Escribir sobre la vida, las emociones, las vicisitudes y la muerte de Martín Güemes significa, en la Argentina de nuestros días, un esfuerzo por comprender, en primer término, una historia que se ha tergiversado en función de los intereses políticos de la época. Bernardo Frías, historiador salteño, señaló con certeza que “el trípode donde se asienta la libertad de América tiene tres pilares fundamentales: Simón Bolívar, José de San Martín y Martín Güemes”. La tergiversación no lo planteaba en esos términos. Algunos historiadores crearon la idea de que Güemes no era otra cosa que una suerte de guardián de fronteras, cuando su rol era una de las claves para alcanzar Lima con San Martín. Güemes llegaría con sus soldados desde el Alto Perú para conformar un país, lo que llamamos la Patria Grande, que se quería desguazar desde el imaginario británico que imperó para su conformación.
Desde Salta, como soldado, como gobernador, abrió un frente político secundando a Belgrano y a San Martín, para alcanzar ese objetivo que a dos siglos de su muerte permite volver sobre sus pasos para restaurar su legado. En uno de los prólogos de Güemes. El héroe postergado, el historiador Martín Güemes Arruabarrena plantea que no “fue un ‘defensor de fronteras’, no fue un guerrillero genial ni tampoco un caudillo regional y localista. Fue, eso sí, un caudillo militar de la Patria Grande, un militar de carrera que en guerra de milicias gauchas de guerrilla derrotó cinco invasiones realistas de ejércitos poderosos que habían combatido a Napoleón en Europa y a Simón Bolívar en América. Es más, en el año 1817 logró derrotar a la invasión del general español De la Serna que llegaba con ejércitos probados e integrados por seis mil hombres. Este acontecimiento además que ese triunfo permitió el cruce de los Andes de San Martín, la libertad de Chile y el camino a Lima”. Esa es una síntesis del rumbo del notable hombre político del país de aquellos días, que sumaba el Alto Perú a su integridad como construcción que sería cuestionada y erosionada por fuerzas políticas interiores.
UN PERSONAJE DIFERENTE
Cuando se profundiza sobre la historia de su gesta, encontramos entonces que es posible alcanzar el hallazgo de un personaje histórico diferente al que aportó la escuela en las etapas de formación educativa. Se decía que Güemes era un hombre de escasa cultura, afectado por una enfermedad e, incluso, que era gangoso. Se lo mostraba como un tipo casi intratable porque hablaba con dificultad, desconocía los saberes históricos y militares y además, como si fuera descalificante, era un enfermo permanente. José María Paz y Mitre crearon esa imagen, semejante a lo que ensayaron con Dorrego cuando negaron, para tener idea de ese tipo de acciones, que San Martín lo necesitaba para el Ejército de los Andes porque era el único militar que cruzó la cordillera en cerca de diez ocasiones con soldados y pertrechos.
Elaborar una historia según hicieron los unitarios es un capítulo central de la construcción de un país sometido al dominio de las potencias de una época, lo que conducía a crear héroes que en ocasiones eran los de valía concreta. La operación no consistía en dar vuelta sus trayectorias, sino en, sin negar su valor, otorgarles otros contenidos y hacerlos inconsistentes a los fines del relato hasta convertirlos en figuras vacías de proyección. En su historia de los pueblos germanos, Cayo Cornelio Tácito recogió los dichos de un líder bretón que fuera conquistado por el ejército romano, que expresaba: “A la rapiña, el asesinato y el robo los llaman por mal nombre ‘gobernar’ y, donde crean un desierto, lo llaman ‘paz’”. Así, quien se levantaba contra el poder romano podía ser eliminado pero, al mismo tiempo, se escribía una historia de la negación de los sucesos de la realidad y sus alcances, y a sus líderes se les asignaban otros valores. El trámite consistía en el vaciamiento de la historia y no era nuevo en los días de las luchas por la independencia.
De ese modo, fue durante muchos años el Güemes que el régimen mitrista y su proyección quiso que fuese. Los aportes de historiadores y pensadores con base en Salta, incluso en Bolivia y Perú, permitieron rescatar vida y obra de quien sería uno de los puntales del proyecto que trazó San Martín para alcanzar Lima con vistas a construir una Patria Grande que alcanzara al Alto Perú en sus límites históricos.
QUIÉN FUE GÜEMES
Güemes fue un jefe militar que prácticamente hizo su bautismo de fuego tomando por asalto a caballo la Justina, buque mercante artillado que los ingleses tenían varado en el Río de la Plata, a la altura donde luego se erigió sobre relleno la Torre de los Ingleses. El símbolo que emplazó Buenos Aires dejaba las cosas en claro. Al hecho histórico que produjo la acción del general salteño se lo silenciaba con esa edificación. Del mismo modo, en la dirección aludida en el relato, Buenos Aires no hace hoy recordatorios de la reconquista ni de las mujeres y hombres que lucharon en ella.
Por eso, en la reelaboración histórica, se trata de subrayar que Güemes fue un militar de severa formación, con conocimientos históricos que le permitían saber dónde estaba parado y qué debía hacer en el tiempo en el que realizó su aporte. Así, en el bicentenario de su muerte, es muy importante establecer y profundizar acerca de su obra y su legado, es un capítulo central para rehacer itinerarios y establecer lo que significa su lugar en la historia argentina. En su prólogo de Güemes. El héroe postergado, el escritor Hernán Brienza expresa con precisión que “este derrotero del Bicentenario nos permite revivir en cuadros de pasión histórica y de conciencia nacional la lucha del general Martín Miguel de Güemes en los años duros de su galo pe heroico de 36 años en su entrega por la Patria de todos los suramericanos. No tengo dudas de que fue el más argentino de los salteños de su tiempo y también fue el más americano de todos los norteños. Digo norteños porque me refiero al eje geopolítico que abarcaba hasta el Pacífico, lo que actualmente es el puerto de Cobijas en la zona de Antofagasta, dependiente del Potosí, y que pidió la protección de Güemes, hecho que poco se recuerda en la historia”.
Brienza permite así exponer que el gran general jugó su suerte en tiempo y espacio, en convicción de una tarea, y es esta la hora de reafirmar que su paso histórico es presente en el espíritu mismo de una gesta que vibra en la razón de ser de un país y de un pueblo.