Emilio Jorge Corbière (la jota de Jorge era sustancial para desmarcarse de los linajes familiares de tres generaciones de Emilios) nació el 4 de agosto de 1943 en Buenos Aires.
Desde el colegio secundario, en tiempos del gobierno de Arturo Frondizi cuando creció la disputa entre los partidarios de la educación laica y la religiosa, Corbière se sumó a la lucha política. Por entonces, participó de la Liga Argentina por la Cultura Laica. En 1962, cursó parte de sus estudios en la Universidad de La Plata bajo la orientación del intelectual marxista Silvio Frondizi. Luego continuó su carrera de abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Fue miembro de la Asociación Argentina de Filosofía del Derecho e integró el Instituto de Ciencia Política y Derecho Constitucional de la Academia Nacional de Ciencias e investigador asociado de la Sociedad Científica Argentina.
En su juventud estuvo afiliado al Partido Socialista Democrático (PSD). Sin embargo, cuando este partido, en 1955, manifestó suposición a favor de la dictadura cívico militar, autodenominada Revolución Libertadora, Corbière lejos de encolumnarse, optó por la retirada para unirse a la Confederación Socialista Argentina (CSA). Más tarde, formó filas en el Partido Socialista Auténtico (PSA), al que renunció con el cambio de siglo por su insistencia en que había que refundar el socialismo. En 1994 integró la lista a convencionales constituyentes por la Unidad Socialista (US), encabezada por el profesor y dirigente gremial, Alfredo Bravo. Al año siguiente, se postuló como candidato a senador nacional.
Su trayectoria como ensayista e investigador es vastísima:Juan B. Justo. Socialismo e imperialismo (1974); Juan B. Justo y la Cuestión Nacional (1980), Los socialistas y el movimiento obrero (1982); Orígenes del comunismo argentino (1984); El mito alfonsinista. Liberación nacional y lucha de clases en la Argentina (1985); Estaban entre nosotros. Argentina y el nazismo (1992); La Masonería I. Política y sociedades secretas (1998); Acerca de los «Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844» de Carlos Marx (2000); La Masonería II. Tradición y revolución (2001); Opus Dei: el totalitarismo católico (2002); El mito de la globalización capitalista. Socialismo o barbarie (2006). Asimismo, compiló Mamá me mima, Evita me ama. La educación argentina en la encrucijada (1999), entre otros libros. Otro tanto, hizo en la Fundación Juan B. Justo, mientras ejerció su dirección, al presidir la colección Marx XXI.
Al morir dejó inconcluso, pero en estado avanzado una investigación histórica titulada Los argentinos de Hitler, en la que hacía especial hincapié sobre los orígenes del fascismo argentino y sus conexiones políticas, culturales y económicas con el nazismo, producto de las más recientes investigaciones a partir de la apertura de los archivos de la Cancillería.
Corbière dedicó la mayoría de sus libros, artículos, conferencias y exposiciones a la historia política y de las ideas tanto de Argentina como de América Latina y El Caribe bajo una impronta internacionalista y anticapitalista. Sus comienzos se remontan a escribir columnas en el periódico socialista La Vanguardia, en las revistas Confirmado y Primera Plana. También en 1973, integró el staff en el diario La Opinión. Entre 1977 y 1983, trabajó en La Nación, en Sur (1989-1990), en El Cronista y Tiempo Argentino. En este último acompañó la publicación del suplemento La Mujer, dirigido por la crítica cultural y periodista, María Moreno. Siendo Corbière un lector ávido del periodismo francés, conocía la existencia de los suplementos feministas con formación crítica y debate teórico que aparecían en el interior de las publicaciones más importantes de la época. Fue colaborador regular de varias revistas periodísticas como Primera Plana, Confirmado, Cuestionario y El Observador.
