Julián Gorodischer es autor de varios libros y ha publicado crónicas en medios como Gatopardo, El Universal, Esquire, GQ, SoHo, Rolling Stone y Revista Anfibia. También ha trabajado como redactor en Editorial Perfil y la agencia Télam, fue subdirector de Cultura de Página/12 y editor jefe de la revista Ñ del diario Clarín.
En entrevista con Memorias de Nómada, explica que Claudia fue una revista de gran influencia y alcance, que pretendía resignificar los estereotipos de la mujer en relación con el espacio doméstico, la familia y su sexualidad.
—Me fascinó introducirme a una época más que a una revista. En los setentas previos a la dictadura militar, cuando los medios de papel todavía regían la agenda pública.
A partir de los diarios y revistas de la época, Gorodischer reconstruyó la redacción de la revista con las herramientas tanto de la ficción como de la investigación periodística. En esos años, la viuda del general Juan Domingo Perón ocupó la presidencia de Argentina. Y a Isabelita le encantaba la revista Claudia.
—Fue un gobierno delirante, marcado por las fuerzas ocultas y una enorme violencia ejercida desde el estado a través de células paramilitares dirigidas por el ministro José López Rega, que ocupaba un doble cargo: secretario general y ministro de Bienestar Social. Paradójicamente, en el Ministerio de Bienestar Social se alojaban las células paramilitares.
La dictadura militar de Argentina que inició con el golpe de estado el 24 de marzo de 1976 ha sido representada en películas y novelas; sin embargo, la etapa previa al golpe pocas veces es abordada y en la novela de Gorodischer se retoma desde la perspectiva de la redacción de una revista que comienza a cambiar la línea editorial a partir del gobierno de Isabelita.
—La antesala de una de las mayores catástrofes de la historia del país, la dictadura militar argentina, sólo se podía contar a través de una ficción, poniendo a Claudia en un primer plano.
Durante esta época, tanto la revista Claudia como el diario La Opinión redirigieron sus líneas al poder en turno. La editorial Abril, que publicaba la revista, era opositora pero Ber Gelbard teje relaciones dentro de la revista para ganarse la confianza de la presidenta interviniendo en los contenidos. El autor subraya que esa es la gran historia detrás de Claudia Vuelve: los vínculos entre medios y poder política; pero también sobre la independencia y la potestad; la elección de un medio sobre un gobierno.
—La escritora Mudazi comentaba que también es una novela sobre qué hacer con la escritura y qué se puede hacer con la escritura porque la principal redactora de Claudia, Paola, empieza a trabajar para Isabelita. Es tan profunda la vinculación entre ambos que una redactora de la revista le escribe los discursos a la presidenta. Entonces, en ese apasionamiento y talento, Paola se vuelca a la comunicación política. Hay un desplazamiento de la escritura a otras esferas.
El dilema de los personajes también es parte de la narrativa de Gorodischer: padecen, se justifican, pero la escritura siempre los salva. El escritor apunta que no está exenta de humor, pues sobrevuela un periodo dramático, desde una “trama atravesada por el desamor, los ascensos, las complicidades y las supervivencias mediadas por el lenguaje irreverente”.
—Hay temas que siguen vigentes: el rol de los medios frente al poder político, paupérrimas formas de corrupción y supervivencias. Yo empecé mi carrera en una revista femenina trabajando como redactor y –aunque no hay ninguna anécdota presente de Luna [la revista donde trabajó]- sí está toda su esencia, el espíritu de los personajes, la relación con el texto y el recuerdo. Rellenar los vacíos implica la narración de hechos reales, desde la ficción.
Un libro que se lee como revista
Claudia vuelve también adopta la esencia de la revista en el formato: todo se narra como si el libro estuviera emparentado con la revista de mujeres. A través de fotos, epígrafes de artículos, recortes, recetas de cocina, discursos, la novela avanza como un collage.
—Una vastedad de materiales te cuentan poco menos de dos años de historia social y política con múltiples versiones. Claudia está hiper-documentada desde la realidad mediática de la época. impregnar el libro de la estética de la revista. Las imágenes de Claudia me permitieron encontrar un ancla, una columna vertebral para no caer, me devolvían siempre al universo narrado.
“Isabel Perón, la mujer del año” se puede leer en uno de los recortes que aparecen en la novela, como parte de un artículo de portada para la revista que también es uno de los escenarios clave en la historia que narra Julián.
Así, los recortes no solo son un ancla a la historia que desea narrar sino también “ese efecto de credibilidad que trasciende a la ficción”.
El libro Claudia vuelve puede adquirirse en formato físico y electrónico desde la página de Marea Editorial.