El período posterior a lo que se conoce como Segunda Guerra Mundial está lleno de episodios que alimentan la ficción. La tensión entre los dos bloques que emergieron triunfantes del conflicto y se disputaron la influencia sobre la vida política y económica del planeta, dio lugar a numerosas novelas, películas, personajes. No solo el mundo de los victoriosos; también el destino de los vencidos dio ricos argumentos para la trama ficcional. Todos con un anclaje en los acontecimientos reales que marcaban la agenda del momento.
En una región montañosa, en el límite entre Tucumán y Catamarca, lejos de Buenos Aires y, por cierto, de las capitales europeas, es el escenario en el que transcurre Querido Eichmann. Figura clave del bando derrotado, con ayuda de personalidades importantes y con identidad adulterada, el oficial nazi Adolf Eichmann, que se asume orgullosamente responsable del exterminio de un millón de personas por su condición de judíos, llega al lugar para ocupar una posición como hidrólogo en una represa para la empresa que lo contrata: CAPRI, Compañía Argentina para Proyectos y Realizaciones Industriales. Su nombre ahora es Ricardo Klement.
Su posición técnica en la empresa le permite preparar las condiciones para llevar adelante, tan temprano como pueda, la conformación de un grupo de élite cuyo primer objetivo será facilitar el traslado de Adolf Hitler desde Bariloche a Paraguay, como parte de una misión aún más importante: la conformación de esta parte de Sud América del IV Reich, embrión del nuevo poder nazi en el mundo.
Montado en la modalidad del policial, Marcos Rosenzvaig salta al género de novela histórica para darnos numerosas pistas que fortalecen la verosimilitud de un relato alucinado en el que el personaje, en primera persona, nos muestra todos y cada uno de sus movimientos desde su llegada al escenario. El vínculo que establece con tres lugareños a los que inicia en el conocimiento de la doctrina nazi, sus himnos y símbolos; con el comisario y con el cura más tarde; con el ingeniero a cargo de la obra, con quien la tensión irá creciendo a lo largo de la novela, y con Cecilia, la hija adolescente del ingeniero, que será factor central para el desenlace de esa trama.
En boca del protagonista, el narrador nos hará conocer algunos detalles que nos confirman el momento y el lugar de los acontecimientos: todas las tardes se escucha el radioteatro El León de Francia, que emite desde Tucumán LV 12, en el que participa el destacado actor De Oliva; los localismos marcan el habla de la región (miravé, qué no, ite yendo, suficiente para hacerlo aca) son señales que nos permiten ubicarnos en el lugar.
El modo de pensar de Eichmann está reflejado a lo largo de la novela: su sentimiento de predestinación para cumplir una tarea superior, su desprecio a quienes no cumplen con el modelo de perfección aria que promovió el Führer, categoría en la que entran los débiles, los enfermos, las mujeres, los judíos y los gitanos.
Pero ese mundo de predestinación lo lleva a consultar con una adivina que le anticipa cuántos años le quedan para concretar su proyecto; un encuentro inesperado con una gitana le permitirá advertir que en sus manos están escritos su futuro pero también su pasado.
Marcos Rosenzvaig (Tucumán, 1954), doctor en Filología hispánica por la Universidad de Málaga, actor, director y autor de obras de teatro, ensayos y novelas, echa mano a recursos diversos de manera oportuna para sostener el interés por el desarrollo de la trama, en la que no faltan submarinos arrimando a las costas patagónicas, la espera de ovnis en el parque Los Menhires y la convicción alucinada de Adolf Eichmann. Luego de su paso por Potrero del Clavijo, Eichmann se radicó en el Gran Buenos Aires, donde fue capturado por fuerzas israelíes para terminar sentenciado a morir en la horca, escena con la que se inicia esta muy recomendable novela.