¿Dónde nace una canción? ¿Y una letra cuándo aparece? ¿Y, además, en qué momento comienza a gestarse realmente un disco? Todo esto tiene que ver, por supuesto, con los sonidos y su misterio eterno: ¿desde qué lugar –lejano o cercano– provienen y hacia qué territorio –exterior o interior– nos dirigen? La música como representación, en iguales proporciones, de lo humano y lo celestial en esta tierra fue una incógnita absoluta desde siempre y que se intenta resolver/responder de muchas maneras. Una de esas formas de meterse y surfear las olas de lo sonoro (además de escucharlo obsesivamente en cualquier plataforma o de ir a los recitales) es a través de la escritura y la publicación de textos que indagan ese universo.
Ahora bien, ¿dónde están las respuestas al origen de ciertas canciones, de ciertos sonidos y de ciertos discos? Tal vez las biografías sean una forma de acceso a vidas que crearon todo un universo musical donde muchas personas van a buscar distintas cosas: goce, sabiduría, sensibilidad, fuerzas, acompañamiento, lo que sea.
En estos momentos, en las mesas de novedades de las librerías aparecieron libros que se meten con músicos (vidas que resultan un tanto elusivas o poco accesibles y sus respectivas obras que son complejas y abarcativas de un tiempo histórico arduo) que tienen un público que, gracias a estos textos, puede acceder al trasfondo de diversos momentos creativos que dieron como resultado trabajos inolvidables (para la historia cultural o para su audiencia o para su propio devenir personal/artístico).
Hablamos de gente importante como Daniel Melero, Enrique “Mono” Villegas, Gabo Ferro, Martha Argerich y Jorge Serrano. Ya lo dice el adagio: solo hay una sola cosa mejor que hacer música y eso es hablar de música. Un panorama por estos libros que también muestran las diversas formas (las múltiples puertas de acceso) que hay para ingresar a una vida y habitar el género (la biografía).
Mi vida normal (Vademécum) es un libro de conversaciones del periodista Fernando Sánchez con el músico y letrista Jorge Serrano. Integrante fundacional de Los auténticos decadentes y es el pulso detrás de las palabras que están en canciones inoxidables como “Gente que no” (en su etapa de Todos Tus Muertos que luego versionó y reinventó con los Decadentes), “Loco (tu forma de ser)”, “La guitarra” (un tema que atraviesa a todos los géneros en cuanto a admiración suscitada y es considerado como un verdadero himno identitario por la patria rockera argentina),
"La marca de la gorra" y "Un osito de peluche de Taiwán", entre otras canciones de un corpus francamente impresionante. En cierto modo, Jorge Serrano cumple esa idea de Atahualpa Yupanqui en la que el compositor debe desaparecer detrás de sus canciones y volverse anónimo para entregárselas directamente al pueblo.
Jorge Serrano, como muy pocos en la actualidad, es el modelo de letrista popular cuyas obras atraviesan todos los algoritmos y nichos para ser muy reconocido y festejado, pero que se maneja con una humildad ejemplar. En este libro, las conversaciones, realizadas a lo largo de dos años, atraviesan todos los temas: desde las instancias de composición hasta su propia relación con su pasado (de hippie a punk y de ahí a Decadente todoterreno hasta hoy) y Serrano responde sin ninguna impostura e intentando devastar cualquier atisbo de mistificación o romantización exagerada de su tarea.
Así y todo, resulta fascinante y atractivo la forma en la que vive, piensa y crea hits inolvidables alguien, bajo su propia mirada y percepción, normal, pero con un resultado totalmente extra–ordinario de su trabajo. Esa es una tensión muy atractiva en el libro porque nunca se termina de resolver (por suerte). ¿Cómo logra conectar sus palabras con el inconsciente colectivo de una sociedad a lo largo de las décadas? La respuesta, tal vez, está en una acción: seguir escuchando las canciones.
El jazz goza de prestigio y, por supuesto, de una mística muy particular. Lo que no tiene en masividad (algo que representa ningún valor en sí mismo para un verdadero amante de la música) lo tiene en riqueza técnica, en belleza estilística y en la profusión de historias.
Varias de esas historias son las que se cuentan en dos libros que se meten con el género: Mono, Buscando a Enrique Villegas (Vademécum) del arquitecto y periodista Claudio Parisi y Notas y tonos, Entrevistas de músico a músico (Letra Sudaca Ediciones) del baterista Arthur Taylor. Son dos libros que dialogan muy bien porque intenta captar ese flujo que va de la existencia a la creación, de la vida al quehacer cotidiano de quienes eligen al jazz como destino, como forma de habitar el suelo de manera trascendente.
Mono es un trabajo que funciona en dos sentidos: por una parte, es de exposición de valioso archivo (cartas, fotos, facsimilares de notas de la época, etc.) sobre el gran pianista Enrique Villegas (1913–1986), que dejó la música clásica para dedicarse al jazz (aunque le gustaba tocar de todo: “Siento el mismo placer por todos los géneros, no veo la diferencia”, dice en la última entrevista que dio en vida en 1986), y por otra parte entrevista a quienes lo frecuentaron, conocieron y recuerdan.
Es un libro que trata de poner en contexto y valorización a uno de los “grandes olvidados” del jazz en Argentina. En un momento le pregunta Antonio Carrizo: ¿Vos te sentís un artista realizado? Y Villegas responde: “No sé, yo me siento y toco. Además, hablo, y digo lo que pienso, espontáneamente.”
