Osvaldo Bazán es periodista y escritor. Y esa condición lo llevó a militar una agenda política y personal muy intensa, que se recalentó en los últimos días. Por ser periodista siente la obligación de "decir cómo son las cosas que los poderosos quieren tergiversar". Por eso, habló ante los senadores, en Diputados citaron su libro (Historia de la homosexualidad en la Argentina), ha viajado por el país dando charlas, participa de programas televisivos y radiales donde se debate la posibilidad de que en el país se modifique el Código Civil para lograr que todos los argentinos sean iguales al momento de casarse. "Algunas hogueras se queman solas", dice cuando analiza los avances logrados, pese a la ferocidad de los discursos que se oponen al casamiento entre personas del mismo sexo.
En diálogo con Señales, Bazán analiza la situación a días de que el tema sea tratado en el Senado nacional.
—Sos periodista y escritor, ¿te considerás un militante a favor del matrimonio igualitario?
—No, aunque es ridículo decirlo después de la exposición que tuve en este último tiempo. En realidad lo que pasa es que es un tema que me interesa vitalmente y como periodista, cuando veo tanta ignorancia, muchas veces no ingenua, me siento en la necesidad de contar lo que sé. Por ejemplo, es impresionante el nivel de mentira que manejaron los sectores que se oponen a la ley. La Universidad Católica Argentina (UCA) y el Episcopado Argentino dieron a los senadores a poco de comenzar el debate un documento en donde decía que ampliar el derecho de matrimonio sería anticonstitucional. ¿Sabés que en la Constitución sólo se habla de matrimonio en el artículo 20, que refiere al derecho de los extranjeros a contraer matrimonio "según las leyes del país"?. Y nada más. Y los tratados internacionales, son tratados que garantizan derechos y de ninguna manera pueden restringirlos, esto lo plantean todos los tratados, no dicen en ningún lugar que "matrimonio es la unión del hombre y la mujer". Hablan del derecho de hombres y mujeres a casarse, frase que se desagrega gramaticalmente como el derecho de los hombres a casarse y el de las mujeres a casarse. Pero instalan una mentira desde sitios de poder y después es muy difícil desarmar eso. Impresiona que esas instituciones mientan para ganar una discusión. Es por eso que no soy militante, sólo un periodista que hace lo que hace un periodista: periodismo. Decir cómo son las cosas que los poderosos quieren tergiversar.
—¿Por qué crees que es tan difícil conseguir la vigencia de un derecho de igualdad?
—Por la tremenda ignorancia a la que nos vimos obligados durante siglos. Las sexualidades no reproductivas fueron llamadas "pecado nefando". Nefando es aquello de lo que no se puede hablar. Si no se puede hablar, no existe. Y eso fue lo que ocurrió. No existió. Durante siglos no existió porque se acalló a sangre y fuego. Y dicen que eso es "natural".
—En algún momento se pedía por la unión civil y actualmente se lucha por el matrimonio igualitario, ¿fue un salto cualitativo, cuándo ocurrió y por qué? ¿Cuánto influye el tema de la adopción en esto?
—Esto demuestra lo imparable del tema. Hace sólo cinco años cuando conseguimos la unión civil solamente en Capital Federal, festejamos. No fue fácil, nos decían que se iba a desintegrar la sociedad tal como la conocíamos. No ocurrió, claro. Simplemente, alguna gente tuvo un derecho un poquito mayor. Lo que está ocurriendo es que por primera vez se descorre el velo de lo nefando. Por primera vez nos mostramos y exigimos igualdad de derechos. Es un salto cualitativo que ocurrió en el día a día, en cada homosexual o lesbiana que puede plantarse frente a su familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo y mostrarse tal cual es. La adopción no está en discusión en este momento, hombres y mujeres gays pueden adoptar en forma individual desde la década del ochenta. Es algo que ponen para embarrar la cancha.
—De acuerdo a la Iglesia Católica la homosexualidad es un pecado, para la ciencia ha sido una enfermedad, ¿y para el Estado argentino?
—Fue un delito desde 1910, cristalizado en los edictos policiales de 1930. Aún hoy existen en algunas provincias esos edictos que permiten detener a un homosexual por la sola presunción de serlo.
—¿La consigna "Queremos papá y mamá" es puro efecto?
