La periodista cordobesa especializada en rock Patricia Perea osó criticar a Charly García después de un show deslucido, poco profesional y atravesado por toxinas. El ego gigantesco del líder de Serú Girán no lo soportó y se tomó revancha componiéndole la canción Peperina. La que sigue su trágica historia, la de una chica que vivió la euforia de ser parte del rock en tiempos en que en el rock nacional arreciaban el bullying y el más brutal de los machismos ocultos por la cortina progre de una industria que producía millones. A Patricia Perea la historia la consagró como el paradigma de ser apenas una groupie del interior. Fue más que eso.
El Expreso Imaginario, además de ocuparse de ciertos temas fuera de la agenda habitual de una revista de rock, tenía otra característica importante: era federal. La revista tenía corresponsales en Córdoba, Santa Fe, Tucumán, Mar del Plata, Bahía Blanca, Chaco, Corrientes y Mendoza. Una de las periodistas cordobesas fue Patricia Perea, cuyo sobrenombre era “Peperina”, por su afición a tomar té de esa hierba, y fue inmortalizada en la historia del rock en una de las canciones más bellas, que en realidad tiene, también, una triste historia de machismo y maltrato.
“Enganché el trabajo para Expreso Imaginario casi por inercia. Me gustaba escribir, lo había hecho desde chica y tenía esa onda federalista de que acá en Córdoba también había grupos y pasaban cosas. Intercambiemos con la Capital, nos conozcamos, me dije”, escribe Patricia en su autobiografía que ella misma editó.
Patricia conoció a Pipo Lernoud, uno de los editores de la revista, en un recital de PorSuiGieco en Córdoba. “Nosotros queríamos hablar de lo que pasaba acá. Ellos venían buscando aires de provincia. Así como un juego inocente empezó todo”. La historia de Patricia dio un giro total por una crítica que escribió en Expreso Imaginario. El 16 de noviembre de 1979, Serú Girán tocó en el Club Municipal de Alta Córdoba para presentar su disco La grasa de las capitales. Ella fue con la misión de escribir una reseña. En su libro Peperina por Peperina, Patricia escribe en segunda persona, le escribe a Charly como si le estuviera hablando. En el texto, que publicó y distribuyó ella misma en vida, relata que Charly se tambaleaba en el escenario, que hizo una pésima actuación porque estaba borracho. Y le dice: “Te sacaste la camisa por la bragueta simulando un pene. No terminabas los temas y cantabas mal, te estabas dando cuenta, quizás, tierno y díscolo de que el rock a nadie salva sino que al contrario, puede hundirte, reventarte. Tendrías que haber sido más fuerte que, más bicho que, te bajaron los lompas Charly, te los dejaste bajar”.
Patricia cuenta que después de ese show la invitaron a comer un asado. “Yo estaba a la defensiva, había visto el brillito en tus ojos y la espuma en tus colmillos”, es por eso que intentó mantenerse lejos de él, pero tuvieron un entredicho: “¿Sobre que te invito a comer asado pensás escribir mal de mí?”, dice que le dijo Charly.
Patricia dice que cada vez que Serú fue a Córdoba ella se veía con Daniel Grinbank, pero siempre se sintió hostigada por Charly, perseguida. “Me hartó el acoso sexual, me harté de verlos drogarse, de cantar en el escenario la paz, el amor y la libertad y cuando bajaban hacían todo lo contrario de lo que predicaban. Lobos y buitres devorándose por un porro, un gramo de merca, una mina, un dólar”, escribió en su biografía.
La crítica de Patricia en el Expreso Imaginario fue dura, aunque iba en el mismo tono de lo que se le criticaría cada vez más a él: por cada show bueno, había muchos regulares y descontrolados por la figura mediática que crecía en protagonismo. Como el show fue a fines del 79, salió en la edición de principios del 80. Patricia califica de decadente el espectáculo, y hace hincapié en la actitud histérica y burlona de Charly sobre el escenario. “Donde los temas ‘grasosos’ fueron desprolijamente ejecutados y en más de una oportunidad interrumpidos y acortados. Las voces no se explotaron como en otras oportunidades: se escucharon turbias y desafinadas”. Además, señaló que el promedio de edad del público era de quince años, lo comparó con el de Sandro, y le llamó la atención la exacerbación idólatra a la figura de Charly. Alcanzó eso para que el ídolo máximo del rock argentino pegara el grito en el cielo. La venganza de su parte fue dura, cruel, y eterna. La condenó para siempre en un lugar de resentida, groupie despechada, y lo hizo con una canción. En ese gesto efectivo, Charly, además, dio una lección: las mujeres que critican a músicos lo hacen por despechadas, porque se les negó el acceso al sexo con el ídolo.
