“El libro es un aporte y una introducción a un tema que se viene trabajando muchísimo, sobre el que hay cosas muy interesantes. Lo que te puedo decir es que es un libro de historias en plural no de ‘Historia’, así en singular y con mayúscula; no busca la verdad, no al menos en términos de método científico, y se hizo a través de conversaciones y no de entrevistas”, describe Matías Máximo, el periodista y autor de El Nunca Más de las locas. Resistencia y deseo en la última dictadura, que se presentará este viernes en el auditorio de la CPM.
Matías es periodista especializado en cultura y especialmente interesado en temas vinculados a diversidad. Esa mirada es la que propone para tirar del hilo de las historias que componen la Historia reciente, una que busca la complejidad y muestra el modo en que el terrorismo de estado, la violencia que lo precedió y la que siguió desplegándose nos afectó a todos, a todas, a todes. Porque hubo una violencia específica que se desplegó y tiene aún consecuencias sobre los cuerpos y relatos de quienes recién ahora entran, de a poco, en el foco de la Historia.
“Toda esta violencia, el terrorismo, la propuesta en el libro es cruzarla con lo que fue la resistencia y el deseo, porque la solemnidad con que se aborda el periodo de la dictadura responde a una forma de hacer memoria, de reconstruir la historia, ligada a la heteronorma. La propuesta es salirse de eso”, señala. A lo largo de 9 capítulos El Nunca Más de las locas se irá enfocando en distintos momentos de lo que fue la última dictadura: hay un capítulo dedicado a la guerra de Malvinas, otro a lo que fue el tránsito por los centros clandestinos de las personas LGBT+ en todo el país y está bastante presente también todo lo que fueron los edictos policiales que perseguían a la comunidad y la criminalizaban y venían de antes de la dictadura y continuaron hasta entrados los años dos mil.
“La selección tuvo que ver con estos diferentes ejes teniendo en cuenta con que con casi cualquier persona de entre 40 y 70 años que haya tenido una orientación sexual visible en la época o una identidad que se corriera de lo binario va a tener algo que contarte”, asegura el periodista que incluyó en el libro testimonios como el del escritor y performer Fernando Noy, que cuenta lo que fue su exilio en Brasil al iniciar la dictadura y refiere la persecución previa; la experiencia de La Chicho como reina de los carnavales en el Tigre, y los relatos de ex detenidas desaparecidas como Valeria del Mar Ramírez.
Sus voces se van entrelazando con documentos, artículos y registros de momentos como los inicios del frente de liberación homosexual, y los archivos de inteligencia de la DIPPBA que dan cuenta de cómo las fuerzas represivas perseguían y castigaban no sólo por la participación política, también lo hacían por la orientación sexual.
También desde la elección del título el libro hace sus guiños. “Las locas”, ese término que entre maricas usan de forma frecuente y cariñosa, viene de alguna forma a profanar ese libro tan importante para nuestra historia, que fue la instrucción para el juicio a las juntas. “El juicio fue pionero en la región, con todo lo que hoy le podemos reclamar desde el hoy tuvo una función innegable –dice Matías-. Sumarle a las locas tiene referencias importantes: por un lado, un homenaje encubierto a las Madres, a las que les decían ‘las locas de la plaza’; por otro, a un gran escritor argentino que me ha acompañado mucho, pero tal vez no forma parte de ciertos cánones, que es Perlongher. Él escribió El sexo de las locas, de donde elijo el epígrafe del libro, y habla de una sexualidad loca. También tiene que ver con las instituciones médicas que en sus manuales se ha dedicado durante mucho tiempo a patologizar lo que se corra de lo heteronormativo o la binariedad, y eso que se usó como insulto, la comunidad se lo apropia y lo llevan con orgullo”.
Con ese orgullo Matías intenta correr el velo de la solemnidad de la historia oficial para que se iluminen estas otras historias que la componen. “Lo que vengo sintiendo es que cada vez que se presenta el libro aparece más gente con cosas para contar y eso me parece muy efectivo porque da ganas de compartir ese momento, de hablar sin tapujos. Lo que hace la solemnidad es sentir que si en medio de las persecuciones y el horror uno iba a una fiesta clandestina o participaba de alguna resistencia para encontrar su deseo, la historia oficial genera mucha culpa. Esta otra perspectiva alienta a pensar la historia y los procesos de memoria en otra clave”.