Marea Editorial

Diario de la pandemia de dos médicos del GBA: “Nada fue tan malo ni será tan bueno”

Eugenia Traverso Vior y José María Malvido trabajan en un hospital público de Ciudad Evita. Los doctores cuentan en primera persona su tarea contra el Covid que ya ocasionó 115.000 muertos en el país.

​El texto más reciente es optimista, esperanzador. Eugenia Traverso Vior es médica clínica, vive en Banfield y trabaja en el hospital Alberto Balestrini, en Ciudad Evita. Hace más de un año que redacta los posteos de "Detrás de los barbijos", un diario que comenzó junto al infectólogo José María Malvido, compañero de trabajo.

Durante mucho tiempo fuimos aturdidos, cada uno por donde sea, haciendo lo que sea, aturdidos.

Hoy muchas preguntas ya tienen respuesta, son más las certezas que las incertidumbres, y en medio de un poco de silencio parece ser que encontramos un refugio, una protección donde antes hallábamos incomodidad y limitación.

Es hora entonces de escucharnos y pensar en lo que fue y será, y quizás descubrir que nada fue tan malo ni será tan bueno, pero que aprendimos a aprender.

El diario nació poco después del comienzo de la pandemia. Para sobrellevarla, sobrellevar el trabajo, los momentos más duros, las angustias y los esfuerzos. Para informar, en algunas ocasiones. Para contar el día tras día del trabajo de dos médicos en el coronavirus.

Ahora es distinto. Esta semana hubo pocos nuevos internados por Covid. Tres o cuatro meses atrás la situación era un minuto a minuto entre la pared y el precipicio.

N. quiso bajar las escaleras sola y esperar a sus fliares en la puerta, pero le bajó la presión y se desmayó. La llevaron a la guardia para que se recupere y yo salí́ a hablar con la familia. Poco pude decir. Amenazas, gritos, acusaciones, más gritos y más amenazas. Maia estaba al lado mío junto con los gendarmes mientras escuchábamos la lista de agravios que vociferaban.

Vuelvo a buscar mis cosas para irme y Lucía me recomienda salir por la puerta de atrás y camuflada. Me pongo campera, cofia, antiparras y me voy pensando en varias cosas...

​Es de fines de abril: el hospital atestado, pacientes graves, estados alterados.

“El año pasado José comenzó a escribir unas crónicas en un diario virtual y usaba muchas fotos que yo sacaba. Después su escritura se cortó y yo tenía cada vez más fotos, así que le dije que quería armar una página de Instagram donde pudiera publicarlas y de esa forma dejarla registradas y no perdidas en el carrete de mi teléfono”, explica Eugenia.

En una charla surgió la idea de que fuera como un diario. Así comenzaron a relatar sus rutinas, las historias con las que se encontraban y los desafíos que enfrentaban. 

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Micaela Camarasa

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30/09/2021 11:52 

Clarín.com
Zonales

Actualizado al 30/09/2021 13:00

​El texto más reciente es optimista, esperanzador. Eugenia Traverso Vior es médica clínica, vive en Banfield y trabaja en el hospital Alberto Balestrini, en Ciudad Evita. Hace más de un año que redacta los posteos de "Detrás de los barbijos", un diario que comenzó junto al infectólogo José María Malvido, compañero de trabajo.

Durante mucho tiempo fuimos aturdidos, cada uno por donde sea, haciendo lo que sea, aturdidos.

Hoy muchas preguntas ya tienen respuesta, son más las certezas que las incertidumbres, y en medio de un poco de silencio parece ser que encontramos un refugio, una protección donde antes hallábamos incomodidad y limitación.

Es hora entonces de escucharnos y pensar en lo que fue y será, y quizás descubrir que nada fue tan malo ni será tan bueno, pero que aprendimos a aprender.

El diario nació poco después del comienzo de la pandemia. Para sobrellevarla, sobrellevar el trabajo, los momentos más duros, las angustias y los esfuerzos. Para informar, en algunas ocasiones. Para contar el día tras día del trabajo de dos médicos en el coronavirus.

Ahora es distinto. Esta semana hubo pocos nuevos internados por Covid. Tres o cuatro meses atrás la situación era un minuto a minuto entre la pared y el precipicio.

[Eugenia y José, los dos médicos "detrás de los barbijos".]

Eugenia y José, los dos médicos "detrás de los barbijos".

N. quiso bajar las escaleras sola y esperar a sus fliares en la puerta, pero le bajó la presión y se desmayó. La llevaron a la guardia para que se recupere y yo salí́ a hablar con la familia. Poco pude decir. Amenazas, gritos, acusaciones, más gritos y más amenazas. Maia estaba al lado mío junto con los gendarmes mientras escuchábamos la lista de agravios que vociferaban.

Vuelvo a buscar mis cosas para irme y Lucía me recomienda salir por la puerta de atrás y camuflada. Me pongo campera, cofia, antiparras y me voy pensando en varias cosas...

​Es de fines de abril: el hospital atestado, pacientes graves, estados alterados.

“El año pasado José comenzó a escribir unas crónicas en un diario virtual y usaba muchas fotos que yo sacaba. Después su escritura se cortó y yo tenía cada vez más fotos, así que le dije que quería armar una página de Instagram donde pudiera publicarlas y de esa forma dejarla registradas y no perdidas en el carrete de mi teléfono”, explica Eugenia.

