El próximo 2 de octubre tendrán lugar las elecciones en Brasil. Son casi 156 millones de brasileños habilitados para votar en una elección crucial en el país más grande de Latinoamérica. Se elige presidente, se renueva la Cámara de Diputados, un tercio del Senado, gobernadores y las Cámaras legislativas estaduales. Aunque una docena de candidatos disputan la presidencia, el escenario está altamente polarizado entre el actual presidente Jair Bolsonaro y Lula da Silva. Convocamos a Ariel Goldstein, sociólogo e investigador del Conicet, para conversar sobre el escenario político en el que transcurren estas elecciones, los cambios en el sistema político brasilero, qué balance es posible realizar del fenómeno Jair Bolsonaro, sus bases de apoyo y las perspectivas que se vislumbran para el continente. Pasen y lean.
Las elecciones en Brasil se proyectan como uno de los momentos políticos más destacados del año. Teniendo en cuenta su papel histórico en la región ¿Qué se pone en juego en esta campaña, qué rol puede jugar en un contexto marcado por la llegada de Boric y Petro a las presidencias?
Se trata del país más relevante de la región a nivel económico y geopolítico. Por lo tanto, la tónica de esta elección tendrá un impacto de relevancia en otros países. Desde 2002, todas las elecciones han tenido segunda vuelta. En una elección ya polarizada, una eventual segunda vuelta entre Lula y Bolsonaro puede llegar a niveles preocupantes de impugnación de los resultados, especialmente por las tribus bolsonaristas aliadas a grupos de policías y militares.
Si bien una vuelta de Lula al gobierno representaría un hecho positivo para los progresismos a nivel regional, está claro que el mundo y Brasil han cambiado mucho en los últimos años, y por lo tanto los desafíos son distintos. Las desigualdades, la violencia y la pobreza en el país se han incrementado en forma notable con la pandemia. El tratamiento de estos aspectos deberá ser una nueva prioridad para el gobierno.
El tema del feminismo parece ser un tema importante que ha emergido en el primer debate presidencial. Los dos principales candidatos, Lula y Bolsonaro, han apuntado a las mujeres como núcleo del electorado. El problema del machismo revela significación en la estructura social brasileña. También, una política exterior errática y en muchos casos asociada a gobiernos antidemocráticos de derecha deberá ser modificada por un nuevo gobierno si éste cambia su signo político.
¿Hacia dónde se encamina el universo partidario brasileño? ¿Está en crisis el andamiaje del régimen político posdictadura? ¿Es posible vislumbrar la emergencia de nuevas articulaciones, un nuevo centro político? ¿La alianza Lula-Alckmin es solo un cálculo electoral?
El nuevo centro político pareciera estar encarnado por la senadora Simone Tebete del MDB. Hace tiempo que este partido no presentaba candidato a presidente. Ella podría tener un papel de cierta importancia de cara a la segunda vuelta. También, en este sentido, Ciro Gomes tiene algo que decir.
La alianza de Lula con Alckmin parece positiva en el sentido de que mantiene unidos los dos principales partidos del período 1994-2014, el PT y el PSDB. Son dos políticos que se habían enfrentado en previas ocasiones, a nivel electoral en 2006. Durante este largo período de gobiernos del PSDB y PT, Brasil tuvo una combinación muy interesante entre Cardoso y Lula que le dio gran estabilidad económica y políticas sociales efectivas. Por otra parte, se muestra que con el triunfo de Bolsonaro en 2018 desapareció el PSDB como partido de centro derecha de la vida política en su significación previa.
¿Qué significó el Brasil de Bolsonaro? ¿Cómo queda el sector militar que ganó presencia directa en la vida política?
El peso y el fantasma de una corporación militar fortalecida y de simpatías con la extrema derecha representa un importante desafío para las fuerzas que se oponen al bolsonarismo. Es importante terminar de desmontar el legado dictatorial. También será necesario revertir el proceso de legalización de armas que origina más violencia, y desmontar el involucramiento de militares en cargos muy bien pagos del Ejecutivo. Estos quizás sean algunos de los desafíos más importantes si gana Lula, respecto de cómo desactivar este legado. Por supuesto, como pasó con Trump, es probable que Bolsonaro y sus admiradores no se vayan a su casa, sino que se conviertan en un factor antidemocrático de inestabilidad permanente.
Hay un espectacular empuje en las últimas décadas del sector evangélico. ¿Cómo evalúas el peso que han adquirido?
Es un peso que seguirá gravitando. Incluso ha teñido el debate electoral, entre Bolsonaro y Lula. La primera dama dijo que el Palacio del Planalto estaba “consagrado a demonios” previo a la llegada de Bolsonaro. Lula también ha replicado en un lenguaje religioso. Ambos candidatos hablan directamente en un lenguaje religioso para este sector y presentan la cuestión como una lucha entre el bien y el mal, entre Dios y los Demonios. Esta pregnancia religiosa del lenguaje político habla de la profunda división en la sociedad brasileña, así como al peso creciente que adquieren los evangélicos en la política del país vecino.
Este discurso impulsado por Bolsonaro, donde se presenta como “elegido de Dios” en una cruzada del “bien contra el mal” es sumamente peligroso para la democracia. Pone la acción en el terreno de lo puramente irracional y habilita caminos de violencia política.
Una lectura sugerida.
Recomiendo consultar mi nuevo libro que saldrá en octubre por Marea Editorial, La reconquista autoritaria. Cómo la derecha global amenaza la democracia en América Latina.