Todo este episodio fue el que “inspiró” a Charly García a componer la clásica canción Peperina, que abre el cuarto disco de Serú Girán, Peperina (1981). Su letra empieza así:
Quiero contarles una buena historia
la de una chica que vivió la euforia
de ser parte del rock tomando té de peperina.
Típicamente mente pueblerina
no tenía huevos para la oficina
subterráneo lugar de rutinaria ideología.
Romántica entonaba sus poemas más brillantes
susurrando al oído de mi representante:
te amo, te odio, dame más.
Corría 1981 y Patricia se alejó del rock para licenciarse en Filosofía y dar clases. El ambiente la había “desilusionado mucho” y sentía un maltrato hacia su género. “Eran contradictorios, cantaban canciones de amor, pero no respetaban a la mujer. En el fondo, Peperina es una canción de un machista despechado”, escribió. Muchos años después, Patricia le dijo al diario cordobés La voz del interior que no valió la pena escribir ese texto que salió en el Expreso Imaginario: “Hubo personas que se sintieron muy heridas con esa crítica, con el hecho de que una adolescente les dijera la verdad. No les gustó”.
No paró ahí. En 1983 Charly estaba tocando en el Luna Park, era la presentación de su gran disco Clics modernos y, antes de empezar Peperina dijo: “Voy a tocar un tema de una chica que le gustaba ir a habitaciones de moteles, a ver si le daban algo. Y cuando no le daban, se enojaba. Decía ‘ay estos chicos, qué mal que tocan’. Ahora vienen hasta periodistas hombres… ¡lo que es el destape, viejo!”. Esa frase quedó grabada y el estigma crecía, pero todo iba a ponerse peor. En 1995, Raúl de la Torre estrenó una película musical basada en su historia. Sin avisarle, Patricia revivió su tortura, esta vez interpretada por Andrea del Boca.
“Salir de la fama de Peperina me cuesta un toco”, dice Patricia en el libro, y cuenta que cada dos por tres le tocaba el timbre algún fan de Charly para saber si ahí vivía la verdadera Peperina. “Todos se hacen la película de que curtimos y no, nunca curtimos. Una vez me dio un beso en la boca, de prepo, en La Falda. Gritaba: ‘Esta es Peperina, la auténtica, vos me diste de comer muchos años…’”. El reclamo de ella era justamente ese, ella le sirvió para que él ganara plata, pero nunca nadie le dio de comer a ella. Esa factura se la pasaron mutuamente durante algunos años, hasta que ella dejó el circuito de rock definitivamente y ya no se cruzaron más.
En una entrevista que Gloria Guerrero le hizo a Charly García en septiembre de 1981, y que está en su libro La historiadel palo, ella le pregunta por la historia de la canción y él contesta: “Es de alguien… es alguien que escribía notas del interior, y siempre que tocábamos en ese lugar, ella decía que era un bochorno… y nosotros nos preguntábamos: ‘Pero ¿cómo? Si estuvo lleno de gente, todos se fueron contentos, ¿cómo puede ser?’. Después conocimos a la Peperina, y realmente nos dimos cuenta de que nos odiaba en una forma terrible. Luego de escuchar el tema, le dijo a mi representante que yo era un buen sociólogo, pero que Serú Girán le seguía sin gustar”.
Patricia editó un libro con la ayuda económica de su tía. Peperina por Peperina se presentó en Biblioteca Córdoba en 1995. “Se llenó y era un día de lluvia. A Charly le mandé uno, dijo que le gustó. No se vendió como esperaba, la verdadera historia no sé si interesaba tanto”, le dijo en 2012 al suplemento Vos, de La voz del interior.
Su salud fue decayendo, estuvo internada en neuropsiquiátricos por depresión. “Fue una cruz que tuve que llevar toda mi vida”, dijo. El domingo 18 de septiembre de 2016 falleció en Córdoba. Solo al morir Patricia fue mencionada por lxs periodistas de rock cordobesxs y porteñxs, solo al morir se recordó la canallada que le tocó vivir.