Mi abuela materna estuvo atravesada por dos pasiones. El amor por los juegos de cartas y el odio por el peronismo, especialmente por Evita. Lo que más recuerdo de ese antiperonismo visceral era la idea de que es muy fácil ser como Evita y regalar cosas que no son de uno.
Lo que más me sorprendía es que ella había pasado penurias en su vida, trabajado desde muy joven en el campo, criado a sus hijas sola después de la muerte del marido.
Las ironías de la vida hicieron que mi abuela muriera un 26 de julio, como Evita. Supongo que no era consciente del día en que estaba cuando eso pasó pero me gusta pensar que su inconsciente lo sabía y el odio se manifestaba aún en ese gesto final.
Evita es uno de los personajes de nuestra historia tal vez más amado y también de los que más odios ha recibido aún después de muerta.
La trascendencia de su legado es innegable y de eso justamente trata el libro Eva Perón de Libertad Demitrópulos, reeditado por Editorial Marea, una biografía novelada que tiene en su tapa a una Eva de perfil, de mirada que se intuye seria y virgen de maquillaje. Una Eva distinta a la que estamos acostumbradas: la maquillada, con peinados impecables, joyas y ropa despampanante que según desliza Demitrópulos es una invención intencionada para despertar más odios (que hoy podríamos asociar con esa frase tan repetida: “con la nuestra”) ya que Eva solo lucía así en ocasiones especiales y no era de salir y asistir a grandes eventos.
Esta Evita que rescata Demitrópulos no puede ser más afín a los tiempos que corren. Está marcada por su condición de clase y de género. Nacida en una familia humilde marginada por ser hija de la doble vida que llevaba su padre, ser la hija de “la otra”, pasó por muchas situaciones humillantes desde el momento en que la mirada despectiva la marcara en el velatorio de su padre. Luego, las penurias económicas, las dificultades para hacerse un lugar en Buenos Aires como actriz le mostraban todo el tiempo de donde venía. Le preocupaban las injusticias y el mundo de pocos ricos y muchos pobres que entendió desde muy joven. Eva pronto tuvo inquietudes sociales y políticas que, como Demitrópulos se ocupa de señalar, precedieron a su encuentro con Perón, uno de los ejemplos son sus actividades gremiales y su rol como fundadora de la Asociación Radial Argentina (ARA) que luego presidió. Demitrópulos da cuenta también del rol activo de Eva el 17 de octubre, recorriendo barrios para movilizar a sus luego bautizados “descamisados” porque Perón estaba preso y había que liberarlo.
Demitrópulos, ella también peronista, feminista y provinciana, fue resistida en su tiempo y rescatada en los últimos años especialmente a partir del homenaje que se hizo en 1922 en el Centro Cultural Kirchner. Nacida el 21 de agosto de 1922 en Ledesma, Jujuy, hizo el secundario en Salta, donde estuvo pupila y la castigaban por leer, por ejemplo leía Dostoievski, según contó su hija Marcela Giannuzzi en la presentación del libro a fines de junio. Fue docente en su provincia hasta 1940 que viajó a Buenos Aires. Estudió Filosofía y Letras en Tucumán, y entre 1950 y 1960 colaboró en diversos medios gráficos. En 1951, publicó su único libro de poemas Muerte, animal y perfume. Luego, varias novelas entre las que se destaca Río de las congojas (1981). También algunos ensayos.
Demitrópulos enseñó en el hogar escuela Eva Perón de Ezeiza, donde alguna vez vio a Evita y donde conoció de cerca el trabajo que ella desarrollaba. Murió en Buenos Aires el 19 de julio de 1998.
En la presentación del libro, Nora Dominguez destacó que se trata de una biografía atada al relato oficial peronista a diferencia de otras biografías antiperonistas o más académicas y críticas, y que cita a peronistas, medios cercanos al partido, que son quienes aportan información novedosa. “La figura de Eva Perón reverdece y ha quedado como lo que ella fue: una llama que ardió alumbrando un camino que cada vez parece más claro, más correcto. A mí me tomó de la mano y me sumergió en su evangelio; aquí estoy, todavía siguiendo sus pasos” dice una de las delegadas censitas que Evita nombró para dar impulso a la creación del Partido peronista feminista. También cita mucho La razón de mi vida, que había sido muy criticado y cuya autoría siempre se puso en cuestión.
Demitrópulos se ocupa todo el tiempo de desmontar acusaciones que se han hecho históricamente a Eva, como la que tanto repetía mi abuela.
En las novelas de esta autora siempre hay una mujer que hace algo con el poder, lo desafía, lo subvierte. En esta biografía Demitrópulos nos muestra a una Evita entregada al peronismo como un movimiento afectivo, a una Eva espiritual y revolucionaria que se mantuvo por fuera del poder institucionalizado. Así explica la renuncia de Eva a la candidatura a la vicepresidencia en 1951: “Eva Perón había sido -y quería seguir siendo- el espíritu revolucionario dentro del Movimiento Peronista y para ello debía mantenerse al margen de las estructuras burocráticas del poder”.
El capítulo del voto femenino da cuenta del importante rol que tuvo Eva presionando para que se diera tratamiento a un tema que hacía más de una década venían impulsando las feministas.
Demitrópulos estuvo signada por problemas de salud por una fiebre reumática que la llevó a someterse a tres operaciones cardíacas y muchas entradas al hospital. Como Eva se preocupó siempre por los marginales, los de pieles mestizas, las mujeres. “Rebeldes, bastardos, ilegítimos, pero también iletrados y nómades, los personajes de las novelas responden a un modelo social que Demitrópulos tiene a mano: ya sea por la experiencia que acumuló en su contacto con las clases más pobres de los pueblos de su provincia (Jujuy), ya por la marca que imprime en su biografía y en su imaginario de escritora la emergencia del peronismo en 1945 y la instalación pública de Eva Perón”, señala Nora Domínguez en El peronismo como razón literaria.
Cuando leía el libro y pensaba en la relación entre Demitrópulos y Eva, una relación casi platónica porque realmente no se conocieron y sin embargo intuyo central en la vida de Demitrópulos, se me ocurrió pensar que eso era algo que mi abuela no hubiera entendido nunca por los motivos que hacen que muchas mujeres reivindiquen incluso aquellos sistemas de poder que las oprimen. Recordé también un concepto que acuñaron las teóricas feministas de la diferencia sexual -que si bien fueron criticadas por esencialistas creo que me permite alumbrar algo de lo que le pasaba a la escritora con su lideresa. Me refiero al concepto de affidamento que permite pensar en la relación entre mujeres, no como hermandad, sino como política de confianza, en que una mujer con autoridad se vincula con otra que reconoce esa autoridad, ese saber y se deja acompañar, guiar por ella. Affidamento es definido por estas teóricas como la relación entre dos mujeres donde una cuida de la otra y le transmite conocimientos. Hay una autoridad reconocida entre ellas, no es un vínculo de pares, y puede verse por ejemplo entre madre e hija, hermanas o maestra-discípula. ¿Podríamos agregar líderesa-militante?
En este libro Demitrópulos le devuelve el gesto a Evita: la rescata, le da voz, y se autoriza a sí misma.