En su libro "La reconquista autoritaria", el sociólogo Ariel Goldstein desentraña la madeja de poder político enhebrada por la derecha radical desde Europa y su implicancia en América Latina con representantes como Jair Bolsonaro en Brasil, José Antonio Kast en Chile, Keiko Fujimori en Perú y Javier Milei en Argentina, un fenómeno facilitado por las nuevas tecnologías, según el investigador, quien advierte sobre el rol de estos grupos y la amenaza que representan para las democracias del Cono Sur.
El ensayista realiza un detallado y muy interesante rastreo de los orígenes de esta ideología tanto de Europa como de América Latina, señala a sus actuales representantes y analiza el rol del partido español Vox, en la unificación de las narrativas de estos grupos que, con discursos violentos, favorecen el crecimiento de procesos autoritarios y antidemocráticos y de líderes que representan los intereses de las clases dominantes.
"La derecha siempre surge con la crisis, con la crisis social, económica, política, de seguridad. La pandemia significó también una forma de crisis de la salud, del estado, de la economía, lo que acelera muchas tendencias destructivas que estaban presentes en la sociedad", afirma Goldstein, quien entrevistó a más de 40 representantes de estos partidos para escribir esta obra, editada por Marea, donde también publicó los títulos "Bolsonaro" y "Poder evangélico".
"Mirando en perspectiva es un poco aterrador el panorama", sostiene el sociólogo e investigador adjunto del Conicet quien, en diálogo con Télam, afirma que "para poder preservar la democracia de este tipo de fuerzas de derecha radical, que son peligrosas, hay que conocerlas".
-¿Cómo caracterizarías a estos grupos políticos de derecha que definís como familia global?
-Familia global es un concepto del historiador español italiano Steven Forti que habla de cómo, a partir de la tecnología, las derechas radicales, empiezan a conectarse de otra manera, en una especie de globalización de la derecha radical. Esta idea de derecha radical es un concepto del politólogo neerlandés Cass Mude que habla de cómo estos grupos ponen en crisis la democracia liberal cuestionando las instituciones y la división de poderes y la justicia, pero a la vez juegan el juego de la democracia porque participan en elecciones. No están diciendo que van a destruir el sistema, sino que quieren jugar y ser electos a través de elecciones, esa es un poco la novedad de esta cuarta ola de derecha radical.
-¿Qué intereses representan?
-Los intereses que representan son los de las iglesias, de algunos sectores empresariales, de los llamados think tanks -los tanques de pensamiento- que son entidades de la sociedad civil muy influyentes, porque este fenómeno también tiene que ver con la batalla cultural de la que habla la derecha radical, y a lo que yo llamo la unificación de las narrativas de estos grupos, con ideas nucleadas en torno a "Dios, patria, familia y libertad" que es un lema que surgió con Georgia Meloni en Italia pero también es usado por Bolsonaro en Brasil, por grupos conservadores de Perú, como los fujimoristas y también se escucha en México. Por lo tanto hay una unificación en curso de estas narrativas y esto es lo que habilita esta idea de la familia global. Es algo interesante de analizar porque hace 10 o 15 años atrás no existía esta narrativa común para la derecha radical, porque no existían estos candidatos ni estos partidos con la proyección que tienen ahora.
-¿Qué rol jugó Vox en el surgimiento de estas nuevas derechas?
-Vox es un importante en la unificación de las narrativas de estos grupos, porque es un punto de intersección entre los dos modelos de referencia más importantes que tienen las derechas europeas: la derecha radical de Hungría y Polonia que influyeron en América Latina.
-¿Cuáles son las ideas fuerzas que alimentan estas derechas?
-Hay tres conceptos que rescata el partido español Vox que son el de hispanidad, reconquista y narco-comunismo. La hispanidad es esta idea de una España católica unida a la colonización y a la Reconquista que sucedió en 1490 y tanto, y derivó en la unificación de España bajo la Iglesia Católica, a partir de la expulsión de los árabes del territorio. La reconquista es la idea que define Hermann Tertsch, que es un periodista y europarlamentario de familia nazi. El padre de Tertsch era la mano derecha del principal propagandista del nazismo en España en la época de Franco. Lo que me sorprendió es que el hijo repite un poco el legado del padre, esta conexión internacional, el periodismo, la diplomacia de extrema derecha. Fue corresponsal del diario El país en la época de la caída del socialismo real en Europa del Este o sea que conoce mucho Hungría y Polonia, por eso digo que es un nexo muy importante y por eso decidí dedicarle un apartado.
