“El fracaso del gobierno de Mauricio Macri es un fracaso en todas la líneas. Otros presidentes como Raúl Alfonsín pueden mostrar logros, pero Macri ninguno”, analiza Guillermo Levy.
Es sociólogo, profesor universitario y también el autor de La caída, publicado por Editorial Marea. El libro es una génesis de la derrota final del macrismo en las elecciones de octubre de 2019. Levy recuerda que hace menos de un año, en el oficialismo, en el “círculo rojo” y en los principales medios de comunicación había grandes expectativas por la reelección del expresidente.
“Las encuestas le empiezan a dar mejor, hay calls entre líderes corporativos donde se dice que a Macri le iba a ir bien. Suben las acciones cuando bajan en todo el resto del mundo, como para decir que los mercados votaron. Después la gente eligió otra cosa. Las encuestas que publican los medios dan una derrota por muy poco margen, pero tras la elección se vuelve imposible de remontar”, recuerda.
Para el autor “Cambiemos es una exitosa marca en la sociedad civil, que aglutina el voto antiperonista y suma demandas dispersas. Eso le permitió ganar en el balotaje de 2015. La marca Cambiemos le sacó 20 años de ventaja a la de Scioli, pero con eso solo no se gobierna en la Argentina”, agrega.
-¿Cómo logra Cambiemos que figuras ligadas históricamente a la “patria contratista” aparezcan como paladines de la lucha contra la corrupción? En el libro cita la frase de un conocido periodista: “Macri no necesita dinero, es muy noble que haya venido a ponerse al frente del caos”.
-Esa frase representa un sentido común muy instalado en la Argentina como “roba pero hace”. Se supone que la corrupción es para aquellos que no tienen dinero, en cambio hay otros que ya tienen una fortuna hecha y van por la gloria. Las denuncias contra la corrupción son muy sesgadas y están ligadas a la mirada de clase. El que roba siempre es el del pobre. La corrupción está ligada a los plebeyos de la política, representada por el peronismo. Eso no quiere decir que no haya en el peronismo casos de corrupción. Pero los casos de corrupción en los gobiernos no peronistas no dejaron una marca.
-¿Qué interpretación encuentra para que un gobierno que tomó medidas contrarias a los intereses de la población haya tenido posibilidades de reelegir en 2017?
-Lo que gobierna son las lecturas de la cosas. Si el relato es que determinadas medidas son necesarias, por ejemplo para el crecimiento, lo que prima en las personas es el triunfo o no de ese relato. Si pago una cuenta de servicios 10 veces más cara que hace un año y me explican que es por el futuro, puedo hacerlo y creer en eso.
El problema son las expectativas que genera cada uno. Cambiemos venía a instalar un capitalismo serio y republicano, pero al final cierran empresas, se pierden 200 mil empleos de calidad. Se caen por sus propias promesas, hacen agua por todos lados.
-El oficialismo se impone en las parlamentarias de 2017, incluso mejora la economía ¿Por qué después de ese triunfo comienza la debacle?
-Es una paradoja, las elecciones de 2017 fueron el mejor momento económico de Macri, con una baja del crecimiento de la inflación y una baja de pobreza por ingreso. Pero en diciembre de 2017 pasan dos cosas que marcan el principio del fin: el gobierno envía al congreso la reforma previsional y todo el arco opositor se une para rechazarla. Hay una protesta con represión muy fuerte que genera esa noche 20 cacerolazos en distintos puntos de la Ciudad donde incluso participan votantes macristas. La otra es el cambio en la meta inflacionaria anunciado días más tarde, y luego comienzan las negociaciones con el FMI.
-El viaje de Mauricio Macri a París desató todo tipo de especulaciones, ¿el expresidente busca y puede ser el líder de la oposición?
-Algunos sostienen que Macri debería ocupar un lugar similar al de Cristina Fernández. Algo así como “con él solo no se puede, pero sin él no alcanza”. Creo que nunca más va a tener un lugar preponderante en la política argentina, puede ser diputado, pero difícilmente vuelva a los primeros planos. No es un político de raza como Cristina Fernández o Alfonsín, viene de otro lugar.
-Con la deuda se dio un fenómeno peculiar: quienes la tomaron felicitaron a quiénes la renegociaron. ¿Cuál es el significado de esos mensajes?
-La mayoría de la deuda es del macrismo, no toda. Por impericia o falta de integridad tomaron deuda a muy corto plazo. Todos sabían que había renegociación sin importar quién ganara las elecciones. Es una gran paradoja. Es difícil que la derecha le pegue a un gobierno que arregla con los acreedores.