El nombre de Pablo Romanazzi no puede faltar cada vez que se intenta explicar por qué La Plata se inundó trágicamente el 2 de abril de 2013. “Ya lo había dicho Romanazzi”, es la frase más escuchada. Se trata del ingeniero, docente y hoy presidente de la CIC (Comisión de Investigaciones Científica) que había dicho que era “una ciudad vulnerable”.
En 2007, Romanazzi y todo equipo de la Universidad Nacional de La Plata le entregó al recién asumido como intendente Pablo Bruera el informe "Estudios hidrológicos, hidráulicos y ambientales en la Cuenca del Arroyo del Gato". En 400 páginas explicaba las obras que debían hacerse para reducir los riesgos de una inundación.
Romanazzi, en ese momento como director del laboratorio de hidráulica de la Facultad de Ingeniería de la UNLP, fue quien supervisó el trabajo. "En base a los estudios realizados se pudo constatar que el sistema actual de evacuación de excedentes pluviales en la cuenta del arroyo del Gato se presenta insuficiente aún para tormentas frecuentes de baja magnitud", avisaba el estudio.
Romanazzi sigue vinculado a la temática. En el marco del quinto aniversario del 2A# presentó el libro “Genealogía de una tragedia”, donde junto al periodista local Pablo Morosi, se desarrolla una cronología de las inundaciones que afectaron a la capital bonaerense a lo largo de su historia. Para esa ocasión, dialogó con INFOCIELO.
“Las obras que se están haciendo son una parte de la solución”, considera. “Los desastres climáticos son impredecibles, pero la prevención es predecible”, agrega en tren de explicar cuál es su concepto sobre los fenómenos de este tipo. “Cada vez son más las ciudades que se inundan repentinamente por lluvias”, compara.
“Creíamos con Pablo necesario recuperar y demostrar que La Plata es una ciudad inundable y el principio de solución que tiene justamente es reconocerlo”, plantea el profesional. “A partir de ahí se pueden plantear procesos de adaptación y estrategias de prevención”, analiza sobre “Genealogía…”, en cuyo capítulo de introducción plantea:
“En la Argentina, la ocurrencia de desastres ha revelado la inexistencia de mecanismos efectivos de prevención. Debido al incremento en la frecuencia y magnitud de las tormentas, se ha vuelto imperioso el desarrollo de algún tipo de sistema de gestión de desastres que involucre a todos los niveles y sectores de la población".
“Las tormentas que se dieron en 2002 y 2008 fueron anuncios que marcaron que algo peligroso estaba sucediendo y que debía ser tomado por los que tenían la responsabilidad en ese momento de actuar”, repasa. “Era necesario un plan de obra y un trabajo sobre todas las áreas vulnerables”, amplía.