Villegas tuvo su viaje a Estados Unidos, cuna de los grandes del jazz de todos los tiempos. Y es ahí donde ingresa el libro Notas y tonos. Con entrevistas a músicos legendarios como Thelonious Monk, Ornette Coleman, Sonny Rollins, Nina Simone y Dizzy Gillespie, entre otros, la cercanía que se logra es adorable.
Al no ser periodista quien pregunta (es conocida la aversión/desprecio de los músicos por los periodistas) la charla que consigue Arthur Taylor se va dando de una manera distendida con estos artistas que logra que el lector ingrese en una intimidad difícil de conseguir de otra manera: la música hermana a quienes son compositores o ejecutantes del instrumento, todos los demás son extraños o intrusos para esta gente.
Taylor cuenta en el prólogo que comenzó este libro de casualidad en 1968 (la primera entrevista es a Miles Davis) y terminó haciendo más de 200 entrevistas a estos músicos con los que tocó o con los hangueaba. El resultado es una fotografía del jazz en tiempo real. Una delicida de leer y ,quizás lo más atractivo, que puede funcionar de primer paso al descubrimiento de un género tan rico y expansivo como el jazz.
La biografía como vida que tiene una respiración de novela (ese efecto ordenador que tiene el relato) se percibe en dos libros de artistas que resuenan con particular potencia en la actualidad (cada uno en su campo sonoro): Un tornado dulce. Un recorrido por la vida–obra de Gabo Ferro (Marea Editorial) de Lalo Ugarte y Sergio Sánchez y Martha Argerich, Una biografía (Blatt & Ríos) de Olivier Bellamy.
Primera curiosidad: la vida de la argentina la cuenta un francés. Martha Argerich es una biografía que se mete con la pianista más reconocida (hacia afuera y hacia dentro de estas tierras), respetada y, sí, querida de la música clásica de este país. Desde sus inicios como estudiante de piano hasta su consagración internacional, esta es la historia de una mujer difícil que cosechó logros en un territorio (la música clásico de piano) donde hace falta una fibra muy especial, que Argerich posee y la expone en su forma de tocar, en su manera de vivir el amor, en la manera en la que se relaciona con su ámbito.
El libro sigue a Martha en sus distintos momentos y nos muestra a alguien que no sigue ninguna receta, sino que se mueve, de ahí que se la perciba como “rebelde”, bajo sus propias reglas y posee una mirada que no se deja amilanar por las presiones del entorno (son famosas sus suspensiones de recitales por caprichos o motivos ocultos). Este es un gran libro (junto con Opus Gelber de Leila Guerriero) para comprender mejor una zona que parece elitista y es todo lo contrario cuando uno ingresa sin prejuicios: el de la música clásica.
Por su parte, Un tornado dulce es una obra que nos introduce al mundo (hecho no solo de música sino también de libros de historia o de poemas o de performances) de una de las voces más increíbles y conmovedoras de la música reciente: la de Gabo Ferro (1965–2020).
Desde su primera banda, Porco, hasta su final temprano en la pandemia, la vida de Ferro fue la de un verdadero explorador que no deseaba quedarse en un lugar seguro (abandonó un tiempo la música para hacer dos libros de historia) porque consideraba que así era como se mueve un verdadero artista: ampliando siempre el campo de batalla.
Gabo Ferro se convirtió en un cantor popular de siglo XXI con una voz distintiva y andrógina que atravesaba las paredes de cualquier tipo de dureza porque su nivel de entrega era descomunal. Un tornado dulce sigue y busca explicar a Ferro en sus movimientos y en las canciones (“Volver a volver”, “Soy todo lo que recuerdo”, “Por qué no llorás un poco”, entre otras maravillas) que lo convirtieron en lo que es ahora mismo: una referencia ineludible del futuro no binario, abierto y disidente (por ahí está el mañana sin barreras).
Incierto y sinuoso, Una autobiografía (Caja negra) es un libro que firman el músico Daniel Melero junto con el periodista Mariano Vespa. ¿Dónde termina el trabajo de uno y empieza el del otro? ¿Importa? En cualquier caso, estas páginas lograron transmitir la voz del Melero narrador intelectual que, a diferencia de muchos músicos de rock de nuestro país, puede generar la propia teoría–visión detrás de su trabajo.
La expresión que consigue de sus ideas lo ponen en un espacio de mentalidad de avanzada lúdica–artística que puede tomar referencias de los lugares más disímiles (la arquitectura, el porno, Los Gatos, la elctrónica, etc,) para crear obra (que muchas veces utiliza la música para decir otras cosas, quizás más importantes).
Y es una obra, este libro, que se maneja en determinados bordes sin, perdón, desbordarse, está en ese filo: el poético, el visual, el del montaje, el de la biografía parcial, el del chisme, el del catálogo de influencias y determinaciones, entre otros. Incierto y sinuoso es un texto que expone la mente y motivación de uno de los cuerpos que impulsaron muchas de los desvíos de la música argentina más arriesgada e iconoclasta desde la vuelta de la democracia (en 1983) hasta acá. Nada mal.
¿Por qué leemos sobre música cuando podemos simplemente escucharla? Porque queremos seguir habitando de distintas maneras esos lugares donde fuimos felices. La música y los libros son forma de la felicidad que los humanos crearon para hacer del tiempo algo más tolerable, más seductor, más intenso.
Larga vida a la música y a los libros que nos traen más música con su prosa, sus investigaciones, sus abordajes que buscan desentrañar el misterio detrás de los sonidos. Ponen a correr un flujo que va de los libros a los discos y de ahí a los recitales. Y ese flujo es imparable.