La Entrevista que leerás a continuación tuvo lugar el 8 de Mayo de 2019, día del centenario de una de las mujeres más importantes en la historia política de nuestros países latinoamericanos: Eva Perón. Haberme sentado a hablar de feminismo con la periodista María Florencia Alcaraz fue una forma de homenaje y celebración.
¡Que sea ley! La lucha de los feminismos por el aborto legal, publicado por Marea Editorial y presentado como parte de la colección Historia Urgente en la reciente Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, es el libro en el que la periodista argentina María Florencia Alcaraz narra en caliente la historia del debate sucedido en Argentina en 2018 cuando, después de casi cien años sin hacerlo, el Congreso de la Nación argentina volvió a revisar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). La movilización masiva del pueblo a las calles que comenzó en marzo de ese año también está registrada en su texto.
En su libro la periodista sistematiza un archivo de conocimiento compuesto por relatos diversos como los discursos de mujeres, diputadxs, y citas de investigaciones de escritoras extranjeras, filósofas y literatas. La reconstrucción que hace de las historias de vida de personas que hoy hacen parte de las cifras de mortalidad por causa del aborto clandestino e inseguro, sumado a las preguntas con las que va cuestionando a la historia oficial dan cuenta de la metodología minuciosa con la que demuestra que en Argentina el Aborto ya salió del clóset y que verlo habitando la calle es un logro del movimiento de mujeres. El feminismo organizado es entonces responsable de dos hechos que sí propician transformaciones sociales: la democratización de la información y, por tanto, la conquista de derechos.
El debate del 2018 por la despenalización del Aborto fue sin duda un cúmulo de acciones colectivas que desde distintos brazos del feminismo se propusieron conquistar múltiples espacios. La Marea Verde, que generó la movilidad e integración de los feminismos, causó no sólo la despenalización social del aborto sino que consiguió la media sanción de la Ley en la Cámara de Diputados, en donde consiguieron 129 votos a favor y 125 en contra luego de una maratónica sesión parlamentaria que durante 22 horas ininterrumpidas se debatió uno de los temas sociales más importantes desde el retorno de la democracia en Argentina.
VOLCÁNICA (V): ¿Cómo entendés el movimiento feminista Argentino desde 2018? ¿Lo pensás como un movimiento político?
Florencia Alcaraz (FA): Sí. Y pienso que el feminismo ha sido un movimiento político desde antes, aunque siga siendo subestimado por la política tradicional. A partir del año 2015, cuando tuvimos el primer “Ni Una Menos”, empezó a ser visto por el resto de la política y actores sociales como un emergente social importante que daba cuenta de lo que pasaba en Argentina. Y la historia de nuestro movimiento ha sido la suma de muchas partes, esto para mí es fundamental, como los Encuentros Nacionales de Mujeres (ENM) sin los cuales no habríamos tenido movimientos como “Ni Una Menos” ni coyunturas para discusiones como el debate por el Derecho al Aborto del año pasado. Otra parte es la tradición de lucha por los Derechos Humanos de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, que son la columna vertebral de la fuerza que tiene erguida a los feminismos hoy.
Entonces no me gusta cuando se refieren al debate como una “derrota” porque hubo un montón de conquistas como haber sacado de una vez por todas el aborto del clóset y que se esté hablando de esto en distintos espacios más allá del activismo. El debate de 2018 significó dos cosas para los feminismos: un saldo de organización y un salto de organización. Un saldo legislativo importante porque se conquistó la media sanción en la cámara de diputados y diputadas, que fue histórica, y además se logró la despenalización social del Aborto.
Después hubo un bloqueo de la posibilidad de ese derecho por parte del Senado, sí. Creyeron que no íbamos a llegar hasta ahí y entonces subestimaron nuestro proceso político. Desconocían al feminismo como fenómeno político de incidencia y desconocían la historia sobre la que se remonta el feminismo. Y la verdad es que nuestra articulación, transversalidad y forma de hacer política feminista no fue tan efectiva en el Senado como lo fue en la Cámara de Diputados. En el Senado nos encontramos con el fuerte obstáculo de los poderes más fácticos: fundamentalismos religiosos, grupos antiderechos representados por Marta Gabriela Michetti (Vicepresidenta de la Nación que preside el Senado) y otros actores que bloquearon totalmente la discusión en cualquier espacio.