Pero alrededor de estas cuestiones se unifican conceptos como amar a la patria, concebido como una forma organicista, indivisible, anti pluralista; la patria es los que somos de una manera determinada, los otros son la antipatria, por eso se observa en estos grupos el ataque a las minorías sexuales, a los negros, a los feminismos, a toda disidencia con respecto a una norma, y la alianza con las iglesias.
La Reconquista es esta idea de que determinados espacios de la sociedad civil como las universidades y los medios de comunicación fueron arrebatados a los conservadores y ahora tienen que recuperarlos, como recuperar un legado, porque estos grupos apelan sobre todo a una tradición que está muy vinculada al pasado, sobre esta idea de la batalla cultural, llamada reconquista, y el título del libro tiene que ver con eso.
-La exacerbación de la violencia como método de hacer política es otra de sus características...
-Esa violencia está unida al narco-comunismo, es la idea de que la izquierda está asociada al narcotráfico, por lo tanto son criminales, y hay que combatirlos en una guerra, y eso hace poner al otro en el lugar de un enemigo que tiene que ser combatido. Es un discurso que claramente mina las bases de la democracia, porque la democracia se basa en el reconocimiento del otro como un adversario legítimo. Este es el peligro de estos discursos que es peor aún cuando está imbuido de una cuestión religiosa, como pasó en Brasil, durante la campaña donde Michelle Bolsonaro, la esposa del presidente de Brasil decía: "esto es una guerra espiritual entre el bien y el mal", y derivó en la aparición de grupos fascistas que salieron a la calle y rompieron autos pidiendo el golpe militar, que es todo lo que se está viendo ahora. Eso está alimentado por la retórica religiosa de señalar al otro como un enemigo a ser destruido, lo cual es muy peligroso. El primero que usa eso en Argentina es Milei, en los últimos 15 años.
-¿A qué se debe la pregnancia del discurso de Milei?
-La crisis económica es un hecho que explica el ascenso de la extrema derecha en todo el mundo, y el nazismo. La derecha siempre surge con la crisis, con la crisis social, económica, política, de seguridad. La pandemia significó también una forma de crisis de la salud, del estado, de la economía, lo que acelera muchas tendencias destructivas que estaban presentes en la sociedad, como el aislamiento y la socialización a través de la tecnología. No digo que este aspecto sea algo puramente negativo, sino que la exacerbación de esas tendencias tiene consecuencias negativas. Por otra parte, el caso de Milei responde a los conflictos internos del gobierno que lleva a una falta de dirección unificada. Además, el hecho de que Milei sea economista y aparezca frente a la crisis con soluciones milagrosas y simples para la gente gana adherentes, como el tema de la seguridad que propone con una política represiva. Eso explica la alianza de Milei con sectores militares, como Victoria Villarruel, que es el principal vínculo con Vox que tiene el partido de Milei.
-¿Qué consecuencias tiene para los sistemas democráticos?
-Para poder preservar la democracia de este tipo de fuerzas de derecha radical que son peligrosas hay que conocerlas. Hay que entender quiénes son y por qué piensan lo que piensan. Hay que establecer consensos democráticos de preservación del sistema democrático con fuerzas de derecha más moderadas que no estén en contra de valores democráticos básicos como el reconocimiento del otro como un adversario legítimo. Hay que buscar la manera de desradicalizar la comunicación online. Este es un fenómeno de los jóvenes, por ejemplo en Brasil en los últimos días hubo varios atentados en escuelas donde murieron varios adolescentes a manos de jóvenes simpatizantes de neonazis, al estilo del atentado contra Cristina Kirchner acá en Argentina.
-¿Qué rol cumplen los medios ante el ascenso de estas nuevas derechas?
-Si uno mira el New York Times, de Estados Unidos, o Folha, de San Pablo, se observa que están muy preocupados por el ascenso de la extrema derecha y permanentemente llaman a la extrema derecha como extrema derecha y consultan especialistas y analizan la adhesión de los jóvenes, porque hay como un foco muy fuerte de estos grupos en sus países, y hacen esto porque hubo gobiernos que hicieron que esos medios tuvieran que tomar conciencia del peligro que eso significa, pero acá en Argentina no veo esa preocupación por los medios de comunicación, por lo menos en los términos en los cuales uno esperaría. La Nación +, por ejemplo, entrevista a Eduardo Bolsonaro como si fuera un diplomático extranjero sin hacerle ninguna pregunta sobre su pertenencia a todas estas redes internacionales de la derecha, y un político de extrema derecha tiene que ser considerado como tal, no como un político tradicional y hay que entrevistarlo de una manera distinta que como se entrevista a otros políticos.