Con Fervor entrevistó a Elsa Drucaroff. Reciente ganadora del Premio Konex 2024 por el ensayo literario Fémina infame. Género y clase en Roberto Arlt (2022).
Este premio llega junto al lanzamiento de su nuevo libro El pasadizo secreto. Escenas de una autobiografía feminista, de Editorial Marea. Este libro fue escrito en un 80-90% en pandemia, por lo menos, en su primera versión, donde el material se encaminó hacia un diálogo presente-pasado con una estructura derivativa de asociación libre y de trabajo con lo personal. Un viaje previo, un reencuentro con la filósofa italiana Luisa Muraro y el grupo Diotima* aventuraron la escritura. En esta charla, Elsa se expresa como feminista, desde su hacer socio político, comprometida con temas complejos y muy concretos de género.
Con Fervor: ¿Qué diferencia encontrás con tus producciones anteriores? ¿Es la primera vez que te expresás con una escritura autobiográfica?
Elsa Drucaroff: Es absolutamente la primera vez. Siempre trabajé, particularmente en los ensayos, no tanto en la ficción, muy pegada a mis pulsiones, a mis preocupaciones viscerales, a mis experiencias. Analizar literatura, reflexionar sobre la cultura, sobre el estado de la producción de discursos y significados en la sociedad argentina, siempre, estuvo totalmente atravesado no por un interés puramente académico y de paper, sino, por algo que ponía en juego mi experiencia, mis preocupaciones reales, existenciales con mis análisis. De hecho, en Los prisioneros de la torre me acuerdo que, cuando lo terminé, escribí que me había dado cuenta de que hacer crítica podía ser una actividad de alto riesgo, en el sentido de cómo te transforma personalmente y de todo lo que vos jugás en lo que estás leyendo y el diálogo vivo que se produce entre tu objeto de estudio y vos misma. Pero, nunca jamás había cruzado lo autobiográfico con la escritura de ficción. La escritura de ficción, como cualquier actividad artística, se hace siempre desde algún lugar donde entran los afectos y entra lo personal, pero, en el esfuerzo de construir un mundo ajeno y de construir personajes y de imaginar historias que no son las tuyas. En cambio, este libro es un libro jugado para mí, es un libro personal, es un libro hecho con mi vida, en escenas.
CF: ¿En qué momento comenzó a gestarse? ¿Hubo algún ideario para ponerte a escribir este libro?
ED: Creo que ya estaba la idea de trabajar sobre estas escenas autobiográficas. Empecé cuando volví del viaje a Italia, entre octubre y noviembre de 2019. Más allá de que hice muchas otras cosas en ese viaje, lo siento, un viaje a Luisa Muraro.
Vuelvo con todas las horas y horas de charla con ella grabadas, con materiales bibliográficos nuevos, con libros de Diotima y, como le digo a Luisa y está en el libro, sin tener la menor idea de qué tipo de libro iba a hacer. Lo dejé en reposo y en enero empecé despacito a escribir intuitivamente la escena inicial del tren y me encontré con una tercera persona para hablar de mí en el pasado.
CF: ¿Cómo asumiste ese momento?
ED: Me asustó un poco, porque no era mi estilo exponer así las cosas y ahí fue cuando tuve algunas charlas de gente que agradezco. Uno de esos colegas, fue un gran escritor, Andrés Neuman, con quien tuvimos una larga charla virtual, donde me alentó fuertemente a que viera qué pasaba si iba por ese camino. Y bueno, se fue armando medio sobre la marcha, hubo un momento donde tuve claro lo que estaba haciendo: una estructura derivativa de asociación de ideas, donde se pasaba de la teoría al testimonio periodístico, del encuentro con ella y, de eso, a mi propia vida y a la narración. El libro tuvo su primera versión terminada, que era mucho más larga, más o menos, en marzo del año siguiente, del 2021.
CF: ¿Cómo encontraste ese equilibrio que vemos condensado en el libro?
ED: Me costó mucho hacerlo, ahí tuve, también, muchas ayudas que están detalladas en los agradecimientos, que fueron fundamentales. Mucha gente querida, a quienes les gustaba el libro y leyeron tramos, eso ayudó. Y, sobre el final, en la última edición, mi editora, Constanza Brunet (directora de Marea Editorial), fue central. Están mencionadas/os todas/os, porque era un libro tan personal que había momentos donde me costaba mucho entender cuánto era interesante y cuánto era mi propio ombligo.
CF: ¿En qué momento de tu vida asumiste el compromiso feminista?
ED: En mi viaje de juventud a Italia lo habité, volví de Italia siendo feminista. Ya tenía una madre que se autodenominaba feminista, lo que me pasaba era que no estaba de acuerdo con el modo en que ella encaraba eso, pero, ese permiso lo tenía.
CF: Algo de esto se refleja en el libro, ¿por qué no estabas de acuerdo con sus modos?
