Marea Editorial

Ariel Goldstein: “Milei vio una oportunidad y la aprovechó con pragmatismo y falta de escrúpulos”

El sociólogo, especialista en los movimientos de la nueva derecha, asegura que no fue sorpresivo el triunfo del Presidente en las últimas elecciones; las condiciones tecnológicas y locales, sostiene, estaban dadas Por Hugo Alconada Mon

Faltaban cinco meses para las primarias de 2023 cuando el investigador Ariel Goldstein publicó un artículo que resultó profético. “El día que Bolsonaro fue ovacionado en Buenos Aires”, lo tituló, imaginando cómo sería la Argentina en 2026. Delineó a Milei como Presidente –en momentos en que las encuestas le eran aciagas–, a Patricia Bullrich como su ministra de Seguridad… y a Mauricio Macri como su canciller.

“El triunfo de Milei no me resultó tan incomprensible”, dice Goldstein a la nacion. Sostiene que estaban dadas todas las condiciones para su triunfo, tanto locales y tecnológicas como internacionales, que investigó durante años hasta publicar su libro La reconquista autoritaria. Cómo la derecha global amenaza la democracia en América Latina (Marea, 2022).

Doctor en Ciencias Sociales (UBA) e investigador adjunto del Conicet, Goldstein ahonda en los entramados que conectan a los foros principales de la derecha dura, aportándoles un sentido de pertenencia y de identidad, y también una “épica” y una narrativa para una supuesta “reconquista” de ámbitos que aducen haber perdido ante la izquierda.

Donald Trump, Jair Bolsonaro, Viktor Orbán son referentes de esa derecha que se conectan con Javier Milei y Victoria Villarruel, aunque Goldstein marca un distingo. El Presidente es visto con cierta desconfianza en esos foros internacionales.

En esos ámbitos globales, sostiene Goldstein, algunas de las afirmaciones libertarias del Presidente generan mucho ruido, a pesar de la paulatina migración de Milei hacia ideas más conservadoras, “con mucho pragmatismo y falta de escrúpulos”.

–¿Se ha convertido la derecha en una gran familia global?

–Esa es una expresión de Stephen Forty, un investigador que habla de la extrema derecha 2.0, concepto que me interesó particularmente, con nuevas tecnologías que posibilitan la formación de contactos internacionales y una articulación que antes era imposible. Miremos la exportación y coordinación de estrategias. En eso, el pionero fue Steve Bannon, el estratega jefe de Donald Trump, cuando creó Breitbart News. Él planteó que para cambiar la política hay que cambiar la cultura e instó a las batallas culturales, a coordinar los esfuerzos de influencers en redes sociales que repitan un discurso más o menos común, conspirativo, que afirme que hay un establishment progresista, globalista, al que es necesario derrotar porque han tomado los medios, las universidades…

–Al decir de Milei, cooptaron incluso el Foro Económico Mundial…

–Vox en España, por ejemplo, ha impulsado la idea de la “reconquista”, con la que plantea que los conservadores deben reconquistar lo que es de ellos. También Giorgia Meloni ha aludido a la “reconquista” en Italia, sin olvidar el trasfondo histórico sobre la reconquista de la península ibérica en la Edad Media y la expulsión de los árabes. Y también está Pedro Sánchez, que en el foro Viva 24 dijo que los conservadores se han quedado con lo que les han dejado. Todo esto los lleva a una cierta victimización, a crear la idea de una resistencia y les aportó una cierta épica, que explica en parte la atracción que muchos jóvenes sienten por estos movimientos. Una épica de resistencia frente a un statu quo. No importa si lo que plantean es verdadero, pero construye una narrativa del outsider contra el establishment. Lo que importa es lo que la gente cree y por eso la campaña de Bolsonaro era “Más Brasil y menos Brasilia”, aun cuando él fue diputado durante 28 años y todos sus hijos son políticos.

–En su libro, se alude a los grupos de Vicegrado y Eurolat, y a un viaje de miembros de la Fundación Disenso a América Latina en 2021 como ejemplos de esas interacciones globales de la derecha…

–Una iniciativa resonante en ese sentido fue la Carta de Madrid, que les permitió a Milei y Villarruel pertenecer a una red internacional, proyectarse internacionalmente, participar de las Cipac [por las Conferencias de Acción Política Conservadora], de los foros de Madrid, de iniciativas que les dieron una cierta pertenencia e identidad. Para ellos fue importante, en momentos en que eran personajes minoritarios en la Argentina. Por eso mismo, también, varios extranjeros fueron invitados al búnker de la Libertad Avanza cuando Milei ganó las PASO. Esas redes dan soporte discursivo, de sentimiento político y hasta afectivo.

–Y financiamiento para viajes, organizar congresos, publicar libros…

–Bueno, Milei viajó al congreso Iberósfera en Monterrey, en 2022. Dos meses después, estuvo en la Cipac, en México, que fue la primera conferencia organizada en América Latina, donde un personaje importante fue Eduardo Verástegui, un exactor mexicano, muy católico, que integró el gobierno de Trump, y que produjo la película Sound of Freedom. Estuvo en Buenos Aires, en plena campaña, para firmar un acuerdo con Milei y Villarruel en contra de la pedofilia. Ahora está organizando la Cipac 2024. Veremos si va Milei.

