“Puedo moverme de un plano al otro, intentando no mezclar la mirada horizontal de la periodista con la mirada vertical, en profundidad, de la escritora”, escribe Luisa Valenzuela en la introducción del libro La mirada horizontal, que reúne una parte de su producción periodística. De eso se trata: de explorar no solo la mirada horizontal de esta autora, sino también la vertical.
Empecemos por la horizontal. Sucede que, aunque prolífica autora –casi cuarenta libros entre novelas, ensayos, cuentos y microrrelatos–, su costado periodístico, ese que lleva adelante desde hace al menos seis décadas, no había sido editado hasta el momento en formato libro: de ocupar ese vacío se encargó Marea Editorial por impulso de Marianella Collette, docente de Literatura Latinoamericana en la Universidad Ryerson, de Toronto, en Canadá.
“Si bien la obra literaria de Luisa Valenzuela es internacionalmente reconocida, siendo una de las escritoras latinoamericanas más estudiadas a nivel universitario en Norteamérica, no existe trabajo de investigación sobre su dimensión periodística”, cuenta Collette en el prólogo del libro.
Valenzuela, de 83 años, tiene sus pergaminos: fue la primera mujer en obtener el Premio Carlos Fuentes, en 2019; su obra fue editada en más diecisiete países y traducida a once idiomas.
Fue en un almuerzo en la casa de Valenzuela que Collette se ofreció a compilar, transcribir y editar algunos de sus artículos periodísticos para publicarlos en un libro. Valenzuela aceptó y proveyó el material, atesorado en cajas en su casa de Belgrano. Aquí encontramos artículos escritos en 1966 como en 2020; encuentros con Guillermo Roux, Nicolino Locche, Susan Sontag o Salman Rushdie.
Hay también crónicas de viajes (y en cada viaje una reivindicación a los pueblos originarios), crónicas que, asegura ella, son sus preferidas. Ahora, la autora de La máscara sarda (sobre Perón) y la muy celebrada Cola de lagartija (sobre López Rega) está más o menos quietita en su casa, pero ha viajado por el mundo y ha vivido en diferentes países y ciudades, como París, Barcelona, México y Nueva York, adonde llegó en 1979 luego de que la dictadura argentina censurara una escena de tortura en Como en la guerra. Luisa tiene su recorrido, tiene calle, tiene mundo, tiene mirada inteligente.
Vale recordar que la pluma de Valenzuela, cuyo fetiche conocido es el de coleccionar máscaras, pasó por numerosos medios: escribió en las revistas Atlántida y El Hogar; en su estadía en Francia, fue corresponsal del diario El Mundo y del Suplemento Gráfico de La Nación, donde también se desempeño durante años en la revista dominical.
También por Tía Vicenta, Autoclub, el New York Times –vivió en Nueva York y dio clases de Literatura en la Universidad de Columbia–, el Village Voice, Crisis, La Opinión y Página 12. Fue redactora estrella de la revista Gente durante la década del 70 y columnista de El Cronista Cultural, La Nación Revista, el diario Perfil y, actualmente, de El Cohete a la Luna, el sitio web que dirige Horacio Verbitsky.
La mirada vertical
Casi al mismo tiempo que se publicó La mirada horizontal, también se publicó por el sello Interzona Fiscal muere, una ficción cuyo parecido con la realidad ¿es pura coincidencia? Digamos que Valenzuela toma prestado de la vida real un caso –de gran resonancia periodística aún en la actualidad– en el que un fiscal aparece muerto en un baño y aunque todo indique, según plantea esta novela, que fue un suicidio –tal vez inducido, eso sí– lo hacen pasar por un asesinato.
¿Es la mirada horizontal que se mezcla con la mirada vertical?
Esta historia transcurre dentro de otra historia que es la del excomisario Masachesi, invitado a retirarse de la fuerza, quien se reencuentra con Teldi, su amor de juventud con quien leía libros apasionadamente. En ese reencuentro, Teldi confiesa tener un libro escrito y Masachesi se embarca en contar un caso que parece una cosa pero en realidad, él explicará, es otra.
Cuestión de miradas.