ED: Porque no lo encaraba de una manera solidaria y hermanada con las demás mujeres, lo encaraba desde un lugar donde ella era una mujer especial, que de algún modo se diferenciaba de las demás y no caía en las trampas de todas las demás. Había desprecio por las demás mujeres, había un sentimiento de superioridad, no la encaraba preguntándose por sus propias contradicciones. Por más feminista que fuera, a mi hermano le enseñó a manejar a los 13 años y a mí no. A mí me persiguió en mi libertad sexual como cualquier mujer de esa época y peor. O sea, hubo cosas que sí transmitió, pero muchas que no.
CF: ¿Cómo transitás el feminismo?
ED: Yo considero que el feminismo es un desafío muy fuerte para una mujer. La primera tarea que tiene que hacer una feminista es entender cuánto sexismo, cuánto machismo, cuánta desjerarquización tiene incorporada adentro de su alma, cuánto permite a los demás que actúen según esa desjerarquía y cuánto actúa una misma según esa desjerarquía. Para mí, el feminismo es un compromiso de autocrítica también.
CF: ¿Cómo observás a los feminismos en la Argentina a partir del 10 de diciembre, qué riesgos estamos corriendo con esta emplazada de la derecha?
ED: La Argentina tuvo una absoluta ausencia de perspectivas feministas. La radicalización de la izquierda argentina en la década del 60-70 fue profundamente machista y las mujeres no se plegaron para nada a perspectivas feministas, al contrario. Primero el partido, primero papá partido. Ni siquiera pensando que había problemas específicos de nosotras como mujeres. La ola feminista nuestra, real, empieza con Ni Una Menos en 2015, sigue con La Ola Verde. El feminismo es una posición política que tiene que ver con cuestionar la desjerarquización, la opresión de más de la mitad de la humanidad y la convicción milenaria, de la cual no hay memoria hacia atrás, de que los hombres tienen que mandar y tener el poder. Esa convicción atravesó clases sociales y construyó cultura.
Dado que las mujeres somos más de la mitad de la humanidad y dado que hay infinitas mujeres de diferentes características, es muy difícil decir qué nos junta. Qué me junta a mí con una mujer que apoya a los talibanes en Irán o con una colla del Altiplano, es muy difícil pensar todo esto en un bloque, hay un montón de problemas teóricos y un montón de problemas políticos. Además, están las que se perciben mujeres y quieren ser mujeres. A esta diversidad la podemos nombrar como distintos feminismos. Yo no estoy tan de acuerdo en que todos los feminismos en el fondo sean plurales, necesarios y podamos convivir en paz, para nada. Me parece que buena parte de los problemas que se están teniendo, cierto retroceso de esta última ola feminista en el mundo y, particularmente, de esta primera y tan poderosa ola feminista en la Argentina, digo, primera como ola masiva, porque el feminismo tenía historia en la Argentina, en buena parte es responsabilidad de errores muy grandes que se cometieron en medio de la euforia y con mucha falta de reflexión y de lectura.
Vos me preguntás cómo veo la situación ahora y la veo muy mal. Por un lado, las discusiones que dividieron salvajemente al feminismo y los niveles de violencia en los enfrentamientos entre feministas, que a mí me horroriza. Por el otro lado, creo que la reacción de la derecha es feroz. La derecha ha traído y ha vuelto a poner blanco sobre negro el machismo, pero, de ninguna manera es verdad que el machismo está solamente en la derecha, para nada, como se vio cada vez que hubo problemas parlamentarios importantes para decidir. Tanto la lucha por el cupo del 30% en los noventa, como la lucha por la legalización del aborto, como la lucha por el divorcio fueron luchas que mostraron que atravesaban transversalmente todos los partidos políticos.
CF: ¿Cuáles fueron, particularmente, los errores del feminismo?
ED: La cultura de la cancelación gozosa y exagerada, la victimización. Una cosa es reconocer que somos la parte de la humanidad oprimida y que estamos construidas desde la opresión y denunciar esa injusticia y otra cosa es plantear que lo único que somos es víctimas pasivas. A ver, a los hombres los crían mujeres, ¿sí? A los energúmenos que hablan por televisión contra el feminismo hubo mujeres que les fregaron el piso, les lavaron los calzones y los acostumbraron a ciertas cosas, los dejaron tener el poder. Esto no significa que yo crea que esas mujeres son mis enemigas, ni que yo crea que esas mujeres no pueden ser feministas. Tendríamos muchas cosas para mirarnos a los ojos y para decirnos, pero, desde un lugar de autoexigencia, de rehacernos y pensarnos.
CF: Muchas de las personas que venían militando a instancias feministas en los últimos años son mujeres que han arribado, en esta última década, a lugares de toma de decisiones, a tal punto que hemos llegado a tener un Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad, recientemente desmantelado como subsecretaría, también.
ED: Hoy, no tenemos un montón de cosas. A mí no me parece mal que haya un Ministerio de la Mujer y, por supuesto, que me parece horroroso lo que han hecho. Pero, creo que el fondo de la transformación del feminismo no pasa por tener un Ministerio de la Mujer.
CF: Volviendo al libro y tu encuentro con Luisa Muraro, ¿cómo incidió en tu pensamiento?
