Analía es hija de Eduardo Emilio Kalinec, mejor conocido Doctor K, condenado por secuestros, desapariciones y asesinatos durante el terrorismo de Estado. En 2005, cuando ella tenía 25 años, tuvo una primera noticia sobre quien era su padre: “Me llamó mi mamá y me dijo que mi papá estaba preso. Yo hasta ese momento no lo vinculaba con la dictadura. Nací en el año ’79, crecí en años de impunidad y en un circulo social muy aislado de los reclamos por memoria verdad y justicia. Para mi era imposible que el hubiera hecho algo malo”.
“El tampoco entendía muy bien lo que pasaba, después de tantos años de impunidad y de sentirse intocable. Nos decía que no teníamos que creer nada, que era todo mentira. Lo fui a visitar casi tres años pensando en lo injusto de la situación, pensando que no tenía nada que ver. Y en ese recorrido, más allá de la negación como mecanismo de defensa, cada vez se imponía de manera mas contundente”, continuó la psicóloga.
En este sentido, detalló cómo fue el momento en que realmente cayó en la cuenta de la situación: “En 2008 se elevó la causa a juicio oral y yo pude leer los testimonios de las víctimas de mi papá. Ahí fue un punto de inflexión, y pude empezar a verbalizar algo de lo que me pasaba y a preguntar, y eso fue entendido como una traición y desobediencia del mandato familiar. Eso nos llevó por caminos muy distintos con mi familia”.
Luego contó que, tras ser condenado a cadena perpetua en 2010, ella comenzó a leer sobre el tema para encontrar testimonios de otras personas que hubieran estado en su lugar, pero no le fue fácil. En esta búsqueda leyó el de una chica que tras enterarse de la participación del padre en dictadura decide cambiarse el apellido.
“Ahí empiezo a pensar en eso y sentía que no me representaba mucho un cambio de apellido porque ubico en mi padre una función paterna. Mi apellido soy yo, es mi familia, mis hermanas. Es la forma que entendí que asumía mi propia historia. Yo asumo que este es mi nombre, este es mi papá y trato de hacer algo distinto“, explicó Karina.
La escritora fue, además de todo, demandada: “En 2015 falleció mi mamá y mi padre desde la cárcel y mis dos hermanas, ambas policías de la federal, iniciaron acciones legales para declararme indigna, por lo que no podía heredar de mi mamá. En el libro se incorpora textual esta demanda, donde claramente aparece esta lógica del pensamiento criminal, donde hay que eliminar al que piensa diferente”.
Para cerrar, Karina reflexionó sobre el rol de Argentina en materia de Derechos Humanos: “El recorrido que hemos hecho es vanguardia y debería ser motivo de orgullo para los argentinos. Ningún otro país ha avanzado como el nuestro. Si uno no hace nada con estas situaciones tan traumáticas, después se puede caer en la repetición, en sectores poco empáticos, egoístas, individualistas; que es muy contraria a la lógica en la cual las políticas de memoria verdad y justicia. Yo pude hacer mi propia historia a partir de esto”.