Marea Editorial

Católicos y disidentes

El libro que resume las posturas del catolicismo más crítico sobre divorcio, anticoncepción y aborto fue best seller en los Estados Unidos y ahora provoca debates en la Argentina. Los nuevos mandamientos para Internet.

Divorcio

 

La doctrina actual de la Iglesia Católica Romana se remonta al papa Alejandro III, de fines del siglo XII: si dos cristianos bautizados legítimamente contraen un matrimonio válido y lo consuman, éste no puede ser disuelto por ningún poder terrenal. Los católicos que contraen este tipo de matrimonio y luego se divorcian no pueden volver a casarse; si lo hacen, vivirán en el adulterio y serán excluidos de los sacramentos. Sólo podrían recibir los sacramentos si vivieran junto a su nueva pareja sin mantener relaciones sexuales. 
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Para conocer la palabra de Jesús acerca del divorcio y el nuevo matrimonio disponemos de cuatro fuentes: la primera Epístola de Pablo a los Corintios y los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. Los estudiosos de la Biblia coinciden en que ni San Pablo ni ninguno de los autores de los tres Evangelios escuchó realmente las enseñanzas de Jesús. El Evangelio de Juan, el único que pareciera estar basado en un testigo ocular, no aborda el asunto del divorcio y el nuevo matrimonio. Por lo tanto, todas nuestras fuentes se basan en tradiciones recibidas de otros. Y entre ellas no hay acuerdo.
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Lawrence Wrenn, juez del tribunal matrimonial de Hartford, dice que la frase de Jesús “no lo separe el hombre” podría haberse formulado “lo que Dios unió, nadie es capaz de separar”. Esto hubiera dejado en claro la existencia de un lazo inquebrantable. En cambio, “no lo separe” sugiere que el matrimonio puede, pero no debe, romperse. Según Wrenn, Jesús enseñó que hay un lazo, pero que es frágil y, en consecuencia, deben tomarse las precauciones necesarias para no romperlo. En otras palabras, la prohibición no es absoluta.
La postura asumida en relación con el divorcio en el Sermón de la Montaña también presenta dificultades. En una serie de seis declaraciones acerca de la ira, la lujuria, el divorcio, los juramentos, la resistencia ante la maldad y el amor al enemigo, la Iglesia sólo dio carácter absoluto y convirtió en una norma imperativa lo dicho sobre el divorcio. Las cinco declaraciones restantes se consideran ideales hacia los que debe apuntarse.
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Esta interpretación del relato de Marcos sobre las “trampas” que le tendían a Jesús sus enemigos se adapta muy bien a lo dicho por Pablo, Mateo y Lucas. Sugiere que la preocupación de Jesús era proteger a las mujeres en lugar de formular una ley absoluta contra el divorcio. 
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La reacción de los laicos sugiere que en el Pueblo de Dios la postura oficial no es aceptada como respuesta definitiva e irrevocable. Se suele argumentar que si la práctica actual se relajara se produciría un escándalo. Si algo nos dicen las estadísticas es que la falta de compasión hacia la gente que padece un gran sufrimiento genera un escándalo aun mayor. El tema es quiénes son los que se escandalizan. ¿Deberíamos preocuparnos únicamente por quienes no aceptan ningún cambio en la doctrina eclesiástica? ¿Qué pasa con el escándalo que denuncian quienes preguntan si, frente al sufrimiento de tantos millones de miembros de la Iglesia, resulta moral mantener una norma basada en fundamentos bíblicos, históricos y doctrinales tan discutibles?
El derecho a casarse, si bien tiene sus limitaciones, es un derecho humano fundamental. ¿No es inmoral negar la posibilidad de casarse nuevamente a quienes han fracasado en su primer intento? El derecho a la Eucaristía es un derecho fundamental de los bautizados. No constituye un privilegio concedido por las autoridades eclesiásticas, sino un don brindado por Cristo.