–En Milei, sin embargo, no se observa que pese tanto la Iglesia católica o la evangelista, como sí se observa en Bolsonaro.

–La formación de Milei no es “Dios, Patria y Familia”, es cierto, y en 2017 sostenía que el matrimonio era una aberración. Pero a medida que empezó a formar parte de estas ligas internacionales fue adoptando el discurso antiaborto y mimetizándose con estos personajes, que de todos modos tienen cierta desconfianza hacia Milei por su reivindicación del libertarianismo extremo, que no es exactamente el ideal de Vox. La idea de vender niños o de vender órganos choca con ese catolicismo más conservador. En algunos de esos círculos, Villarruel es mejor vista que Milei. Quizás eso cambió ahora que Milei es Presidente, pero esa desconfianza surgió en mis entrevistas. Y, también hay en Milei mucho oportunismo, en esto de adoptar este nacionalismo conservador por conveniencia.

–¿Cuán importante es el factor religioso en estas irrupciones políticas?

–La religión tiene un papel muy importante en la narrativa política de gobiernos como India, Hungría, Polonia, Israel, Brasil, Estados Unidos y en la Argentina. En cada uno de esos países, la extrema derecha tuvo una pata religiosa de cierta importancia para gobernar, aunque con distintas adscripciones religiosas y muchos líderes intentaron o intentan una hibridación religiosa, tomando lo más conservador de cada una de las religiones. Apelan a una lucha por el poder y a una construcción de legitimidad política por esa vía. No es azaroso.

–¿Cómo encuadraría a Milei dentro de este contexto global?

–Milei es un estudioso de las ideas libertarias que se fue transformando de acuerdo a su experiencia política. Mariano Fernández, que fue su amigo y lo conoció bien, sostiene que Milei fue cambiando a medida que se fue acercando a Agustín Laje, a Nicolás Márquez y a foros como Vox. No digo que sea puro oportunismo, pero ha visto una oportunidad y la ha aprovechado, con mucho pragmatismo y falta de escrúpulos.

–¿Tanto así?

–Cuando ocurrió el conflicto con Pedro Sánchez, a mí me dio mucho que pensar que la Oficina del Presidente sacara un comunicado en el que acusó a Sánchez de poner en peligro la unidad del reino de España. ¿Por qué aludió el Gobierno argentino a eso? Pero ese es el discurso de Vox. De hecho, ciertos discursos de Milei son muy similares a los que usa Vox.

–¿Influye tanto Vox en Milei que termina copiando hasta sus palabras?

–Cuando Marión Maréchal Le Pen se convirtió en una de las parlamentarias más jóvenes de Francia, decidió concentrarse en la formación cultural y creó el Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (Issep), con una sede en Lyon y otra en Madrid, con Vox. Hay un abogado argentino que trabaja con ella, Santiago Muzio, que escribió en el diario de Vox, más o menos por la misma fecha, un artículo en el que planteó que Sánchez pone en peligro la unidad del reino y que pactó con terroristas y separatistas. Exactamente lo mismo que el comunicado de la oficina del presidente Milei. Es probable que sea una de las primeras veces, desde el siglo XX, que la derecha extrema es capaz de articularse de esta forma internacionalmente. Antes, lo hacía de forma soterrada, no a cara descubierta.

–¿Cuánto afectaron las expectativas de movilidad social interrumpida, a las que alude en su libro, en el crecimiento de la derecha dura?

–Mucho. Tiene que ver con las experiencias de los progresismos latinoamericanos o gobiernos nacionalpopulares, y sus dificultades económicas. A partir de la crisis de 2008, cuando esos gobiernos comenzaron a enfrentarse a diversos problemas económicos y políticos, las expectativas de movilidad social ascendentes que habían generado se vieron interrumpidas. Ese escenario fue proclive a Bolsonaro. Y en la Argentina, después de la pandemia y el estancamiento de los últimos años de Alberto Fernández, del macrismo y de Cristina Kirchner, había un escenario muy recargado de rechazo a la política tradicional. Algunos youtubers me contaron que empezaron a crecer mucho en la Argentina con la cuarentena, con la idea de un Estado que nos mantenía encerrados, que nos oprimía. Estaban dadas todas las condiciones para el arribo de Milei.

–Con el diario del lunes es fácil decir que el arribo de Milei era posible…

–[Sonríe] Es cierto, pero en mayo de 2023 publiqué un artículo [en el portal Diagonales] en el que imaginé un gobierno de Milei, la organización de una Cipac en Buenos Aires y la llegada de Bolsonaro a Buenos Aires, con Bullrich como ministra de Seguridad. Más allá de eso, quiero decir que el triunfo de Milei no me resultó tan incomprensible.

–¿Cuál es la relevancia de las nuevas tecnologías, las plataformas digitales y las redes sociales, en particular algunas como TikTok, en todo esto?