—Sí, y un efecto nefasto porque es vomitivo que usen a los niños para mantener un statu quo desigual. Sólo el 30 por ciento de las familias argentinas responden a ese esquema. Hoy las familias son ensambladas, son los tuyos, los míos, los abuelos que bancan, etcétera. Los chicos no son criados sólo por papá y mamá, está todo el entorno familiar que lo permite. Pero además, ¿están seguros que el marco de familia heterosexual es el que mejor cuida el supremo interés de los niños? Un trabajo serio de la Asociación Americana de Psiquiatría hecho en los últimos 25 años dice que no hay diferencias de ningún tipo entre niños criados en familias homoparentales (donde los dos padres son del mismo sexo) o familia biparentales. En los colegios católicos se difunde una carta con un montón de falsedades firmada por un tal Dr Guillermo de Segovia de Pediatría del Hospital Argerich. Llamé al hospital Argerich. No hay nadie con ese nombre.
—¿Cuáles hechos construyeron, para vos, la posibilidad de que hoy la discusión sobre la modificación del Código Civil tenga media sanción de Diputados y se apreste a ser tratada en el Senado?
—El empuje de las marchas del orgullo que llevan ya quince años en Argentina, los pedidos en cada ciudad del interior del país, el trabajo de la Federación GLTTB, la sociedad misma que cuando fue encuestada demostró que no sólo el tema no es piantavotos, sino todo lo contrario; el decidido apoyo de las universidades nacionales, las centrales obreras, los partidos políticos, el movimiento estudiantil, las organizaciones de derechos humanos, la comunidad científica y artística. El descascaramiento de la Iglesia Católica cuyo pico máximo de hipocresía es el Papa pidiendo que amemos a los curas pedófilos. Ah...,y el almanaque. Al ver que ya no estamos en la Edad Media, algunas hogueras se queman solas.
—¿ Cuándo escribías Historia de la homosexualidad en la Argentina pensabas que iba a ser un instrumento de lucha política a tal punto que fue exhibida en Diputados y luego el Inadi la distribuyó entre los senadores?
—No, ni mucho menos. Cuando lo escribí recibí de los libreros el consejo de que le sacara la palabra “homosexualidad” de la tapa, porque nadie se iba a animar a entrar a una librería a pedir un libro con ese nombre. O andar en el colectivo con un libro así. Algo de razón tenían. La presentación del libro en algunas ciudades del interior fue casi épica, y estoy convencido de que sino hubiera sido un personaje de la televisión, no me hubieran invitado a presentarlo. Me preguntaban por (Jorge) Guinzburg, no por el libro. Y yo hablaba igual. Fue una alegría enorme escucharlo al diputado Agustín Rossi citarlo.
—¿Cuál crees que es el peso real que hoy tiene el discurso religioso entre los argentinos en relación a su oposición al matrimonio igualitario? ¿Es el único sector opositor?
—Cuando ya pensábamos que lo peor había pasado debimos enfrentarnos con la miríada de iglesias evangélicas que se aprovechan de la peor necesidad e ignorancia de la gente, ofreciéndole paraísos próximos a cambio de diezmos y sacrificios. Un pastor evangelista en una de las audiencias en Chaco se manifestó en contra del derecho a que cada persona decida con quién casarse porque “el aparato digestivo de los hombres termina succionando el semen y esto es perjudicial” (sic). Cualquiera es pastor y habla en nombre de un Dios al que manejan como en las publicidades de Quilmes, le hacen decir lo que quieren. Después perdemos 4 a 0, claro. Las iglesias evangélicas tradicionales, las luteranas, se mostraron a favor.
—¿Cómo se ubicaría Argentina en Latinoamérica si se aprueba el matrimonio igualitario?
—En el lugar de vanguardia que tenía en 1968, cuando aquí existía el grupo Nuevo Mundo, pionero de la defensa de las minorías sexuales antes aún que la rebelión de Stonwell en Nueva York. Vino la dictadura y cortó todo. Ahora recuperamos nuestro lugar pionero, como en la Revolución de Mayo. Ya nos seguirán, sin dudas.
—Por último y sé que me meto en el ámbito personal, ¿si sale la modificación, te vas a casar?
—Es raro, con casi doce años de relación, no lo pensamos; nuestra lucha contra el “no poder” no nos dejó pensar en el “querer”. Cuando podamos, a partir del 14 de julio, lo pensamos. Lo que seguro es que no pensamos es adopción. Al contrario de muchos heterosexuales, ya nos dimos cuenta de que para eso no servimos. Tenemos otras funciones en el mundo.