 

Aborto

 

De acuerdo con la doctrina oficial actual, eliminar en forma directa una vida inocente es un caso que no admite excepciones. John Dedek ha discutido el conflicto que se plantea entre la vida inocente y otros valores. [...]
Enunciado en forma simple, este “principio de la preferencia” establece que si en determinada situación inevitablemente tenemos que causar un mal, debemos maximizar el bien y minimizar el mal. El jesuita Robert Springer lo expresa muy bien: “La pregunta básica, entonces, no es ¿aborto directo o indirecto?, sino: ¿qué importancia debe tener un valor para compensar el sacrificio de una vida?”.
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Charles E. Curran ha escrito sobre el aborto que muchos teólogos católicos aceptarían la opinión expresada por él en otras obras anteriores, según la cual las situaciones conflictivas en esta materia no se resuelven atendiendo a la condición física del acto, sino que deben sopesarse con cuidado los valores humanos que están en juego. Por más que a un cristiano le resulte horrendo quitar una vida, “en el caso del aborto pueden presentarse circunstancias en las cuales el aborto esté justificado para preservar la vida de la madre o algún otro valor equiparable a la vida”. 
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Curran se pregunta luego qué sería la “razón mesurada” en la conflictiva situación del aborto, y señala que “en otras situaciones conflictivas del pasado, especialmente en el caso de una agresión injusta, la teología católica se ha mostrado dispuesta a equiparar otros valores con los de la vida física humana. [Entre esos valores estaban] la integridad física, bienes espirituales ‘de mayor valor que la vida o la integridad’, como el uso de la razón o el mantenimiento de una buena reputación en cuestiones muy importantes; y bienes materiales de gran valor”. 
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La actual discusión de los principios en la comunidad teológica católica y las cambiantes posiciones que la Iglesia oficial ha tenido al respecto a lo largo de la historia ponen de relieve que no todos los “principios” son absolutos. Los católicos tenemos que elegir si queremos sostener principios abstractos que ya no pueden considerarse absolutos, o si queremos salvar vidas humanas no nacidas. Si nos interesa más lo segundo que lo primero, debemos estar preparados para dialogar respetuosamente con todos los que participan en este debate.

 

Anticoncepción

 

¿Qué puede decirse del problema que afecta a la mayoría de los seres humanos: el del control de la natalidad? Obviamente, el papa Pablo VI no lo definió en forma solemne en su Encíclica al respecto; por lo tanto, la prohibición oficial sólo podría ser infalible si fuera dictaminada por el Magisterio ordinario y universal. Las reacciones frente a la Encíclica de los congresos de obispos llevados a cabo en todo el mundo no sugieren en modo alguno que exista unanimidad. Una larga y distinguida lista de teólogos piensa que no se ha cumplido con las condiciones necesarias para que en materia de control de la natalidad haya una doctrina infalible emitida por el Magisterio ordinario y universal.
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Resumiendo: no existen decretos conciliares solemnes o definiciones solemnes de los Papas sobre las cuestiones morales. La pretensión del papa Juan Pablo II de que el Magisterio ordinario y universal “sea verdaderamente considerado como la expresión habitual de la infalibilidad de la Iglesia” carece de toda tradición eclesiástica anterior a mediados del siglo XIX. No puede citarse un solo caso de Magisterio ordinario y universal que cumpla con las condiciones necesarias de una enseñanza infalible.
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La condena a la anticoncepción siguió en pie aun cuando no encontrara fundamentos en las Escrituras. Paralelamente, en el Concilio de Elvira, del siglo IV, una casta de clérigos célibes comenzó a manipular a los laicos mediante el control de sus vidas sexuales. 
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Al no tener respaldo de la Biblia para sus principales argumentos y, en lugar de ello, confiar solamente en la teoría del derecho natural, que derivaba en última instancia del estoicismo, el papa Pablo VI adoctrinó que “cualquier acto matrimonial debe quedar abierto a la transmisión de la vida”. Basó su doctrina en la inseparabilidad que el plan divino establecía entre el significado unitivo y el procreador del acto sexual.
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La declaración sobre la inseparabilidad de los objetivos de unión y procreación, –como lo señala Theodore Mackin, S.J.-, no es un principio moral. Se la presenta como si fuera un hecho científico que puede ser comprobado recurriendo a la Antropología. Sin documentación ni verificación, el Papa lo presenta como si fuera evidente por sí mismo. No obstante, no puede comprobarse a nivel biológico ni antropológico. 
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La reacción ante la “enseñanza” impartida por la encíclica sobre control de la natalidad fue inmediata y notable. Nunca en la historia de los pontífices se había producido un rechazo tan tremendo a una enseñanza papal. 
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La doctrina central de la encíclica sobre control de la natalidad no ha sido recibida por un importante sector de la Iglesia. El hecho de que una enseñanza sea recibida no la convalida, pero demuestra que el dogma, ley o regla ética manifestada en ella beneficia a la Iglesia. A la inversa, que una doctrina no sea recibida no implica que sea falsa, sino únicamente que “no convoca a ningún poder vital y, en consecuencia, no contribuye a la edificación”. Rahner propone que el Magisterio debe esperar hasta saber si su enseñanza ha sido recibida o no. Si se la recibe es porque la Iglesia ha visto en ella un reflejo de su propia fe; si se la rechaza es porque esta identificación no se produce. 