Entonces hacer política feminista se hizo aún más difícil. De hecho, a mi compañera y a mí no nos dejaron entrar al recinto el día de la discusión. Nos prohibieron la entrada con un llamado de atención y una alerta de seguridad por supuestamente “haber hecho disturbios en una de las audiencias”. No nos dejaron pasar porque no querían que estuviéramos ahí ni haciendo periodismo ni haciendo política feminista. Hasta nos prohibieron sacar los pañuelos verdes y nos los confiscaron en la entrada. No nos dejaban tomar agua libremente en el recinto y nos miraban los celulares. El Senado fue muy hostil con todas porque representábamos una amenaza y de eso no tengo duda: si era Ley, rápidamente se iban a lograr procesos de despenalización o de discusión legislativa en otros países de América Latina, porque todos los países de la región nos estaban mirando.
V: Ahora que mencionás a los países de la Región, no puedo dejar de hablar de lo que ha estado pasando en Colombia. La discusión que se está dando sobre Aborto en mi país es de un absoluto retroceso que pasa por encima de nuestros derechos conquistados. La intención que se presentó a finales del 2018 en la Sala Plena de la Corte Constitucional por parte de la magistrada Cristina Pardo es sin duda un ejemplo del poder que pueden tener los grupos antiderechos, y los movimientos religiosos, dentro de los espacios políticos. Y sorprendentemente mantienen los mismos protocolos para todas sus manifestaciones: ¡el bebito ingeniero llegó hasta Colombia!
FA: Para mí eso tiene que ver con una atmósfera regional, relacionada también con la asunción de Trump en Estados Unidos, Bolsonaro después en Brasil y Duque en Colombia. Hay toda una representación política que empodera peligrosamente a los movimientos antiderechos. Y también hay algo muy tramposo que nos dicen y es que los grupos antiderechos, o los fundamentalismos religiosos, están apareciendo como respuesta a la nueva fuerza del feminismo cuando en realidad estaban aquí de antes, pero con la cabeza baja, sin el mismo poder. Con esta atmósfera de gobiernos de derecha, neoliberales y de varones en el poder, para mí no es un dato menor que no haya ninguna mujer presidenta en América Latina y el Caribe. Hace algunos años teníamos a cinco mujeres: Mireya Moscoso en Panamá, Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Michelle Bachelet en Chile, Laura Chinchilla en Costa Rica y a Dilma Rousseff en Brasil.
Había mujeres en el poder y ahora no hay ninguna y esa ausencia empodera los grupos que representan los intereses antiderechos. Entonces el debate ponía en jaque no solo el derecho que debemos tenemos las mujeres, niñas, varones trans, y demás personas gestantes a decir que no en este país, sino en toda la región, pero fallaron. La Marea Verde se extendió más allá de la Argentina y se reactivaron campañas que habían empezado aquí. El ejemplo de Argentina hizo que reverdecieran los verdes que siempre estuvieron ahí, latentes en otros países. Armaron sus campañas, hicieron sus pañuelos, algunos son verdes, otros son de otros colores pero, para mí, se abrió una conversación pública sobre el aborto a nivel internacional.
El 8 de agosto de 2018, jornada de debate en el Senado de Argentina, hubo casi 60 países haciendo pañuelazos por Argentina por un tema tan controvertido como el aborto. ¡Por el aborto!. Porque yo no niego que el aborto es un tema que genera controversias personales, individuales, políticas y sí, hay posturas. El problema es cuando los gobiernos toman una postura antiderechos que va en contra de la vida de las personas gestantes. Pero a pesar de ser un tema controvertido, se logró una conversación internacional, global y transnacional.
V: ¿Por qué es importante que la historia de las luchas feministas sea contada por una multiplicidad de voces que sistemáticamente han sido censuradas por la historia heteronormativa y escrita por hombres? ¿Por qué debe ocupar la mirada de género los espacios en donde no se nos han garantizado ni reconocido nuestros derechos?
