“Está un poco oculto lo que sucede en el manejo del poder de algunos pastores, el libro apunta a develar cómo funcionan estos mecanismos para pensar la democracia hoy en el continente que, en algunos casos, fueron cedidos a un mesianismo autoritario”, explicó Goldstein, autor de "Poder Evangélico, cómo los grupos religiosos están copando la política en América".
El investigador apuntó que en la década del 50 y 60 surgió el pentecostalismo en Estados Unidos, una renovación carismática de las iglesias evangélicas protestantes. Eso se fue desarrollando hacia Colombia, Bolivia y Brasil. “Las crisis económicas siempre favorecieron la expansión territorial de estos grupos”, señaló.
Observó que en los últimos años se produjo el neo pentecostalismo que incorpora la teología de la prosperidad. “Se refiere a que a partir del diezmo que dan los fieles a la Iglesia, se ven glorificados en su vida cotidiana”, explicó y agregó que esa consigna lleva a que funcionen como empresas religiosas. “Compran espacios en los medios de comunicación o tienen sus propios medios como sucede en Brasil, le da una dimensión económica importante”, contó. En algunos casos –no en todos, aclaró- los pastores se enriquecieron mucho.
Ariel señaló que son sectores influyentes en la opinión pública y en la política del continente. “Existe una relación de dominación, de jerarquía”, dijo y recordó el caso de la Iglesia Luz del Mundo en México que creció en Guadalajara y luego se expandió en el país. “Había un sistema de dominación muy fuerte de Naasón García, el máximo líder que hoy está en prisión en Estados Unidos porque las fieles habían entregado a sus hijas para que sean abusadas sexualmente por el pastor”, contó y subrayó que existe una relación de sumisión y obediencia. Por supuesto –continuó- “no digo que todos los pastores sean abusadores”.
Cuando este esquema de poder se introduce en la política y bendice a Jair Bolsonaro en Brasil, a Donald Trump en Estados Unidos o a López Obrador en México, “es un peligro para la democracia porque sus opositores son representantes del diablo, y la democracia se basa en el reconocimiento del otro como un adversario legítimo. Entonces se genera una ruptura de ese consenso”.
Sobre estas relaciones entre grupos religiosos y la política argentina, Goldstein dijo que estamos entre Uruguay y Brasil. Comentó que el caso de Uruguay es una excepción en la región. Tiene una sociedad mayormente laica y el descenso de católicos no significó el incremento de evangélicos. “Hubo un crecimiento de ateos no religiosos”, apuntó. En cambio, Brasil es un modelo opuesto a esta realidad. “En Argentina fueron buscados por el peronismo, por Cambiemos, pero a nivel político no hay una banca evangélica”, señaló.
Está claro para Goldstein, que una característica que se repite en estos grupos es que buscan ser influyentes en la órbita del Estado. Apoyan a un mandatario y esa es “la bendición divina”. “Apoyan a gobiernos que, en la mayoría de los casos, son autoritarios”, observó.