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¿Qué opina de la postura oficial de la Iglesia en los siguientes temas?:

 

1) Divorcio

 

2) Anticoncepción

 

3) Aborto

 

Alberto Bochatey (Director del Instituto de Bioética de la Universidad Católica Argentina)
1) “El problema no es el divorcio sino el casamiento. Hay muchas parejas que toman el sacramento y no se dan cuenta del compromiso que asumen, porque para casarse hay que tener vocación. Entonces el divorcio es la consecuencia. La Iglesia sólo acepta un nuevo matrimonio cuando muere uno de los cónyuges, sea cual fuere la circunstancia del divorcio. Si hay un nuevo matrimonio y el esposo sigue vivo, la Iglesia atiende pastoralmente a esa pareja, pero no permite la comunión porque el sacramento del matrimonio entra en conflicto con el de la comunión.”
2) “El fundamento de la doctrina de la Iglesia con respecto a los métodos anticonceptivos artificiales es que disocian la dimensión unitiva y la procreativa del acto conyugal. Impiden la consecuencia de un acto natural. El mea culpa que debe hacer la Iglesia en este tema es que posiblemente no ha logrado transmitir correctamente esta enseñanza para lograr que los laicos la acepten como parte de una antropología de la sexualidad. Juan Pablo II reafirmó la doctrina de Pablo VI en la encíclica Evangelium vitae de 1995 que no es discutida por el Magisterio de la Iglesia, aunque puede haber teólogos individuales, como Kaufman, que disientan.”
3) “Todo asesinato de un inocente es gravemente injusto. La Iglesia no acepta el aborto en ninguna circunstancia. No se puede elegir entre la vida de la madre y del hijo, sino que hay que hacer todo lo humanamente posible para salvar las dos. Si hay una muerte es un efecto secundario no querido. La Iglesia no permite dar muerte a otro ser humano excepto en casos de defensa personal.”

 

Monseñor Osvaldo Musto (Párroco de Nuestra Señora de Balvanera)
1) “El matrimonio es una institución divina y un contrato natural. Juan Pablo II expresó un pensamiento que comparto plenamente: ‘Quien no sabe amar para siempre, no sabe amar ni siquiera un día’. Por eso coincido plenamente con la postura oficial sobre el divorcio de nuestra Santa Madre Iglesia.”
2) “La Iglesia alienta la paternidad responsable siempre que se ejerza mediante métodos naturales de control de la natalidad, no abortivos. No estoy a favor del preservativo, sino de la continencia. Las relaciones sexuales deben estar íntimamente relacionadas con la entrega espiritual.”·
3) “Estoy completamente en contra del crimen que es el aborto. Aquellos que no defienden el derecho a la vida de la persona más indefensa que es un feto no puede predicar en favor de los derechos humanos.