FA: Me parece que el periodismo feminista viene justamente a disputar un relato, una narrativa, una historia heteronormativa, y no solamente heteronormativa, sino vista desde la perspectiva de los varones. Hay dos cosas que me obsesionan como periodista: Una es la construcción de un archivo y una memoria feminista, para que quede un registro para las generaciones futuras de todo lo que hicimos para vivir de una forma más digna, y la otra es hacer de nuestras vidas, y de las que vengan, una vida más vivible. Entonces el rol del periodismo y de la comunicación feminista es fundamental porque necesitamos dejar registro de todas las luchas que hemos dado y para eso necesitamos muchas narradoras, muchas escritoras.
Y aunque este libro fue escrito por mí deberían existir múltiples libros por cada jurisdicción de la Argentina para que nos cuenten cómo fue tomado el tema en cada lugar y quiénes fueron las pioneras de la lucha en cada región. Cómo sucedió todo en Salta, en Tucumán, en Santa Fé, etcétera. Porque mi libro tiene una limitación: está contado desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sin embargo traté sumar voces de las provincias y traté de contar algunas historias que no se limitan a la capital. El desafío es abrir el juego a diversas voces, a diversas protagonistas. A mí me interesó contar lo intergeneracional, por ejemplo.
En uno de los capítulos hay pibas, viejas, y también hay un varón trans. Luciana Peker habla de La revolución de las hijas en su nuevo libro, pero para mí no solo hay una revolución de las hijas sino también una Revolución de todas, entrelazadas. Un tejido intergeneracional porque el feminismo es intergeneracional. Nosotras aprendemos de las más viejas que nos dejan una herencia, un legado. Las más jóvenes tienen otra forma de encarar el feminismo, más disruptiva, más irreverente, y a mí me toca estar en la generación del medio, en un sanguchito en donde hay tantas feministas como feminismos.
V: Como lectora sentí que fuiste muy respetuosa de los espacios que otres han ocupado y que deben ser narrados con sus voces y desde su experiencia. El feminismo también nos debe servir para exigir o evidenciar eso: la ausencia de voces que puedan narrar sus propias historias y el problema de hablar por las demás.
FA: Sí, debemos empezar una nueva forma de hacer periodismo y de escribir. Yo no soy solamente periodista sino también activista y tengo un gran respeto por las organizaciones y por mis compañeras activistas porque yo también me siento parte de esa Marea Verde. Escribí sobre algo que no me es ajeno porque me movilizó. Y vi en la tele que el 8 estaban todas las chicas en la calle, o sea, yo estaba ahí, y en momentos me fue difícil decidir si estar presencialmente con ellas o escribir sobre ellas. Y bueno, el libro es un mapa de afectos, de cosas que quiero y que me afectaron también en mi vida como activista.
V: Claro, porque lo personal es político, ¿no?
FA: Sí. El año pasado, cuando comenzó el debate, me entusiasmé con la posibilidad de que existiera este libro porque si no lo escribía yo a lo mejor iba a venir una persona de afuera, que mirara el feminismo como un fenómeno, a escribirlo por nosotras. Y este libro tenía que existir pero con nuestra voz. Mi aporte activista fue hacer este libro, cubrir las audiencias, estar trabajando en torno a este tema con el interés de dejar una herramienta y un registro de lo que estaba pasando para las feministas del futuro. Eso me obsesionaba el año pasado, que nadie estuviera registrando todo ese proceso, sobre todo para las más jóvenes que tal vez no conocen a las más viejas, que no conocen la historia de la campaña, no conocen de dónde viene el pañuelo verde, no saben la historia de los encuentros.
V: Después de transitar la Marea Verde y corroborar que sí hay un pueblo feminista, ¿cómo explicarías la potencia de los feminismos populares? ¿Cómo se evidencia la transversalidad en los feminismos latinoamericanos?
