Es así, las primeras páginas son fundamentales, pero de todas maneras no hay que vivirlo como una exigencia que nos paralice porque cuando se comienza una novela el autor desconoce si esa será la primera página. Hacia el final del recorrido lo sabrá cuando la haya terminado de editar.
– ¿Quién es Marcos Rosenzvaig? ¿Y quién quiere ser en un par de años?
Es una de las primeras preguntas que se hace Adán: ¿quién soy? Algo sé, lo que muestro. El resto hay que leerlo debajo de las palabras que escribo. Lo más interesante, aquello que ignoro. Por mi parte, una vez que edito un libro jamás vuelvo a releerlo. Es como el fin de una batalla. Qué sentido tiene contar los muertos. Cada uno de nosotros es insustituible. Hay que juntar coraje y pensar en el próximo libro. La nueva batalla está por comenzar.
No hay artista que no busque el reconocimiento. No hay artista que no sienta que nunca termina de ser reconocido. Nada alcanza para el enamorado frente al amor. Todos ansiamos tener aunque más no sea un par de renglones en “el libro de la vida”. La maldición judía dice: “que se borre tu nombre”.
– Querido Eichmann fue presentado exitosamente en Tucumán. ¿Cómo lo recibe la crítica? ¿Y los lectores?
La mayoría de los medios se hicieron eco de la novela favorablemente. De todas maneras, eso sirve para las estadísticas. Hablar de sí mismo es algo tedioso. El “yo” se ha vuelto imprescindible en la literatura. Y es que desde hace tiempo la tecnología, la sociedad, la pandemia, el mundo actual nos está llevando a aislarnos en un departamento, pedir todo por celular y elegir la mayoría de las cosas a través de una aplicación. Una falta de libertad invisible apela a un pronombre de moda, el “yo” enfrascado en 40 metros cuadrados de superficie de vida. Todos los escritores deseamos ser para el lector una ventana a una vida más amplia que esos cuarenta metros cuadrados.
– ¿Sos un escritor que necesita trasmitir la historia a través de la literatura? ¿Qué rol juega la literatura de ficción?
La literatura siempre es ficción y en parte la historia también lo es; sucede que esta última está algo documentada por la vía escrita o por los murmullos orales. Volver a recrear lo que fue es casi un milagro. La literatura refunda una vez más a la historia. El escritor deviene en un Mesías, basta con su presencia para que los muertos se levanten de sus tumbas y cuenten el olvido, su propio olvido. Ergo, quien pretenda la absoluta verdad histórica está yendo en una autopista sin destino.
– ¿Hubo un momento que marcara la génesis de Querido Eichmann? ¿Cuándo fue que dijiste es una novela y se trata de…?
Hace treinta años escribí un guion. Se llamaba “Querido Klem”. Allí estaba una porción de la historia. Tenía donde asirme, por donde comenzar a caminar. Pasada las primeras treinta páginas, recién entonces dije: “aquí está la novela”, solo se trata de trabajar.
– Es un libro con imágenes fuertes, crudas e irónicas (ya desde su título). ¿Cómo lo cocinaste?
Traté de agregar la mayor cantidad de ingredientes. Me metí en la cabeza de Eichmann y a fuego mínimo fui revolviendo con la cuchara esa inmensa cacerola con la que cocinaban las brujas de Macbeth. A veces se hacía necesario comer intestino de nazi blasfemo.
– En la presentación del libro, se despertó entre los presentes, recuerdos, asociaciones ilícitas, sentimientos encontrados. ¿Crees que la literatura provoca un acercamiento entre autores y lectores?
La lectura siempre remite a algo, es una extensa evocación. En algún punto, el lector y el autor se encuentran. Cada uno con su propio retazo de vida. Allí, ambos establecen una dialogo. Se encuentran en la herida. Hoy resulta ser nostalgia. Cada uno recorre el tiempo de distinta manera, para algunos es una cinta, para otros una escalera.
– De los protagonistas de la historia, ¿cuál figura elegirías para un próximo libro y por qué?
La figura de Klem. El nazi que no soporta la culpa de haber sido parte de la matanza. La historia y la humanidad ya juzgó a los criminales nazis. Pero aquellos que no lo fueron, los que se escondieron tan bien que ni ellos mismos lograron encontrarse en la vida, son los que soportan la culpa, que se flagelan, que intentan por todos los medios alcanzar la fe divina, los que la vida los condenó a continuar con vida porque no se animan a la felicidad del suicidio. Ellos pertenecen al campo minado de la literatura.
– Respondiste innumerables entrevistas, decime algo que tengas ganas de decir que nunca te hayan preguntado.
Nunca me preguntaron acerca de los tres changos tucumanos y la rara confluencia con un jerarca nazi. La presencia de la virgen del Valle, la virgen morena de los catamarqueños, y el ascenso militar de los tres tucumanos básicos a ser laderos del poder.