 

Pedro Gorondi (Sociólogo, profesor de Religiones Comparadas, coordinador del Movimiento de Renovación Laical, prologuista de “Manual para católicos disconformes”)
1) “El rechazo entre los fieles a la postura vaticana sobre el divorcio está hoy llegando a su punto más alto, la gente reivindica el derecho a la felicidad. Jesús no habló de divorcio y matrimonio como lo entendemos hoy, él fue un líder revolucionario que estaba en contra del formalismo de las leyes religiosas y ponía el acento en la intención, en el amor. La Iglesia evidencia con su postura una obsesión sexual, porque llega a permitir el segundo matrimonio si los cónyuges se comprometen a la abstinencia sexual. Es la misma postura rígida que tiene con los homosexuales a quienes dice aceptar si se abstienen de mantener relaciones sexuales, es decir, les niega la felicidad. En el fondo de estas actitudes hay una cuestión de autoridad y de estructura de poder.”
2) “La postura de la Iglesia con respecto a la anticoncepción resulta hoy tan absurda que ha dejado de ser un problema en la vida práctica. Pero históricamente ha significado una condena a la muerte y a la miseria a millones de personas. A pesar del rechazo abrumador de los fieles a la postura vaticana en este tema, la Iglesia hace oídos sordos. La consecuencia es una disminución dramática de la participación en la misa y en los sacramentos.”
3) “La Iglesia absolutiza en el tema del aborto el principio de no matar. Sin embargo, existen entre los moralistas debates muy profundos sobre el tema de la vida. Por ejemplo, en aquellos casos en los que está en peligro la vida de la madre, hay un conflicto entre una vida existente y una potencial. También casos como la anencefalitis o los embarazos producidos por violaciones. Son situaciones que merecen ser contempladas.”

 

Luis Farinello (Párroco de Nuestra Señora del Milagro y Madre de Dios de Florencio Varela)
1) “En el tema del divorcio lo principal es pensar que no tenemos que seguir casando como lo estamos haciendo ahora. Vienen todo el tiempo a casarse chicas de 16 años, embarazadas, presionadas por los padres. Y nosotros les damos una charlita y los casamos, pero la verdad es que todos los ingredientes que debería tener un sacramento como el matrimonio –fe, responsabilidad, libertad, amor verdadero- no están y todo termina mal. Yo tiemblo cuando les pregunto si aceptan para toda la vida y los veo tan inmaduros. En los casos de divorcio, la ley está, Jesús dijo que el hombre no separe lo que Dios ha unido, no los puedo volver a casar por Iglesia, pero tenemos que tener una gran comprensión, poner el acento en salvar, no en condenar.”
2) “Este tema de los anticonceptivos alejó a mucha gente de la Iglesia, tiene que ver con una visión general de una parte de la Iglesia del cuerpo como algo peligroso, como algo contrapuesto a lo espiritual. Lo importante no es el método anticonceptivo sino la educación sexual, que no sea sólo técnica, sino que sea humanizadora, que explique el verdadero sentido del amor. Después el método que elija una pareja queda un poco en lo privado.”
3) “Yo soy un defensor de la vida, la de los pobres, la de los perseguidos, la de los torturados. No ataquemos la vida, el aborto es malo, pero nunca juzgo a la persona que lo hace. Vaya a saber qué soledades, qué problemas económicos, qué historia hay detrás de ese hecho. Cada persona es un misterio, sólo Dios juzgará, yo quiero amar a todos, comprenderlos, ser su pastor y su padre. No creo en una religión que mete temor sino en una que ve la realidad.”