Durante la última dictadura cívico militar y en los primeros años del gobierno democrático, colaboró en el semanario Nueva Presencia, dirigido por Herman Schiller, que otorgó un lugar destacado e impulso a una agenda de debates preliminares en torno a las minorías sexuales y al feminismo. En sus extensos y dedicados artículos colaboraban exiliados, militantes de los organismos de derechos humanos, de la comunidad judía, de las izquierdas, feministas, homosexuales, y lesbianas. Entre 1981 y 1984, fundó y dirigió ICARIA. Revista de crítica y cultura, centrado su interés en temáticas alrededor del socialismo argentino, el marxismo latinoamericano, José Carlos Mariátegui, América Latina, La vía democrática al socialismo, peronismo y socialismo, las dictaduras cívico militares argentinas, la transición democrática, los intelectuales, entre sus principales tópicos.
En los últimos años participó con columnas en El Cronista, El Buenos Aires Herald, en la revista Herramienta, enLe Monde Diplomatique y en la revista Noticias. Al poco tiempo, fundó y condujo la agencia de noticias Argenpress.info, prensa argentina para todo el mundo, en su búsqueda por concretar algunas de las metas propuestas por aquellos intelectuales que participaron de las críticas contra los monopolios informativos y económicos.
Otro dato significativo imposible de soslayar, era su tributo y entrega por la historia de las luchas revolucionarias del movimiento obrero anarquista en el Río de La Plata, en especial, la emancipación de las mujeres libertarias y socialistas en resistencia. Más allá de la nutrida nómina de mujeres referentes socialistas que forjaron memorias desde fines del siglo XIX y en los inicios del XX, admiraba el empeño del ideario femenino anarquista implicado en denunciar la explotación fabril pero también la sujeción en la unidad doméstico-familiar. Y siguiendo su línea de empalme, la inserción de mujeres en las filas militantes peronistas, la relevancia del Partido Peronista Femenino y la figura de Eva Duarte de Perón, más conocida como Evita.
Con la reinstalación de las libertades democráticas durante los años ochenta, Félix Luna lo nombró jefe de redacción de la revistaTodo es Historia, una publicación periódica de divulgación científica que se proponía reflejar los debates historiográficos. En 1986, comenzada nuestra amistad con Emilio, me convocó para estar a cargo de la sección “Entonces La Mujer” que mantuve hasta 1990, conjugando el rescate de mujeres que hicieron historia tanto en la Argentina como a nivel mundial, no sólo de aquellas grandes figuras más conocidas del pasado sino también incluyendo a mujeres insumisas y contestatarias de perfiles más anónimos[5].
En realidad, Corbière era un compañero de ruta de los grupos feministas, uno de los pocos intelectuales porteños que contemplaba con atención y también intervenía en los discusiones políticas y teóricas del movimiento. Es sabido de su calibre como secretario privado de la dirigente socialista Alicia Moreau, a quien entrevistó largamente y se encuentra en el archivo oral de la Fundación Juan B. Justo. Además de ser un colaborador indispensable para el aporte económico de pequeños grupos autonomistas como era la Comisión por el Derecho al Aborto, un espacio de instigadoras que instituyó un feminismo en acto bajo la referencialidad de su alma mater, la militante feminista, obrera trotskista y abogada, Dora Coledesky[6].
De acuerdo a lo relatado por sus colegas, comenzó su docencia universitaria en derecho político en la cátedra de Andrés López Acotto. Más adelante, fue profesor en la Cátedra Libre Antonio Gramsci, en la Facultad de Ciencias Sociales y en la Cátedra Libre José Carlos Mariátegui, en la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
Junto con otros intelectuales marxistas, en 2000, Emilio fundó la Asociación Argentina Antonio Gramsci, filial argentina de la International Gramsci Society (IGS) que dispone de sedes en Roma, en Notre Dame y en Indiana, que él presidió hasta su fallecimiento. Por último, dirigió el Departamento de Prensa y Difusión en la Subdirección de Prensa y Actividades Culturales de la Biblioteca del Congreso de la Nación.
Tras una crisis cardíaca, murió el 2 de marzo de 2004 a los 61 años. Su prodigioso fondo se resguarda en el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas(CeDInCI).Son seis cajas con 895 documentos en soporte papel y fotográfico que contiene una gran cantidad de recortes periodísticos, algunas piezas de correspondencia, volantes, folletos y anotaciones manuscritas y artículos mecanografiados de autoría, así como los recortes de los medios de prensa.