–Mucha. Incluso Santiago Oría, el publicista de Milei, me decía que él era el “bannoncito” de Milei, aludiendo a Steve Bannon. Las redes son fundamentales. Sin ellas resultaría muy difícil pensar en la coordinación y la emergencia simultánea de este fenómeno en distintos países. Han modificado la política por completo porque instalaron una demanda de transparencia muy fuerte hacia el poder y fomentaron el surgimiento de estos microemprendedores políticos que ganan dinero y venden ideología de extrema derecha.

–¿Por qué las redes sociales parecen funcionar tan bien para exponentes de la derecha, pero no de la izquierda?

–Es una buena pregunta. Y no es casual que Elon Musk [por el dueño de X] no sea neutral. Es un empresario que ha expresado públicamente su afinidad con ideologías de extrema derecha. Al tomar el control de X le devolvió la cuenta a Trump, a Marjorie Taylor Greene, a Alex Jones y a otros representantes de la extrema derecha, y es probable que los algoritmos influyan en esto. El Gordo Dan [por el tuitero mileísta Daniel Parisini] llegó a decir en una de sus “misas” online que Twitter Latinoamérica antes los perseguía, pero que desde que está Musk su show lo ve mucha más gente y que tenían que agradecerle a Musk porque con su arribo no los molestó más el controlador de contenidos.

–En su libro, alude también a la izquierda dogmática, autoritaria o reacia a la autocrítica…

–En efecto, porque me parece que la izquierda debe dejar de reivindicar modelos autoritarios o, por lo menos, sin alguna forma de crítica. Puede parecerte bien que la Revolución Cubana haya derribado a [Fulgencio] Batista y planteado una política más autónoma con respecto a Estados Unidos, pero no podemos negar la represión en Cuba a los opositores. Entrevisté a muchos de ellos y hoy las redes de Vox están llenas de cubanos y venezolanos exiliados a los que la izquierda no escucha, ni tiene un discurso para ellos más allá de tildarlos de “gusanos”. A la izquierda le cuesta mucho conectar con las aspiraciones de progreso individual de las personas.

–¿Qué está viendo en el horizonte de la Argentina?

–Una posible evolución y un riesgo. Estos gobiernos de derecha tienden a un sistema híbrido, como el de Orbán en Hungría, algo que han reivindicado Bolsonaro y algunos miembros de La Libertad Avanza. Es decir, una democracia de fachada, con un sistema electoral muy amañado, medios de comunicación públicos que son meras agencias de publicidad gubernamentales, jueces adictos y universidades bajo su control. Recordemos que la Universidad Central Europea se tuvo que ir de Budapest y ahora está en Viena por presión de Orbán. Como plantean Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, las democracias mueren desde adentro, por la complicidad de los políticos con las fuerzas extremistas. Recordemos cuando el entonces presidente de Venezuela, Rafael Caldera, indultó a Hugo Chávez tras intentar un golpe de Estado en su contra. O cómo el Partido Republicano permite que Trump domine la escena, mientras que faltan figuras de recambio que entusiasmen, como lo fue Obama en su momento dentro del Partido Demócrata.

–¿El resultado de las elecciones en Francia, con la derrota de Le Pen, puede marcar un cambio de paradigma, acaso, ante este panorama?

–Me parece que en Francia funcionó lo que se llama un “cordón sanitario” frente a la extrema derecha; es decir, una rápida reacción de las izquierdas con el armado de un Frente Popular y de Emmanuel Macron, quien trazó una alianza tácita con ese sector. Creo que Macron advirtió el peligro en ciernes e impulsó acciones destinadas a frenar a la extrema derecha. Eso demuestra que en los países donde la centroderecha se erige como una barrera frente al extremismo aumentan las posibilidades de frenar el ascenso de este fenómeno, mientras que en aquellos países donde la derecha “mainstream” actúa como legitimadora de la agenda extremista lo único que logra es fortalecer a la extrema derecha. Ese sería el caso argentino, donde el PRO, con Macri, Bullrich y otros dirigentes reforzaron y legitimaron las aspiraciones y discursos de Milei, en lugar de actuar como dique de contención.

UN EXPERTO EN LA DERECHA GLOBAL

PERFIL: Ariel Goldstein

■ Ariel Goldstein nació en Buenos Aires en 1986. Se recibió de sociólogo en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, donde luego se doctoró. Es también magíster en Ciencia Política por el Instituto de Altos Estudios Sociales (Idaes-Unsam).

■ Actualmente es investigador adjunto del Conicet en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe, y es profesor adjunto de Política Latinoamericana en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

■ Ha publicado artículos en revistas académicas de ciencias sociales de Estados Unidos, Gran Bretaña, España, China, México, Brasil, Colombia, Venezuela y la Argentina.

■ Entre sus libros se cuentan Bolsonaro. La democracia de Brasil en peligro (2019) y Poder Evangélico. Cómo los grupos religiosos están copando la política en América (2020).

■ En el más reciente, La reconquista autoritaria. Cómo la derecha global amenaza la democracia en América Latina (2022), analiza la red internacional de la nueva derecha establecida entre think tanks conservadores estadounidenses, redes sociales, medios de comunicación, los principales partidos extremos europeos y su eco en los representantes de esa línea en América Latina.

 

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