 

Marta Alanis (Educadora popular, integrante de Católicas por el Derecho a Decidir) 
1) “La Iglesia sigue insistiendo sobre la familia heterosexual, monogámica y estable discriminando otras opciones sexuales. A pesar de ello hay un desacato mayoritario a estas posiciones y muchos sacerdotes tienen más apertura a la hora de aconsejar a las mujeres o a las parejas. No aceptar el divorcio es condenar a las dos personas involucradas a la infelicidad para toda la vida. El divorcio llega luego de la frustración de un proyecto de dos personas que decidieron compartir su vida, por lo tanto forzarlos a convivir es una violación de los derechos humanos más fundamentales. Tenemos el derecho a la felicidad y nuestra identidad católica no puede ser una amenaza a esa felicidad.”
2) “Como católicas tenemos el derecho al placer y al bienestar y a gozar de nuestra sexualidad sin correr riesgos de embarazos no deseados. Podemos separar la relación sexual de la reproducción. Ha habido muchas reuniones, concilios y encíclicas que hablan de sexualidad y reproducción. Es importante que sepamos que éstas son opiniones que deben ser pensadas pero no son dogmas de fe. Hay que romper con el doble discurso, no podemos sostener públicamente lo que realmente no hacemos en el ámbito privado.”
3) “En relación al aborto, considero que es algo que no se debe promover sino prevenir; si logramos que las personas accedan a la educación sexual y accedan a métodos anticonceptivos modernos y eficaces la cantidad de embarazos no deseados será mucho menor y muchos menos los abortos. Pero aun contando con estas condiciones sólo en la conciencia de la mujer que decide abortar está la razón. Es por eso que apoyo la despenalización del aborto como una razón de justicia social, de derechos humanos, de democracia, de salud pública y de solidaridad humana. Si una mujer se enfrenta a la decisión del aborto no debe exponerse a la clandestinidad y a la muerte.”

 

Nelson Castro (Periodista. Católico practicante)
1) “Creo que la postura de la Iglesia con respecto al divorcio es completamente anticristiana. Por supuesto yo estoy en contra del divorcio, nadie puede estar a favor, no es algo buscado, pero es una realidad humana. Jesús perdonó a todos los pecadores, perdonó a la Magdalena, ¿cómo puede ser que trate a los divorciados vueltos a casar como pecadores irredentos y prácticamente los excomulgue?”
2) “La Iglesia niega una planificación familiar seria, que permitiría, entre otras cosas, evitar el aborto y los embarazos de tantas chicas adolescentes. Estoy a favor de todos los métodos tendientes a evitar una concepción no deseada, desde el preservativo a las píldoras anticonceptivas.”
3) “Estoy en contra del aborto pero no comparto para nada la posición de la Iglesia con respecto a este tema, porque al no permitir el uso de ningún anticonceptivo no ayuda a prevenirlo. Hay que poner el acento en la prevención porque una vez que una mujer o una pareja tomó la decisión de interrumpir un embarazo es muy difícil revertir eso. Las posiciones ultraconservadoras de la Iglesia no se compadecen con la realidad.”

 

Tomás Llorente (Misionero de la Sagrada Familia, párroco de Santa Rosa de Lima)
1) “La Iglesia es defensora del matrimonio desde el origen de la Creación. Sin embargo, hay un indicador social innegable y es que existen muchísimas familias destruidas, y muchas personas sobre las ruinas de una ilusión están construyendo otra. Nosotros desde la Iglesia a estas nuevas parejas debemos darles esperanza, misericordia y silencio. Y hacerles sentir que tienen un lugar en la Iglesia porque ellos mismos son Iglesia, no es tan importante si pueden comulgar o no.”
2) “Más que hablar de anticoncepción yo hablaría de actitudes generosas en el matrimonio y de paternidad responsable. Teniendo en cuenta estos dos principios cada pareja irá encontrando el camino que tiene que tomar para vivir en plenitud su matrimonio. Los fines del matrimonio son la felicidad y la procreación, cada uno sabrá cómo los combina sabiamente.”
3) “Bajo ningún aspecto puedo concebir al aborto. No puedo juzgar el valor de una vida por su tamaño, la vida del feto es pequeña pero vale igual. Una sociedad que acepta el aborto, puede aceptar la eutanasia, la selección entre normales y anormales y otras aberraciones. No somos los dueños del feto, el dueño de la vida es Dios y si hay vida quiere decir que él intervino, aunque no conozcamos la razón ni sus tiempos.”