Por todas estas cosas y mucho más, Emilio Jorge Corbière regido por la pasión y el compromiso de sus multifacética sprofesiones como periodista, abogado, profesor universitario, escritor, expositor, supo entrelazar su talante académico con sus luchas de militancia socialista anticapitalista y feminista.
Para la mujer la libertad comienza por el vientre
Este texto integra el primer capítulo “Jornada sobre Simone de Beauvoir en la Biblioteca Popular José Ingenieros” del libro El segundo sexo en el Río de la Plata, compilado por Mabel Bellucci y Mariana Smaldone, Marea, Colección Historia Urgente, 2021.
El 11 de junio de 1999, en Buenos Aires, al cumplirse cincuenta años de la primera edición de El segundo sexo, publicado en Francia el 24 de mayo de 1949, se organizó un homenaje para recuperar lecturas y recuerdos sobre Simone de Beauvoir y, a la vez, un rescate crítico de esta obra mayor. Para ello, se usó el salón de lectura de la Biblioteca Popular José Ingenieros en el histórico barrio de Villa Crespo, en la calle Juan Ramírez de Velasco 958. Se llamó “Jornada sobre Simone de Beauvoir”.Las propulsoras del festejo fueron el colectivo anarquista Mujeres Libres junto a la Comisión por el Derecho al Aborto.
Una foto de Simone de dimensiones 3D posaba sobre las espaldas de los cinco panelistas: Dora Coledesky (1928-2009); Lily Sosa de Newton (1920-2017) escritora, biógrafa y ensayista, autora de Las argentinas de ayer a hoy (Zanetti, 1967) y del Diccionario biográfico de mujeres argentinas (Plus Ultra, 1972); María Elena Oddone (1927) mentora del Movimiento de Liberación Feminista (MLF) en 1972 y fundadora de la revista Persona (1974-1983); Mirta Henault (1927-2020) obrera y ensayista, editora del primer libro feminista en nuestro país Las mujeres dicen basta, en 1972.
La apertura estuvo a cargo de Emilio Corbière (1943-2004) personaje célebre por su estallante oratoria. Su relato se centró en describir la coyuntura histórica a partir de la posguerra de la cual provenía este texto revolucionario:
“El carácter más sobresaliente del escenario internacional durante los cincuenta, es el enfrentamiento constante entre las dos superpotencias surgidas después de la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos y la Unión Soviética, con sus respectivos aliados. En 1947, estalla la Guerra Fría entre ambos bloques. Europa es el continente más afectado por la contienda bélica y su reconstrucción se sustenta básicamente en el sacrificio de la ciudadanía, especialmente, en aquellos países implicados en la guerra. No sucede así con Estados Unidos que emerge como modelo del capitalismo industrial, ni tampoco con América Latina, continente, que con sus más y sus menos, sale beneficiado al ser abastecedor de productos alimenticios, reactivando considerablemente sus exportaciones. Este período histórico atraviesa la Revolución Comunista en China (1949); la guerra de Corea (1950-53); la expulsión de los ingleses de Irán (1952); la liberación de Indochina del dominio francés (1954); las luchas por la independencia nacional en Argelia (1954-1961); la Revolución húngara (1956); el desvanecimiento de las grandes potencias coloniales de la etapa imperial y la Revolución cubana (1959). En 1948, se aprueban dos tratados internacionales para la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos: la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y la Declaración Universal de Derechos Humanos.Ambos instrumentos jurídicos nacen como respuesta de la comunidad internacional frente a las aberraciones cometidas durante las dos guerras mundiales. Terminada la guerra, la tecnología alcanza un alto desarrollo para colocarse al servicio de la economía en tiempos de paz y aplicarse a la vida práctica.Las sociedades avanzadas de Occidente reforman al capitalismo clásico en un Estado de Bienestar. Así, se integran en una sola generación a la clase trabajadora y a los sectores populares al mercado a través de políticas públicas de corte social y democrático. Por lo tanto, la economía interpela a la ciudadanía desde un solo sentido: como compradores de bienes y servicios. Los Estados modernos por temor al avance del comunismo, reconocen derechos básicos en el terreno político, civil, educativo, de la salud y recreativos, por los cuales los movimientos de resistencia obrera venían luchando por esas conquistas fundamentales”.