que «las mujeres lucharon codo a codo con sus maridos» pero fueron ocultas por la mirada machista. Es verdad que siempre la acción de las mujeres es oculta por la perspectiva patriarcal pero no es verdad que una mujer defendiendo algo con las armas tenga el mismo sentido que un varón: la condición subjetiva existencial es diferente".
En este sentido, advierte la escritora, "hay que ver en cada caso coyuntural cómo la variable de género está incidiendo y en qué medida no. A veces defendemos lo mismo, otras no. En el caso de estas espías de las guerras de la independencia, ellas no elegían sus bandos, lo elegían sus maridos, sus familias. Ese era el destino real de las mujeres de la clase dominante".
Se refiere a que estas damas, sin dudas combativas y dispuestas a dejar sus vidas en la lucha contra los realistas, lo que defendían eran "su hogar, sus posesiones, sus hijos y sus maridos. Los varones iban a la guerrilla y ellas se quedaban protegiendo el hogar. Fueron heroicas, claro, pero no elegían en qué bando estar, eso lo decidía su familia".
En palabras de Drucaroff, "cuando una mujer entra a la violencia política pasa por elementos existenciales que son totalmente propios. Es excelente aquí la famosa frase del feminismo `lo personal es político` porque las relaciones más íntimas están atravesadas por relaciones de poder. Cualquier intervención política no tiene necesariamente el mismo sentido".
En la novela, una las damas de la alta sociedad es la resuelta Loreto Sánchez de Peón de Frías, algo así como la comandante de las espías, una mujer que Drucaroff recrea como de armas tomar, una "Loreto del siglo XXI", define. "Es un personaje con una pincelada utópica, donde está más trabajado la mujer que yo quisiera que hubiera intervenido en esa situación", confiesa.
Pero además de Loreto, está, por ejemplo, Benita, una esclava cuya condición anula la de ser mujer, una negra explotada que le "conviene que la modernidad avance y la esclavitud termine, ella, como otras mujeres de clases populares, tiene un interés distinto a las damas de la clase dominante. Sin embargo, todas colaboran en lo mismo", condensa.
Este encuentro de intereses femeninos es el espejo de lo que sucede en la Salta de Güemes contra la Corona española. Ahí se ve "ese complejo de alianzas de clases" que lo consagra en un caudillo elegido por "voluntad popular, tanto del pueblo como de la clase comercial salteña, él representa diversos intereses en la construcción de una patria más grande que Salta".
Fruto de una intensa investigación, Drucaroff -lo hizo después con la segunda parte "Conspiración contra Güemes" y otros títulos- intervino la historia en un modo que ella denomina "memoria utópica". "Es un programa ficcional y estético que utilizo para mirar la historia, significa trabajar persiguiendo una memoria histórica real, que sigue referencias, hechos, con pinceladas utópicas", explica.
"Me interesa -resume- recuperar elementos que den una batalla cultural social y política sobre los significados del pasado y la memoria; es decir, no disimularía la opresión de los esclavos, gauchos o de las mujeres pero sí me atrevo a poner pequeños elementos utópicos, en el mejor y más perfecto sentido de la palabra, que pueden no estar documentados pero que podrían estarlo".
Hacia allí va Elsa Drucaroff con La patria de las mujeres, una atrapante novela que se mete en el fondo de la psicología femenina, acerca matices y puntos de vistas de mujeres que lucharon por defender lo suyo -la familia, la dignidad, la libertad-, y que no pierde de vista el arcoíris de intereses que hicieron posible hacer de ésta una patria para todos, aunque ese todo sea utópico.