FA: Argentina es un país muy particular y por eso creo que para explicar la Marea Verde hay que entender primero Argentina. La lucha de las madres y de las abuelas de Plaza de Mayo que hicieron de su búsqueda personal e individual un ejemplo internacional de la búsqueda de Justicia y de la No venganza, la historia obrera de la Argentina, la fuerza que tienen acá los sindicatos, lo que pudo construir el peronismo, el movimiento piquetero y tantos más movimientos sociales.
Y los feminismos populares se nutren de todo eso. No conozco la realidad de otros países tan profundamente como conozco la realidad de la Argentina, pero todo eso forma parte del Feminismo Popular. Ahí se inscribe el feminismo y de hecho el pañuelo verde rima con el pañuelo blanco de Las Madres. Entonces ahí hay una inscripción, una herencia, una historia que lo hace potente y particular. Y hay algunas experiencias interesantes que quisiera destacar: lo que está sucediendo en Chile con respecto al aborto y como las chilenas se estuvieron tomando las universidades el año pasado. Las Viejas Verdes en Colombia también me parece un proyecto súper creativo que está abriendo la conversación sobre el aborto a través de redes sociales, usando la ilustración y haciendo alianzas con el conocimiento académico.
Y creo que el espíritu y el deseo de la experiencia que vivimos el año pasado sí es exportable a otros países de la región y la posibilidad de transversalizar en Argentina la tenés. Los organismos de Derechos Humanos que hacen acompañamiento, las mujeres en los sindicatos dando la pelea, todo eso va confluyendo y se derrama de algún modo en forma de activismo. Los centros de estudiantes de universidad acá son muy fuertes, los de los secundarios también. Hay mucha movilización social y hay mucha historia de ocupar la calle. Todo eso para entender esas dos jornadas y por qué la gente durmió esperando por una ley.
En otros países no existe esa masividad. Ni en Brasil que son un montón de personas. Simultáneamente, en Brasil el Tribunal Superior de Justicia tenía que resolver una cuestión judicial vinculada con el Aborto, cuestión que se reactivó en seguida con lo que pasó en Argentina, y la verdad que no era el contexto para que se diera ese debate que fue bastante complejo.
V: El movimiento de mujeres en Argentina, sus acciones históricas y su articulación con distintos aliados, permitieron que la Ley se presentara en ambas cámaras, frente a Diputados y ante el Senado. Esos escenarios invitaron a la participación de la ciudadanía, ¿Por qué es importante que esto suceda?
FA: Un tema que hace parte del libro es el de la televisión, que acá fue una aliada y nos abrió una puerta a lo popular. La televisión llegó a personas a las que nosotras no interpelamos como activistas y posibilitó que el debate legislativo real se diera en otros lugares, sin que pareciera una propuesta de la televisión. La fuerza la hizo el feminismo con todo el trabajo previo, pero la tv fue una aliada insólita.
Durante mucho tiempo las feministas argentinas fueron invitadas a la televisión. Nos sentaban con curas, el padre Grassi (un cura pedófilo que hoy está preso por abuso sexual) y con representantes antiderechos. Pero en el 2018, cuando aparece el debate en el programa Intrusos, no nos enfrentamos a esa misma situación. Cinco mujeres tuvieron lugar para hablar sobre este tema. Plantear argumentos fue una forma muy estratégica de abordar el problema desde la televisión. De hecho a la primera invitada, Florencia Freijó, no la llevaron a hablar de aborto sino de una cuestión de chimento. Después siguieron Malena Pichot, Julia Mengolini, Señorita Bimbo y finalmente Luciana Peker, que nombró explícitamente el tema del aborto y ahí, recién Jorge Rial se compromete a tratar el tema, fue progresivo.
Y al debate del año pasado llegamos muy preparadas con argumentos científicos, teológicos, de salud pública y Derechos Humanos. Y del otro lado nos encontramos con discursos de hace treinta años. Para mí eso caló en la sociedad. Por más que no fue ley, y que hay un sector grande de la sociedad que no está a favor de la despenalización, creo que los argumentos quedaron expuestos. Es decir, nadie con inteligencia aceptaría que una mujer muera por practicarse un aborto inseguro y mucho menos negaría que existe esa realidad.
V: Claro, la insistencia del feminismo consiste en eso: generar una conversación, un diálogo, un intercambio.
