De forma acelerada o progresiva, las denominaciones evangélicas incrementan tenazmente su influencia en las esferas del poder político en el continente, a partir del crecimiento de su feligresía y de un pragmatismo sin rubor, para establecer alianzas a conveniencia.
En ese avance palpable, el investigador argentino Ariel Goldstein asegura que el neopentecostalismo se asienta sobre dos pilares: el territorial y el mediático.
Y se expanden sobre todo en aquellos lugares donde el Estado no puede brindar contención social y sus pastores actúan sin mediaciones ni estructuras centralizadas, como sucede en la Iglesia católica.
En septiembre apareció el libro Poder evangélico (Editorial Marea), donde Goldstein, doctor en ciencias sociales, documenta cómo las distintas iglesias evangélicas a partir de un surgimiento descentralizado y artesanal y de ciertos procedimientos comunes, inciden en la política.
“Su pragmatismo –señala en entrevista con La Jornada– significa que pueden sin problema, aliarse a gobiernos de distinto signo ideológico, como fue el caso de Lula da Silva, en Brasil, hasta que chocaron por diferencias en la agenda de género y de derechos humanos, y hoy también están con el gobierno de Bolsonaro.”
Refiere también la actuación de los pastores evangélicos en América Central o en Bolivia con Jeanine Áñez, por ejemplo, donde es fácil detectar que como políticos o bendiciendo a éstos, la alianza se da a partir de un binarismo político autoritario, donde quienes están del lado del político al que apoyan son la encarnación de Dios, y quienes se les oponen representan al diablo.
e ese modo –apunta– a partir de su desarrollo territorial, estas iglesias adquieren espacios en los medios de comunicación y luego, en casos más avanzados como Estados Unidos y Brasil, directamente los compran.
Así, en México, ya empiezan a presionar al presidente Andrés Manuel López Obrador para modificar la legislación y se les permita contar con medios de comunicación propios, menciona.
Precisamente a partir de recoger esas experiencias, Goldstein dice que la influencia de las iglesias evangélicas se asienta sobre todo en países con proyectos políticos de corte autoritario y con una agenda conservadora de negación a derechos humanos, como el aborto o las uniones homosexuales.
Para ello, echan mano de mostrar el crecimiento de una feligresía muy relacionada con la renovación del pentecostalismo y de tipo carismática que data de los años 50 del siglo pasado y surgida en Estados Unidos con Billy Graham, quien llevó el tema de las iglesias a los medios de comunicación.
“Los evangélicos encontraron formas de comunicación muy ‘actuales’ a través de la música, los recitales, y se organizan en torno a grupos sociales con problemáticas fuertes, como la violencia doméstica o la drogadicción. El neopentecostalismo los ‘rescata’, pero en los hechos crea otra forma de sumisión, como en el caso de La Luz del Mundo, donde las fieles eran obligadas a entregar a sus hijas a Nassón Joaquín García”, señala.
En tanto, advierte, al lado de esa industria avanza su influencia para enraizar en algunos gobiernos su agenda conservadora, más ligada a la derecha que a la izquierda.