Marea Editorial

Cuando Merceditas se volvió Claudia

Claudia Poblete Hlaczik fue la 64.ª nieta recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo. Un libro valiente recuerda ese momento y el camino difícil hacia su identidad. Por Débora Campos

Cuando Merceditas Landa supo que era Claudia Poblete Hlaczik su vida casi no cambió. Esa tardecita del año 2000, cuando salió de los tribunales después de que el juez Gabriel Cavallo le revelara que ella no era quien creía ser, que había sido robada a los 8 meses y criada por dos impostores que le mintieron desde entonces, la chica volvió al departamento que compartía con sus apropiadores y siguió haciendo casi las mismas cosas de siempre. Casi.

La identificación de un nieto o nieta que las Abuelas de Plaza de Mayo buscan desde hace casi medio siglo es motivo de celebración. Las redes sociales se llenan de imágenes, los canales de televisión transmiten el anuncio y la secuencia en la que Estela de Carlotto cambia el contador emociona en la Argentina y en el mundo.

La última en saber su identidad es una mujer, hija de Noemí Macedo y Daniel Inama, secuestrados en 1977 y desde entonces desaparecidos. El anterior a ella fue un hombre, hijo de Marta Enriqueta Pourtalé y Juan Carlos Villamayor, nacido en diciembre de 1976. Y así.

Un camino difícil

Cuando el periodista Federico Bianchini le propuso a Claudia Poblete Hlaczik contar su restitución en un libro, ella le respondió: "No puedo impedirte que lo hagas". ¿Era un sí? ¿Era una protesta? Era sin dudas un camino y el resultado se puede leer ahora en Tu nombre no es tu nombre: Crónica de una identidad robada (Marea).

No es un libro fácil. Porque a Merceditas le costó mucho ser Claudia. "A mí me encontraron a los 21 años. Al principio fue difícil. Mi familia me esperó con mucho respeto y cariño siempre".

Porque mientras las redes, la televisión y el cartel que cambia, la vida de esas personas tropieza, hay sufrimiento, incertudumbre, enojo, desesperación y finalmente alivio.

Todo eso, que pasa en la intimidad de esas personas, mantiene vivo el daño y la crueldad del plan sistemático de robo de niños aplicado por la dictadura.

Dice Claudia Poblete Hlaczik que para ella fue determinante convertirse en madre. Para otros, la muerte de los apropiadores es una liberación. Hay quienes al recuperar su identidad se libran del desamor y la violencia de las familias de crianza. Pero todos coinciden en que saber la verdad los libera.

A ellos y a la sociedad toda, porque ahí, en este barrio, en el subte, en una fábrica o dando clases en una escuela, hay una persona que no sabe todavía quién es.