Sus dos títulos más recientes quizás hayan venido a consolidar el prestigio como investigador que desde hace unos años ha ido ganando Ariel Goldstein. Bolsonaro: La democracia de Brasil en peligro y Poder Evangélico. Cómo los grupos religiosos están copando la política en América probablemente hayan sentado ya un precedente importante en la carrera del joven investigador y profesor, Doctor en Ciencias Sociales. Aunque su carrera y sus publicaciones han estado muy ligadas al contexto y caso brasileño, el diapasón investigativo de este argentino no limita otras zonas del continente y su último título es muestra de ello. Goldstein ha hecho del análisis político un tronco común que atraviesa zonas de interés como el poder mediático, los liderazgos y la religión en tanto fuerza movilizadora.
La Ventana ha estado siguiendo su carrera más de cerca en las últimas semanas y tras breves contactos vía email y a través de las redes sociales, Goldstein nos concedió este pequeño intercambio que ahora reproducimos. Antes, nos confesaba que su relación con la Casa de las Américas no había sido cercana hasta esta ocasión, pero que la reconocía como “una institución cultural de gran importancia para América Latina, con la cual me gustaría poder tener una relación más fluida en el futuro”. De este deseo, obviamente, ya nos encargamos desde el primer contacto y con su trabajo seguiremos tejiendo vínculos.
Partiendo de sus referentes investigativos, ¿podría considerar que la emergencia de poderes evangelistas en América Latina encuentra algún tipo de influencia marcada en los jóvenes, tiene alguna relación con lo generacional?
Creo que con respecto a esta cuestión el poder evangélico se asienta sobre lo territorial. La expansión en el territorio se produce especialmente entre los sectores populares, en lugares donde El Estado es ineficiente o corrupto, y existen enormes carencias. Las iglesias suelen organizarse en torno a grupos de autoayuda sobre las problemáticas del territorio: adicciones y violencia doméstica. En una situación de pandemia como la actual, que debilita la capacidad económica de los Estados latinoamericanos, es de esperar que el poder territorial de las iglesias se afirme y tenga una expansión aún mayor.
Centroamérica, que sufre profundas desigualdades e injusticias sociales, es un ejemplo de cómo han avanzado estas iglesias en el poder conforme se han ido desarrollado profundos problemas sociales como la migración masiva, la expansión de bandas delictivas y el narcotráfico.
¿Cuáles hechos han marcado el avance de estas religiones que han llegado a definir muchos tipos de gobiernos?
Sostengo que este poder se asienta en lo territorial, y en lo mediático. Las iglesias primero se expanden territorialmente, donde recaudan el diezmo de los fieles. Luego compran espacios en los medios, y después, como sucede en Brasil y Estados Unidos, los modelos más exitosos, tienen sus propios medios, como TV Record o Christian Broadcast Network.
También, el surgimiento primero del pentecostalismo, que postula una relación carismática con el fiel (hablar en lenguas, curación divina, presencia de demonios), así como luego el neopentecostalismo, han logrado conectar con las formas de la subjetividad contemporánea. En este sentido, se desarrollan recitales de música con bandas cristianas, influencia a través de las redes sociales, y también las iglesias tienen distintos tipos de entretenimientos para las familias que acuden (canchas de deportes, guardería para los niños, patio de comidas) entre otras acciones.
¿Cómo podría evitarse la continuidad de estas doctrinas?
Con una defensa del Estado laico, un pacto de centro democrático entre fuerzas de distintas tendencias ideológicas que apunte a una legislación que limite la cantidad de licencias de radiodifusión de las iglesias en defensa del Estado laico. También, con la colaboración entre Estado y ONGS no religiosas en el territorio. Pero esto es mucho más difícil, ya que la expansión de las iglesias en el territorio obedece a una función social objetiva que cumplen y el Estado no.
¿Cuáles podrían ser las ventajas de ese estado laico y qué diferencias pudiera marcar en países como Brasil o Bolivia, por ejemplo?
En países como Brasil, en los últimos años, los pastores evangélicos están ocupando posiciones importantes en el Estado. Dirigiendo las políticas públicas para beneficio y enriquecimiento de sus iglesias. Además, pretenden con la presión de organizaciones conservadoras de la sociedad, restringir los derechos en materia de sexualidad y reproducción. Dirigen las relaciones con África, de gran importancia para Brasil. En el caso de Bolivia, más reciente, el discurso binario autoritario de la presidenta interina Jeanine Añez es peligroso para los grupos indígenas, ya que son calificados como «satánicos», lo que puede dañar la convivencia democrática.
Un Estado laico, por el contrario, garantiza el pluralismo y las distintas visiones en la política que son importantes para la convivencia democrática. La política es entendida, así como una coexistencia de visiones y no como una guerra entre amigo y enemigo.
¿Qué implica una relación ideal estado-religión en nuestro contexto actual, teniendo en cuenta los resultados de sus investigaciones?
Creo que sería necesario establecer un límite a estos grupos a nivel territorial y mediático. Esto redundaría en un límite a nivel político. La sociedad uruguaya, con un Estado laico a nível histórico y una sociedad que busca separar Estado y religión, es un modelo a seguir. Es un caso único en la región donde se presentan estos dos rasgos de forma conjunta. La estabilidad económica es clave para evitar la expansión de estas iglesias, ya que suelen crecer en momentos de crisis. En otros países, como México, el Estado es mayormente laico, pero la sociedad es muy religiosa, y presionan las iglesias evangélicas sobre el Estado para cambiar esta legislación.
¿Qué papel juega la cultura dentro de estos contextos?, ¿se modifica o cambia de alguna manera a partir de esos niveles de pensamiento?
Si, especialmente el debate público se ha visto definido en torno a términos como «ideología de género», la oposición a los movimientos feministas, a las medidas de los Ministerios de Educación para favorecer la educación sexual, etc. Están teniendo un impacto importante en los términos de la discusión de temas de la agenda pública en el continente. También, suele existir por parte de estos pastores un alineamiento con Estados Unidos e Israel, en torno a la afirmación común de un proyecto de poder.
¿Qué papel podrían hacer las instituciones culturales como la Casa de las Américas, por ejemplo, además del trabajo continuo que les sirve como base, obviamente?
Creo que, como decía el sociólogo de izquierda norteamericano Alvin Gouldner, «Todos los poderes vigentes son enemigos de los ideales supremos de la sociología», incluido el poder evangélico. Entonces, nuestro papel es investigar el papel que cumplen estos grupos al influenciar el debate y la vida de las personas en los países de nuestra región. El papel de las ciencias sociales es evidenciar como operan estos mecanismos de construcción de poder, mostrarlos al público. Ese conocimiento aporta hacia una mayor transparencia y control de los procesos democráticos por parte de la ciudadanía.
¿Cómo ve el destino político del Continente?, ¿Qué hechos puntuales piensa que podrían establecer giros importantes en un futuro?
Creo que existen peligros importantes, en términos de la afirmación de estos grupos en el poder, que llegan a la política sin mediaciones. Construyen un discurso de un binarismo político autoritario. Y buscan influenciar el poder en las sombras, de forma ajena al escrutinio público. La pandemia podría agravar esta situación por las carencias de nuestros Estados latinoamericanos para hacer frente desde las políticas sociales a la profunda crisis económica que se está experimentando.
Sin dudas, también será importante que América Latina pueda recuperar una política regional coordinada que pueda plantear sus intereses de forma autónoma en el escenario internacional.