Es cierto que la presentación del libro Crónicas desde la frontera, viajes al mundo trans de Cristina Civale finalizó con la lectura del prólogo de la obra, titulado “De qué hablamos cuando hablamos de frontera”. Sin embargo, intentar reponer los diversos sentidos con los que Civale fortalece la noción de frontera, tal como hace en el prólogo mencionado, es un apropiada forma de comenzar esta reseña: enraizado en la historia argentina como el espacio de conflicto y acuerdos, el concepto de frontera se presenta como un elemento complejo: “La frontera se ha convertido en uno de los espacios que definen la vida contemporánea. Pasar de un país a otro: como turista, como invitado, como refugiado, como mercadería, como inmigrante legal o ilegal. Pero la frontera al mismo tiempo es una metáfora. Cruzar, traficar, mutar, moverse, son verbos que se conjugan todos los días en la vida de distintas personas para dar cuenta de situaciones que las ponen al borde, precisamente, de un límite. Puede ser el paso obligado para alcanzar la identidad o también un espacio estancado que desemboca en la necesidad de encerrarse en un gueto”, lee la propia Civale. Crónicas desde la frontera, viajes al mundo trans es justamente un libro formado por un conjunto de nueve crónicas que recorren varios de los aspectos del concepto “frontera”, desde su estricto concepto geopolítico hasta uno más figurado y metafórico donde se cuentan las mutaciones, tránsitos y migraciones del mundo contemporáneo.
De allí que la definición del concepto de frontera fuera, a su vez, el camino escogido por Alejandro Horowicz, quien acompañó y reseñó a la autora, para plantear una presentación de la obra. Horowicz dio cuenta de la manera en que desde el punto de vista histórico el conflicto por la frontera alcanza su máximo grado de tensión en la separación entre blancos e indios: allí ese espacio límite es la tierra de nadie. A partir de los diversos enfrentamientos, la frontera se irá definiendo como algo móvil, dinámico, y en el interior de ese lugar a-tópico (o bien no lugar) se inserta la figura del gaucho -o el guacho-, el que no tiene lugar en el mundo. Si el texto que abordó la problemática de ese momento con absoluta maestría fue el Martín Fierro, la obra de Civale pretende abordar un conjunto de situaciones de frontera actuales, en un contexto en el que la noción de frontera se vuelve problemática por razones diferentes a las que inspiraron a José Hernández.
En este caso, Crónicas desde la frontera, viajes al mundo trans se ocupa de lo que la sociedad argentina contemporánea no quiere o no puede ver, de aquello que está más allá de su propia visibilidad. Desde los cruces que suceden en la zona sospechada, caliente y mítica de la Triple Frontera, hasta la trágica mutación del monte chaqueño, el Impenetrable, donde los aborígenes son rehenes del cultivo de la soja transgénica.
La pregunta que se le plantea lector es entonces, de acuerdo con la formulación de Horowicz, ¿cómo mirar algo que no tiene visibilidad? o, en todo caso, ¿por qué algo no tiene visibilidad en determinado contexto político social? Historias que laten en diversas direcciones pero que, al mismo tiempo, pertenecen a una misma serie construyen un temario denso sobre aquello que la sociedad argentina no quiere mirar. Sus capítulos “La frontera del género”, “La frontera de la pobreza”, “La frontera de la locura”, etc. devuelven a una sociedad que está poco acostumbrada a mirarse la necesidad de descubrir que estamos más cerca de la frontera de lo que pensabamos. Es por eso que la frontera titila como una amenaza.
Frente a este panorama surgieron diversos interrogantes. Fueron de gran ayuda las preguntas formuladas por Julián Gorodischer –el otro invitado por Civale para presentar el libro-, relacionadas no solo a la escritura del libro desde un punto de vista inmanente sino más bien dirigidas a indagar la experiencia personal de la escritora en la gestación de esta obra polémica. En ese sentido, Civale expresó que la voz del “yo” personal que atraviesa las crónicas intenta recuperar la confianza en el caso particular, en lo concreto, intentando ir más allá de la estadística, del dato abstracto que borra los rastros de la vida. Las crónicas se articulan desde la propia experiencia, caminando por el barro. Esto generó un efecto en su propia persona: “el punto era contar qué me pasaba y, al mismo tiempo, la forma en que esas experiencias me iban cambiando”.
En este contexto, otra de las preguntas estuvo dirigida a indagar la manera en que Civale manejó temas tan polémicos como la pobreza o las adicciones sin caer en el lugar común, el morbo o el vouyerismo. La autora reveló que esa tentación fue aniquilada por el acercamiento sincero y muchas veces por el uso del lenguaje científico: acercarse a cada problemática desde el lenguaje específico que le correspondía. Esta es una de las claves para lograr una de las virtudes de la obra: el libro mira y desnaturaliza, logra que el lector vea los problemas como problemas, logra que la mirada del lector se detenga en sectores de la realidad que previamente no percibía como problemáticos.
Crónicas desde la frontera, viajes al mundo trans: nueve crónicas argentinas que trascienden fronteras y podrían estar sucediendo en cualquier lugar del mundo. Hoy, ahora mismo.