ED: Yo encontré la palabra de Luisa cuando tenía apenas treinta y pocos y una amiga, Moira Fradinger, me pasó unas fotocopias y leerla me voló la cabeza. La seguí leyendo y gran parte de mi producción teórica está muy influida por ella, no porque esté 100% de acuerdo con ella, tengo algunas diferencias, pero, aún no estando de acuerdo, es un pensamiento de una riqueza, una pregnancia, una profundidad, un valor político impresionante.
En 2019, pude conocerla y pasar diez días conversando con ella y las filósofas de Diotima. Una frase fundamental de este grupo: entre una mujer y yo el mundo, entre el mundo y yo otra mujer, para indicar que la transformación feminista no se hace una sola mirándose al espejo, se hace en un intercambio comunitario con otras mujeres. Mediamos entre nosotras nuestro conocimiento y nuestro manejo sobre el mundo.
CF: Esto estuvo muy presente desde 2015 con el trabajo en colectivas.
ED: Por supuesto. El encuentro en las calles era eso.
CF: Fue una diplomatura urgente de saberes, socializando maneras de hablar y símbolos, como el pañuelo verde ¿Fue coherente el encuentro humano con las mujeres de Diotima?
ED: Si, lo encontré y espero haber podido contarlo en el libro. Una enorme coherencia y un contacto muy vital. El saber surge entre ese contacto entre mujeres, siempre experiencial y siempre de discusión e intercambio. El saber surge de temas que te atañen. Luisa Muraro, en ese sentido, fue muy transparente conmigo. Las charlas que mantuve con ella, por momentos eran casi mayéuticas, casi socráticas y me preguntaba: ¿Por qué te importa esto? ¿Por qué me traés este problema? ¿Qué te atañe a vos? Ella se manejaba como si yo tuviera verdades internas que ella me tenía que ayudar a descubrir, mucho más que te ilumino y te hablo. Eso me parece es super coherente con las formas de acción. También, el cariño y la generosidad con la que me recibieron y el apoyo que me dieron en sentido afectivo. Las mujeres de Diotima dicen: nosotras somos una comunidad afectada por algunos problemas que nos atraviesan y otros que son muy diferentes y tenemos mucho para hacer entre nosotras y pensar el mundo de una manera original y propia, es hacerlo entre nosotras. Pero, eso no significa que no podamos tener más o menos simpatía con unas y con otras. No somos un grupo de la manera masculina, de un ellos homogéneo que va para el mismo lado y vota en bloque. Tienen otro planteo de hacer política muy interesante: diálogo y aceptación de las diferencias, de las simpatías y antipatías. Dicen, no somos un grupo, somos una comunidad y esto tiene consecuencias muy coherentes con las formas de tratarse, relacionarse y, también, la idea muy fuerte de que la amistad entre mujeres es un hecho político.
CF: Luisa habla de dar visibilidad a otras mujeres posibilitadoras de otros movimientos.
ED: Visibilizarlas y darles autoridad. Es decir, volverlas referentes para nosotras como palabra confiable y con cosas para enseñarnos.
CF: El concepto de Marcela Lagarde de “liderazgos entrañables” parecería que se hermana.
ED: Sí, se hermana.
CF: Y traes al libro lo que Luisa dice: “confiar en esas mujeres que le pusieron el coraje”.
ED: La confianza es central. Y a mí también me asustaron cosas que pasaron durante a ola feminista. Situaciones, de pronto, donde una mujer referente decía algo que no le gustaba a un grupo político (al margen de que pudiera ser discutible) y salían a cancelar, a insultar, a desprestigiar todo lo que esa mujer representaba. Eso es un disparate.
CF: ¿A quiénes te gustaría que llegara El pasadizo secreto, más allá de quienes frecuentamos las librerías y el feminismo?
ED: Qué buena pregunta. Me gustaría que llegara a mujeres de todas las edades que, en distintos momentos de la vida, se hayan hecho alguna pregunta. Me gustaría que contagiara, como dice Luisa. Que fuera contagioso, como el lema que está repetido en el libro: la gente es mucho más libre de lo que cree que es. Que llegue a dos mujeres que quieran mirarse una a la otra para pensarse de un modo libre y producir una palabra propia, ver cómo transforman su lugar en el mundo y se juntan con otras que se están mirando. No hay derecha ni izquierda que las pueda derrotar.
*DIOTIMA: Comunidad de filósofas italianas de la Universidad de Verona. Han adoptado este nombre para pregonar sus saberes. Dina Sartori, Sara Bigardi, Chiara Zamboni, Luisa Muraro, Wanda Tommasi, Federica Giardini y muchas más reúnen distintos trabajos abocados a la filosofía feminista.
Claudia Quiroga es directora, actriz, dramaturga, artivista, docente y fotógrafa. Co-Fundadora de la Colectiva Feminista Artivista, MAT – Mujeres de Artes Tomar. Integrante Asociada y docente en el CELCIT (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral). Integra la Colectiva de Autoras. Vive en Villa Sarmiento, Morón, Provincia de Buenos Aires.