por Daniel Santoro
“La reflexión sin oficio (periodístico) está vacía, y el oficio sin reflexión es ciego”, dice el periodista, filósofo y docente Miguel Wiñazki en el prólogo de su investigación que desarticula, con datos y argumentos, dos mitos populares modernos: el supuesto asesinato de Carlos Menem Junior y la creencia de que Alfredo Yabrán está vivo y en un exilio dorado en lugar de muerto.
En su nuevo libro La noticia deseada, Wiñazki también señala cómo la opinión pública rechaza la verdad cuando no quiere escucharla con el ejemplo del tráfico de influencias en la universidad de los hijos de Fernando De la Rúa que fue documentado por el diario Perfil, pero no aceptado cuando el ex presidente tenía una excelente imagen pública.
Dueño de una sólida formación académica sin caer en un lenguaje elitista, Wiñazki desarrolla una teoría que cuenta cómo la ciudadanía se mueve a la velocidad de Internet al interpretar los hechos que le presenta el periodismo en sus distintos formatos y de acuerdo a sus deseos, más que a los datos de la realidad.
Wiñazki, autor de memorables investigaciones como El Adolfo sobre el ex presidente Rodríguez Saá, descarta una a una las teorías conspirativas –alimentadas por algunos periodistas– que sustentan la construcción del supuesto atentado contra el helicóptero en que viajaba Carlitos Menem. La más conspirativa –una costumbre analítica tan argentina como el tango– es la teoría según la cual fueron “asesinados” los testigos que hablaban de un atentado. Pero el libro enumera que, en realidad, la mayoría de los testigos que murieron desde 1995 hasta ahora eran los que vieron cómo el helicóptero se enganchó con los cables de alta tensión sobre la autopista que une Buenos Aires con Rosario.
Luego profundiza en el caso Yabrán y señala que “la superstición de la opinión pública presupone que los hombres poderosos no se suicidan” y por eso no creen en la necropsia del cadáver –observado por periodistas independientes–, ni en exámenes de ADN que dan una garantía del 99,99 por ciento. En esta parte hay otro hallazgo. El testimonio del abogado de la familia de José Luis Cabezas –el fotógrafo de Noticias asesinado por orden de Yabrán– quien certifica que el empresario telepostal se suicidó y está muerto. No hay mejor voz para certificarlo.
Un capítulo aparte constituye la reconstrucción del informe del diario Perfil de 1998 sobre los hijos de De la Rúa basado en una escucha telefónica. En este caso, era la “noticia indeseada”, subraya Wiñazki. En 1998 la mayoría de la opinión pública no quería escuchar una parte gris de la historia de los De la Rúa. Tres años después, el mimo dirigente que era antes intocable, tras la crisis financiera y el estallido social, terminó su gestión con un 96 por ciento de desaprobación.
Wiñazki también hace un profundo análisis sobre la cobertura triunfalista de los medios durante la Guerra de las Malvinas.
En 240 páginas, Wiñazki demuestra lo importante que es para los periodistas combinar el oficio con la reflexión y al lectorado –como llama a las audiencias mediáticas modernas– no perder nunca la capacidad de crítica y dejar de lado sus deseos ante la contundencia de los datos comprobables.