En una charla surgió la idea de que fuera como un diario. Así comenzaron a relatar sus rutinas, las historias con las que se encontraban y los desafíos que enfrentaban. 

[El diario arrancó casi con el comienzo de la pandemia de Covid.]

El diario arrancó casi con el comienzo de la pandemia de Covid.

“Escribimos lo que vivimos durante esta pandemia trabajando en un hospital de agudos del conurbano bonaerense. Lo que nos pasa y lo que sentimos. Es un poco de catarsis", comenta la médica.

"También se pueden leer historias de compañeros del equipo de salud y de pacientes y su relación con nosotros: qué es lo que les pasaba, cómo se sentían y cómo nos sentíamos nosotros atendiéndolos”, agrega. "Hubo historias -resalta- que merecían ser contadas".

Estamos cansadxs. Hay días más agotadores que otros. Hoy es uno de lxs muy agotadores.

Nos dividimos entre el hospital, nuestros otros trabajos asistenciales, lxs alumnxs de la facultad, nuestros hijxs.

Estoy durmiendo mal. Me despierto a mitad de la noche no sabiendo a donde estoy. A la mañana me cuesta mucho levantarme cosa que no es habitual en mi, tengo mis alergias a flor de piel y mis defensas tambalean.

Yo digo que no me siento más estresada de lo habitual... y la realidad es que ya no tengo parámetro ni de eso.

Eso fue a principios de mayo. Parece que no pero fue un día bueno, en el que les dieron el alta a muchos pacientes.

A veces, dice Eugenia, había que salir de lo cotidiano y tocar temas puntuales. Menciona el temido "hongo negro". “Hubo un momento donde todos estaban medio alborotados con el asunto y consideramos necesario brindar información y contar de que se trataba”, señala, por caso.

Eugenia y José no solo comparten contenido y ya. interactúan con el público, responden historias, despejan dudas y buscan desmentir determinadas cosas que generaron miedo o se impusieron de forma inadecuada en la sociedad. “Por ejemplo -cuenta- intentamos que la gente le perdiera el miedo a las vacunas, pedíamos que nos manden fotos de cuando se iban a vacunar”.

-Hola te llamo para informar que el hisopado para Covid- 19 es detectable… es positivo.

Silencio… En llanto dice : “Perdón doc. (nunca le dije que yo sea medico) Gorda, tenemos covid”.

-Quedate tranquilo, contame ¿ Por qué decís tenemos?

-Porque acá todos tenemos síntomas, y tengo miedo por los nenes…

El diálogo es del 10 de mayo, cerca del pico de la segunda ola.

“La segunda ola fue más complicada en lo personal porque vi gente más joven pasándola realmente mal. No es que uno no se sensibilice con la gente mayor, pero tenemos el concepto de que capaz vivió más o que tiene más comorbilidades. En cambio este año vimos gente de nuestra edad, muchos de ellos sin antecedentes, que no pudieron superar la infección por coronavirus", dice Eugenia.

"Es muy duro ver cómo se deterioran y que todos nuestros esfuerzos al final no den resultados”, expresa.

Cuenta una historia. La de Gabriel. '"Tenía 28 años. Lo conocí y a las 24 horas desmejoró mucho y no evolucionaba bien a pesar de la máscara de oxígeno. Me decía que se sentía mal y que no podía respirar, por lo que decidimos pasarlo a terapia intensiva", recuerda.

"Me preguntó si se iba a salvar. Le dije que sí, que obvio. Agarré sus pertenencias y le avisé, con un nudo en la garganta, que se las iba a devolver cuando saliera. Ese día lloré mucho porque la situación me rompía el corazón. Gabi, a pesar de varios días de gran esfuerzo por parte del personal de terapia intensiva, terminó falleciendo”, relata.

El diario es una montaña rusa, momentos durísimos y alegrías. Eugenia tiene presentes casos como los de "Marcelo, Leo, María, y tantos otros" que efectivamente pudieron ganar la batalla.

“Marce es un tipo de mediana edad, charlatán y simpático -detalla- que ingresó muy muy mal, con mucho requerimiento de oxígeno y con mucha dificultad ventilatoria. De a poco fue mejorando y cuando llegó el día de su alta hizo que lo grabáramos con un celu agradeciendo a todo el personal del hospital”.

Inevitablemente, las viñetas alegres son las menos. El agotamiento fue y es un condicionante. Eugenia describe la propia situación de los médicos como "rotos... cansados". "Cuando una está así, a veces -reconoce- es difícil ver el vaso medio lleno". 

"Detrás de los barbijos".

Eugenia Traverso Vior tiene 37 años se recibió en la Universidad Maimónides, trabajó en la Clínica Estrada de Remedios de Escalada, en diversos establecimientos de salud, y luego ingresó al Hospital Alberto Balestrini de La Matanza.

“Nuestro sueño es materializar el diario en formato libro conjuntamente con Celeste del Bianco, la periodista con quien también realizamos un podcast en Spotify -explica Eugenia-. Seleccionar las historias que nos parecen más interesantes y llevarlas al papel”.

Quizás no es tiempo aun de arcoíris, ni siquiera de cielos despejados, pero mientras tanto disfrutemos de esa brisa que viene después de tanta lluvia y del olor rico y esperanzador que deja tras de sí el agua fresca.

Hay un rato de luz, que se disfrute, que se aprecie, que ilumine este momento, lo oscuro va quedando atrás, miremos adelante. Miremos como nos miramos.

Escribió Eugenia hace una semana.