Hija de ricos estancieros y con ciertas amistades de alta alcurnia, fue a la vez militante popular y líder de la Sociedad Popular Restauradora y la Mazorca, que aunaba a las clases bajas y castigaba a los enemigos. De fe cristiana, supo apoyar a su hermana Josefa que tuvo un hijo natural con Manuel Belgrano. Aguerrida defensora de su marido, tuvo la valentía de desautorizarlo a él y a sus allegados, al punto de poder considerarla una de las primeras luchadoras contra el patriarcado decimonónico. ¿Por qué entonces hay tan poco escrito sobre la vida de Encarnación Ezcurra si fue una de las mujeres más poderosas del siglo XIX?
Cristian Vitale reconstruye la vida, el pensamiento y la acción política de la “Heroína de la Federación”, como la llamaban sus fieles seguidores, a través de las cartas que le dirigía a Rosas y numerosas fuentes. Para ello, apela al oficio de su escritura sólida y rigurosa, pero sin solemnidad, y construye un perfil sugerente e irónico, y al mismo tiempo profundo, de Encarnación.
Es que “la caudilla” fue mucho más que la mujer que amaba a Juan Manuel y con enorme fervor patriótico enfrentó a los conspiradores. Esta actitud le valió el apoyo de los sectores más pobres, integrados por pardos, negros y mulatos, que la convirtieron en la amada de los desposeídos o bien, como arriesga el autor, la Evita del siglo XIX. Una mujer paradojal, descripta por sus amigos y enemigos como “corajuda y pequeña”, siempre dispuesta a dar la vida por la patria.