FA: Y con esto que me decís, y la idea del feminismo popular, pienso en la diversidad de argumentos durante las exposiciones en la Cámara de Diputadxs. Quieren llevarnos por el tema de la religión pero acá hay católicas por el Derecho a decidir, mujeres católicas que abortan y mujeres que acompañan a otras mujeres para que aborten. Quieren llevarnos por el tema de la salud pero aquí hay medicxs. Quieren llevarnos al tema de la justicia y así sucesivamente vamos respondiendo. O sea, en las exposiciones que se hicieron hubo una amplia diversidad de argumentos: diversidad de edad, de formación académica, de procedencia geográfica porque vinieron de casi todas las provincias a exponer. Vinieron mujeres de las villas, personas trans, actrices y personas del mundo del espectáculo. Mientras del otro lado nos encontrábamos con homogeneidad: eran casi todos varones, médicos de la Universidad Austral, blancos y heterosexuales. Tenían pocas mujeres, otrxs de la Universidad Católica y algunas personas que vinieron de otros países. Esta diversidad nuestra nos permitió acercarnos más al debate público y fue una de las características más interesantes y valiosas del debate.
V: El 28M de este año La Campaña por el Derecho al Aborto Seguro Legal y Gratuito presentó el texto de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). ¿qué sigue en agenda?
FA: Hay que ampliar los imaginarios legislativos. Es muy importante que esa parte se discuta, pero también hay que ampliar los temas pendientes que están vinculados con el Aborto. Tenemos pendiente una modificación a la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) que la haga más compleja, integral y obligatoria y que aporte a la educación laica, científica y obligatoria de la ESI. Esta debe ser una modificación específica que limite el ideario de conciencia porque algunas escuelas y colegios eligen no adoptar ESI dentro de su currículo por su ideario institucional. Después hay otras legislaciones que se pueden pensar desde la producción pública de Misoprostol, también debemos pensar en una reparación económica a lxs hijxs y familiares de mujeres que murieron por causa de abortos clandestinos y hacer un registro fiel de las mujeres que murieron abortando en Argentina.
Digo, hay propuestas legislativas que se pueden pensar en relación al aborto y a los Derechos Sexuales y Reproductivos y creo que el desafío del Feminismo es seguir ampliando la imaginación política. Estamos en un país que decidió no tener más Ministerio de Salud, lo rebajó a Secretaría, y una de las banderas populares del feminismo hoy en Argentina es poder sacar al macrismo de este gobierno. Necesitamos un Ministerio de Salud y hay que garantizar el funcionamiento del Ministerio de Educación porque sin Ministerio de Salud no hay aborto legal, no hay “Ni Una Menos”, no hay posibilidad de una ciudadanía sexual Integral para las mujeres, niñas, adolescentes y para ningún oprimidx.
Entonces me parece que el feminismo, no solo en Argentina sino en toda la región, es el fenómeno que más se opone a los gobiernos contemporáneos conservadores, neoliberales y de derecha. El feminismo es el fenómeno más dinamizador de la política hoy en día.
Tenemos como desafío transformar esa fuerza que está en las calles, que estuvo en Brasil cuando las compañeras salieron a decir Ele Nao antes de que ganara Bolsonaro; que está en Chile haciendo resistencia frente a toda avanzada que comience a aparecer; que está en Colombia cuando alguien sugiere reprimir nuestros derechos; esa fuerza que está en todos lados y que se expresa de diferentes maneras: en acciones legislativas, representativas, parlamentarias y ejecutivas.
Y por una cuestión de justicia social necesitamos más feministas en el poder político para que tengamos acceso a espacios de poder real, no solamente a cupos, y discutir la nueva agenda regional que corresponde al tema del cuidado. Necesitamos discutir la economía del sistema capitalista, pensar el la repartición de los recursos, los trabajos domésticos no remunerados, el aporte que hacemos a todo el sistema productivo es discutir el sistema capitalista y el neoliberalismo.
Es bastante ambicioso, pero vamos a transformarlo todo. No solo vamos a conquistar algunos derechos sino que vamos a lograr una transformación total del sistema.